Cap 37; ¿Maritza Grandchester, eh?

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Antes que la jóven pudiera terminar de decir el apellido del peli-negro, la menor se levantó del sillón para tomarla de su garganta y apretarsela mientras la veía fijamente a los ojos.

¿Cómo llego Maritza a esta situación? Bueno, desde pues del desayuno Terry fue citado a la sala del trono dónde hablaría con el rey con respecto al compromiso de ambos, así que la peli-negra decidió instalarse en el cuarto del mayor. Esperaba ver a la señora Elionor pero no la encontró así que se dispuso a desempacar, y, después de unos minutos apareció Lucifer quien la felicitó por el embarazo. Luego apareció la princesa rebelde después de oír unas palabras que no le gustaron, ella no estaba molesta pero su cólera comenzó a crecer cuando la mucama comenzó a decir qué Terry era de ella, también se le atrevió decir que ella... ¿Qué fue lo que dijo?

Ah sí, Maritza dijo que ella sería la próxima Grandchester por lo cuál, termino como empezamos el capítulo.

- Di lo qué ibas a decir. - le ordenó entre dientes pero la contraria no lograba decir nada, gracias a qué la princesa estaba literalmente ahorcandola. - ¿Gato te comió la lengua? - pregunto con una sonrisa enferma al ver que los ojos de Maritza comenzaron a rodarse detrás de su cabeza, y para no acabar con el festín, la rebelde la soltó mientras ella caía pateticamente al suelo. - De pie. - ordenó mientras se sentaba nuevamente en el sillón, viendo como la mucama se levantaba con dificultad.

- Por favor.. mi hijo. - suplico en lágrimas al estar de pie, Lucifer soltó una carcajada ante aquello.

- ¿Crees que nosotros nos vamos a creer ese cuento? - cuestionó, viéndola con una sonrisa. - Ma'am es la primera en saber quién entra y quién sale; a dónde van, que va hacer allí, con quién estarán, por cuánto tiempo se quedarán y cuando volverán. - le informo. - Tenemos ojos y oídos por todos lados, señorita Maritza. - le confesó, haciendo que los ojos de la nombrada se ensancharan.

- Regalaste tu donzelles por dinero, cuando Eliza se mudo al castillo. Una estúpida razón para convertirse en una prostituta, ¿no lo crees? - la menor comento, ganándose la atención de la joven. - Eres una asquerosa zorra, ¿y ahora vienes a decir que ese niño es de Terry? ¿O siquiera en verdad estás embarazada? - alzó una ceja. - ¿Qué diría la Tía abuela Elroy? ¿La tía Sarah? O mejor aún, ¿qué diría tu reina al enterarse de aquello? - sonrió al ver su cara de horror, pues claro que ella ni sabe que la castaña es peor que ella.

- Por favor no le digas. - rogó con nuevas lágrimas en sus ojos, arrodillándose en frente de la menor mientras le masajeaba los pies. - ¡Haré lo que me pidas! - dijo. - ¡Haré...!

Fué interrumpida por una patada que recibió en su boca de parte del albino presente, este viéndola con disgusto. - No la ensucies. - gruñó, limpiándole los zapatos a su jefa con un pañuelo.

La rebelde se quedó pensativa, viendo lo fea que es Maritza cuando llora. - Hay una manera, en la que puedes estar con él. - comento. - Pero.. - continuo al ver que la joven comenzó a emocionarse muy temprano. - Deberás de irte del reino. - le dijo, haciendo que ella fruñera el ceño ante eso. - ¿Que? Te puedes llevar a tú novio, no hay problema. - se encogió de hombros despreocupada.

- ¿Enserio? - pregunto, secándose la cara.

- Enserio. - Lucifer la tomo de los hombros, haciendo que se sentará en una silla frente a un papel y pluma que estaban sobre una mesa. - Solo necesitas hacerle una carta a tú reina y yá. - sonrió.

De inmediato la pluma comenzó a moverse sobre el papel, haciendo que la princesa se molestará ante el entusiasmo que tenía por estar junto a Terry. Lucifer observaba a la peli-negra escribir, para asegurarse de que no escribiera algo estúpido, pero aquella sonrisa que tenía era lo que más le molestaba a la joven. ¿Tanto lo quería que está dispuesta a dejar todo atrás?

Al ella terminar, el albino asintió, dejando que ella fuera a doblar su ropa. - Al fin podré estar junto a mi querido.. - fue callada por Leo, quien estaba escondido juntó a su manada y decidió avalanzarse sobre ella para así enterrarle sus colmillos en el cuello y comenzar a devorarla con el resto de los felinos.

- Mm, es buena mintiendo. - comento el albino, colocando la carta en su bolsillo mientras sonreía.

La Pequeña Rebelde Del Grandchester (G. Terry x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora