Cap 44; Un Sueño que Perjudica, Sin Uno Darse Cuenta

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- Oh por Dios. - Eliza se llevó las manos a la boca, tenía lágrimas en las esquinas de sus ojos mientras miraba con horror la sangre que su hermano menor tocia.

- ¡Neil! - Sara trato de ir al lado de su hijo pero Elroy la detuvo.

- ¡¡¡Eric!!! - la cuarta princesa rugió al levantarse de su silla de inmediato, su espalda protestando ante aquello. - Venga Neil, escupe. - le ordenó a su amigo mientras le daba leves palmadas en la espalda. - Maldición.

Las puertas del comedor volvieron abrirse, dejando entrar al peli-azul junto a Oliver y Lucifer. - Ma'am. - el doctor suspiro, dirigiendose hacia el castaño mientras sus compañeros alejaban a su jefa. El mayor saco un pequeño frasco con un líquido de color blanco. - Huele. - le sijo al joven quién al olerlo, vomito en el piso aliviado.

- ¡Neil! - la madre del nombrado se zafó del agarre de Elroy, corriendo al lado de su hijo para abrazarlo.

Elroy fruño el ceño. - ¿Qué fue todo eso? - demandó.

- Fue envenenado su majestad. - respondio Lucifer, provocando que su jefa mirara a Eliza de golpe. - Y debió venir de la cocina. - añadió, tomando a la cuarta princesa en sus brazos—él sabía lo que esa mirada significaba y aunque quiere dejarla encargarse de esa loca, no está en posición para pelear y menos cuando cualquier alimento a su alrededor tiene la posibilidad de contener veneno. - Nos vemos. - se despidió, asintiendole a Oliver quien se dirigió a otro lado mientras el albino salía del comedor.

- Déjame ayudarte. - Albert le dijo a Eric al ver que el peli-azul llevaría al menor a su habitación.

- I..ire con ellos. - Eliza le dijo al rey quien asintió y dejo que su prometida fuera junto a su hermano.

- Está demente. - pensaron las princesas mayores con rabia, sabían que esos postres tenían algo raro pero jamás creyeron que la zorra iría tan lejos con para ponerles veneno.

¿Es que acaso no sabe que su mellizo le encanta la comida? Pues parece que no y lo peor de todo, es que provocó que su hermana menor tuviera a la prometida de su padre aún más en la mira.

~

En las afueras del castillo, estaba una sirvienta caminando de un lado al otro en el jardín—estaba nerviosa, muy nerviosa que cuando vio a un tigre de bengala acercarsele, estaba apunto de pegar un grito de auxilio pero una mano ahogo su grito.

- Shh. - le dijeron al oído, provocando escalofríos de miedo recorrer su cuerpo mientras el felino se le acercaba. - Tranquila, solo queremos hablar ¿vale? - rio levemente, soltando a la joven poco a poco para que lo viera. - ¿Fuiste tú quién sirvió los postres? - le pregunto viendo la sirvienta temblar como una hoja, estaba en presencia del tercero al mando de la pandilla más buscada—tiene razones para temblar. - Responde. - urgió después de un silencio, provocando que el tigre gruñera bajo y le sacara un asentimiento rápido con su cabeza. - ¿Porque?

La joven trago ondo. - Fue..fue una orden. - respondio en un susurró, viendo como el peli-verde asentía satisfecho.

- ¿De quién? - la sirvienta se quedó en silencio, irritando un poco al mayor. - Escucha, tienes suerte de que sea yo quien te esté interrogando en estos momentos porque si ma'am hubiera estado en mi lugar.. - sonrió al ver cómo la joven abría sus ojos como platos a la mención de su jefa. - Te hubiera hecho hablar hasta por los codos porque su amigo de la infancia ha sido envenenado, así que por favor, dame un nombre. - le pidió.

- Fue.. la reina Eliza. - confesó, trayendole una sonrisa enferma a los labios del peli-verde.

- Muchas gracias. - le agradeció, lanzandole una bolsa de dinero y darle la espalda. - Pero será mejor que te desaparezcas. - le dijo, largandose junto al tigre de bengala.

~

- Te odió. - le escupió el menor, viéndola con odió mientras ella veía el suelo. - Nunca piensas en lo que estás haciendo. - añadió, tomándose por completo el vaso de leche que Eric le había preparado. - ¿Y bien? - le pregunto, limpiandose el bigote blanco que tenía.

La mayor alzo su mirada, sus ojos aún mojados con lágrimas. - Yo nunca que lastimaria, Neil. - susurró, provocando que su hermano apretará su mandíbula. - Pero... - fue interrumpida por el vaso que hizo contacto con la pared.

- ¡Pero lo hiciste! - la señaló con furia. - ¡Tu sólo te preocupas por ti misma! ¡Que por poco matas a tu propio hermano! - gruñó.

Eliza fruño el ceño. - Tu me ibas a matar ¡si ese maldito mounstro no aparecía! - le recordó.

- ¡¿Porque coños será!? - se levantó de repente de su cama, dirigiendose hacia la mayor quien dió un paso hacia atrás. - Te lo dire una sola vez, Eliza. - le susurró en la cara. - Aunque asesines a la realeza entera, jamás, serás reina.

La Pequeña Rebelde Del Grandchester (G. Terry x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora