Cap 134; Oportunidades

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En el patio, precisamente detras de un arbol, estaba Richard sentado sobre el pasto mientras era aprisionado por su querida esposa. La razon: el mayor literalmente secuestro a la peli-negra cuando se escapo de su celda y pues, de la nada habían escuchado los gritos de cierta castaña que era escoltada a los calabozos por lo que no les quedo de otra que quedar en esta posición.

- ¿Ya se fueron? - susurro la mujer, asomando un poco la cabeza para ver que la costa estuviera clara.

Era lógico que ella no se daba cuenta que estaba sentada en las piernas de su marido, y que este la mantenía en sitio con sus manos reposando en su cintura mientras él disfrutaba de tener por fin a la mujer que lo volvio loco encima.

- Todavía se le pueden escuchar los gritos a la loca. - respondio, lambiendose el labio.

- ¿Seguro? - cuestiono algo preocupada.

Aunque su preocupación se esfumo cuando noto que el Grandchester observaba su cuerpo, haciendo que sus cejas se juntaran. Sintiendo la mirada afilada de la mujer sobre él, Richard solo sonrio con picardia haciendo que esta se diera cuanta de lo que estaba haciendo.

- ¿A donde vas~? - se quejo como niño al ver que Elionor se quería levantar, por lo que él la mantuvo encima suyo mientras disfrutaba del sonrojo que habia en las mejillas de nieve de la menor.

- Tengo que preparle el almuerzo a Teirus. - mintió, tratando de forcejear fuera de su agarre.

El mayor rio levemente. - Querida, apenas y son las siete de la mañana. - le informo, la menor sonrojándose aun mas por la vergüenza. - Mmm~ - Elionor le miro molesta, molesta por el hecho de que ese imbécil tenia una gran sonrisa en sus labios mientras la veia con dulzura. - Jamas te lo dije.. - comenzo, tomando gentilmente el menton de la peli-negra entre sus dedos. - Pero me encanta cuando te sonrojas. - admitio en un susurro, provocando que el aliento se le fuera a la menor.

Sintiendo que la mujer se relajaba, Richard comenzo acercar su rostro al de la contraria con intensiones de besarla. Agradecia mucho que ella no se haya alejado ya que en verdad, desea hacer las paces con esta vieja.

Un bufido de caballo se escucho de repente. - ¿Huh?

Aquello alarmo a la dama de cabellos negros quien sin dudarlo dos veces, golpeo al mayor en sus partes baja para luego salir corriendo y dejarlo sufrir en agonia.

- Augh. ¡Elena! - la llamo entre gruñidos pero la nombrada ya se habia ido muy lejos. Una risa conocida sono por el aire, finalmente el duque se dio cuenta que cierta enana estaba allí junto a su corcel negro. - Te odio. - se quejo, gimiendo en dolor.

La pequeña volvio a reir. - No es culpa mia que no sepas controlar tus ansias. - se burlo, regalándole una sonrisa divertida.

- Lo dice la que se dejo hacerse chupones por mi hijo. - gruño mientras remiraba los ojos, aguantando otro quejido de dolor.

- Si vamos a ese caso, tu hijo es mucho mejor que tu. - admitio, ganadose una mirada ofendida del mayor. - ¿Que? Solo digo la verda. - se encogio de hombros. - Tu hijo pudo hacerme un amarre mientras que tu.. - le dedico una sonrisa burlona. - No puedes re-conquistar a tu esposa. - rio.

Richard remiro los ojos nuevamente. - Llevo cuatro días detras de ella. - se quejo con un suspiro. - Pero es mas terca que cuando la conocí. - gruño.

- Por eso, das pena. - se burlo, ganándose un leve empujon de Satanas. - Aunque no creo que este "dura". - sugirio, ganándose una mirada rara del mayor. - A lo mejor esta confundida. - concluyo, acariciando a su corcel quien exigía atención.

Él alzo una ceja. - ¿De que o porque?

La princesa suspiro. - ¿Alguna vez, la trataste como lo estas haciendo ahora? - pregunto, viendo como el contrario finalmente usaba su cerebro. - Le coqueteas, le sonries con picardia, le susurras cosas al oido.. - empezó a nombrar algunas cosas que él hace cuando esta con Elionor. - Ese comportamiento, jamás lo mostraste en el pasado y ahora que lo haces..

- Le incomoda. - interrumpio, apretando sus puños en molestia.

Ahora todo tenia sentido para él, estaba empeorando mas la cosa en vez de recuperar a su esposa.

La menor fruño el seño. - Eh, no. - corrigio.

El mayor se sorprendio un poco. - ¿No? - parpadeo unas dos veces.

- No imbécil. - repitió, Satanas relincho en burla. - Esas acciones, palabras, toques, hacen que tu querida ¡Elena! Se ¡exite! - exclamo, ya harta de que este pendejo no se de cuenta del efecto que tiene sobre la peli-negra.

- Oh. - fue lo único que logro decir.

- "Oh". - la princesa remiro los ojos, comenzando a alejarse. - ¡Y se supone que eres un hombre ¿no?! - grito, dirigiéndose al establo para darle agua a su caballo.

El Grandchester, aun estaba en estado de shock. No sabia que decir, jamás creyó que en verdad tenia oportunidad de recuperar a su esposa.

- ¡Gracias enana!

- ¡Pudrete!

La Pequeña Rebelde Del Grandchester (G. Terry x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora