Cap 135; Presentimientos

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Como eso de las diez de la mañana, Annie y Archie al hospital que renovado hace un par de semanas ¿para que? Bueno, la pareja fue el hospital para hacerle un chequeo a la princesa quien estaba algo preocupada al principio pero gracias al peli-lila, logro calmarse.

El doctor el mostro a un bebe fuerte y saludable, dándoles también la noticia de que tendrán a una hermosa hija esto alegrando mucho a la pareja y hacer que algunas pequeñas lagrimas le salieran de los ojos a archie.

Y para celebrar, ambos decidieron hacer las compras para el polito que esperan.

- Archie~ - hizo un punchero la princesa, haciendo que su novio riera levemente. - Todas estas cunas son muy lindas. - señalo a la docena de cunas infantiles que veían.

- Y si que lo son. - asintió el mayor. - Pero solo nos podemos llevar una. - recordó, rodeando su cintura mientras la menor pensaba.

- ¿Por qué no elijes tu? - sugirio.

Archie rio levemente mientras se disponía a admirar las adorables cunas que tenían en frente, Annie tenia razon: todas son muy lindas.

Aunque hubo una, que le llamo la atención.

la cuna era blanca con detalles en amarillo pastel pálido, el colchosito se veia que era ochenta porciento de algodón y veinte porciento de plumas, la madera era lisa y suave con un olor de bosque y un toque de limon, habían pequeños y adorables adornos que guindaban en formas de limon, sol, arboles y mariposas- cada uno con su respectivo color.

- ¿Que te parece aquella? - señalo la cuna que ha estado ojeando.

Annie sonrio. - なんて可愛いんだろう. - respondio en japones, sus ojos brillado con emoción.

- Los colores me recuerdan a ti. - miro con dulzura a su novia. - Alegre. - poso su mano sobre el vientre de la princesa. - Al igual que nuestra pequeña.

La menor sonrio divertido. - ¿Y si nace como una de sus tias?

El peli-lila respiro ondo. - Bueno, eso es pasable. - hizo una mueca de pesadez. - Con tal que no se parezca TANTO a T/N. - una gota de sudor apareció en su frente, haciendo que la princesa riera.

Ah ah~ ese era el sonido que quería oir el joven Conwell; la risa de su mujer, la melodía mas hermosa que él haya escuchado en el planeta.

Algo cayo detras de ellos, alarmandolos.

- ¿Que fue eso?

Archie trago ondo. - Ire a ver. - la miro. - Te quedas cerca de la gente ¿vale? - le ordeno, la peli-negra asintió obediente.

El mayor camino de lo mas normal en dirrecion del sonido, el cual era el pasillos de peluches, en tal pasillo no habia ni un alma solo peluches mirándolo con sus ojos de plástico.

- Solo son peluches. - se dijo asi mismo. - ¿No?

- ¿Me busca? - hablaron a sus espaldas, sobresaltándolo.

Dandose la vuelta, vio que era un hombre de pelo negro quien vestia un traje de mayordomo. El señor tenia una cara de aburrimiento, al igual que no se le veia nada raro en èl solo que habia algo en el- en especial su mirada penetrante- que lo tenia de puntas.

- ¿Quien es usted? - pregunto algo a la defensiva.

El extraño noto lo nevioso que estaba el joven, asi que suspiro un poco para relajar su expresiones. - Me llamo George. - se presento con una leve reverencia. - Mayordomo y guardaespaldas personal del señor William Albert Andley, quien me ha enviado para cuidar de usted y su familia. - explico, mirando nuevamente al joven.

Archie estaba confundido. - ¿Por qué Albert te ha enviado a vigilarnos?

- Porque él y su excelencia, ma'am, creen que hay alguien que los vigila a cada uno de ustedes. - infromo sin rodeos.

Los ojos del peli-lila se ensancharon. Si los están vigilando, significa que ya se han enterado del embarazo de Annie.

- ¿...que cree que debemos hacer? - pregunto algo preocupado.

George lo pensó por unos segundos. - Por ahora, deben de terminar sus compras e irse a casa de inmediato. - le sugirio, tomando un peluche de un conejo blanco que vestia un vestido verde con patrones de flores para luego lanzárselo al menor y, desaparecer nuevamente.

~

La hora del almuerzo llego, dejando que los gemelos peli-azul compartieran la comida junto a Terry y su madre ya que la rebelde, tuvo que hacer algunas diligencias.

La mayor sonreía al ver como los polluelos comían a gusto su comida, le alegraba el dia- bueno, aunque no se queja tanto acerca del secuestro que tuvo por la mañana- el único problema, era la cara de perro que tenia su hijo en esos momentos.

No era porque T/N no estaba con ellos- porque si fuera asi, ya se hubiera fumado tres cajas de cigarros enteras-, si no que era por algo mas. Era algo que no podia desifrar gracias a la cara (de perro) inexpresiva que tenia el menor, sus ojos azules estaban perdidos en el espacio mientras su mano derecha le temblaba- señal, de que quiere romperle su madre a alguien.

- ¿Que tienes Teirus? - finalmente decidio preguntarle, sacando al nombrado de su propio mundo.

- Tengo un mal presentimiento. - respondio, colocando su plato intacto sobre la mesa. - Siento que algo grande se viene. Algo muy grande. - especifico, recostándose en el sillon para ver al techo.

- ¿...hablaras con T/N cuando regrese? - pregunto.

El menor asintió. - Posiblemente.

- Señora Elionor. - llamaron los pequeños God, sus platos vacíos en mano.

La nombrada sonrio dulcemente al verlos. - ¿Si pequeños?

Los menores alzaron sus platos para que la mayor los tomara. - ¿Puede servirnos mas? - preguntaron en union.

- Claro que si, muchachos. - la mayor sonrio, tomando los platos vacíos de ambos para ir a servirles nuevamente mientras recibía elogios de los pequeños.

Terry solo miraba aquella tierna escena.

Sus cálculos eran ciertos, algo extremadamente grande pasaría en cualquier segundo.

No quiere cometer el mismo error que la vez pasada, esta vez no saben si todos sobreviran y por eso, quiere mantener a su madre en un lugar seguro- aunque esta se queje.

No quiere perder a ninguno de ellos, quiere seguir junto a su madre, necesita continuar enseñándole cosas a su novia y debe de proteger a aquellos mini demonios que se han encariñado con él de una manera unica.

- No le des muchas vueltas al tema. - sintió la mano de su madre sobre su hombro.

Miro a la mayor, viendo que esta le regalaba una sonrisa para asegurarle de que todo estará bien.

Lo duda, pero tiene esperanza.

Beso la mano de su madre para luego asentir, mirando nuevamente a los gemelos que comían coquetamente su almuerzo.

Si algo les llegase a pasar a uno de ellos, jamás se lo perdonaría.

La Pequeña Rebelde Del Grandchester (G. Terry x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora