Cap 116; Suerte del Diablo

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Por la tarde, nuevamente se encontraba el rey, su cuarta hija y la mano derecha de esta en la oficina de noticias. Para muchos sería un fastidió editar un libreto lleno de notas de nuevo, pero el periodista non se quejaba mucho ya que no siempre obtenía algún chisme de la realeza.

El periodista asintió. - ¿Cuál será el lugar del evento? - miró a los presentes.

- Será en la plaza, allí todos podrán estar y oír claramente. - respondió el rey.

- ¿Y la fecha? - escribió el periodista.

Ante esa pregunta, el rey y Lucifer miraron a la princesa quien al notar su mirada, fruño el ceño confundida. - ¿Qué? - cuestionó.

- ¿Cuándo será el evento, mi niña? - pregunto el rey con c cara de inocente.

- Tu eres el rey, tu decides. - se encogió de hombros, cruzando sus piernas mientras miraba a otro lado.

- Si, pero fue usted quien vino con esta idea ma'am. - Le recordó el albino a su derecha en un tono burlón, despertandole unas inmensas ganas de romperle la cara.

Suspiro. - el veintidós de este mes. - sentenció sin mucha importancia.

- Eso es demasiado pronto. - intervino el rey, haciendo que el periodista dejara de escribir y que su hija ahora le viera con visible fastidió. - Con el corte de personal, los preparativos..

- Yo me encargo de eso, no jo'a. - lo interrumpió impaciente, levantándose de su silla mientras Lucifer hacia lo mismo. - Nos vemos más tarde. - se despidió con un bostezo, saliendo de allí junto a Leo y el albino.

Lucifer colocó uno de sus brazos alrededor de sus hombres. - ¿Iremos a la plaza? - pregunto en un tono juguetón, haciendo que su jefa sonriera.

- Mhm, tengo que ver que e' lo que tengo que hacerle a la plaza. - contestó, ambos dirigiéndose hacia su destino.

Tras el transcurso de su caminata, podían detallar las calles de su amada Inglaterra las cuáles, han cambiado poco a poco y sus peatones también han cambiado su forma de vestir y pues la que se sentían más cómodas con su ropa usual, pues continuaban usandola.

- Mujeriego como siempre, Lucifer. - chalequeo la menor al ver que el nombrado le guiño un ojo a unas bellas damas que pasaban.

- No es ser mujeriego. - le sonrío picaramente. - Es conocer. - rio.

La menor negó con la cabeza, una sonrisa dibujada en sus labios. - Aún me sigo preguntando porque eres un ángel caído. - rio levemente, ya que se sabía la respuesta muy bien.

- Mmmmm. - el mayor colocó su dedo índice sobre su mentón, fingiendo pensar. - Soy un ángel caído y la mano derecha del Diablo. - la volvió a mirar. - Que suerte tengo.

Al escuchar el apodo de 'Diablo', la menor rio levemente, recordando la primera vez que la habían llamado así: la pandilla estaba en un bar después de haber hecho una misión, por así decirlo, cuando escucharon el murmullo de la gente y personal del local, sinceramente a ninguno de ellos les hubiera importado eso pero cuando escucharon a un mesero llamar a la rebelde por ese apodo, quisieron asesinarlo. Por suerte, su jefa les dijo que lo dejarán ya que le había gustado ese apodo que el chico le había dado ya que literalmente, así es como todos la ven —como el Diablo.

Al fin y al cabo, lograron llegar a la plaza con unas grandes sonrisas en su rostros.

En el medió de la plaza, estaba localizada una fuente de agua—que aún no había sido pintada— con estructura de dos manos sosteniendo a un cisne que estaba apuntó de despegar y, aquél cisne, no era uno común. Ese cisne era conocido como el cisne negro y a diferencia de los cisnes comunes, el negro es obviamente uno en un millón y no tiene aquel muro que los demás tienen en su pico.

La Pequeña Rebelde Del Grandchester (G. Terry x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora