Cap 48; Por Fin

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Cómo le prometió Eric, la cuarta princesa logro acompañar a sus parientes en el desayuno a la mañana siguiente. Estaba aliviada por estar nuevamente junto a ellos pero noto, algo; sus hermanas estaban de malhumor y aunque no lo mostrarán en su rostro, podía ver aquel brillo de molestia en sus ojos al igual que los tres mosqueteros se veían inquietos—Neil también se veía tenso a su lado mientras comía pero no lo lograba entender.

¿Será por la ausencia del rey y Eliza? Nah, eso no tendría tanto efecto en ellos pero pueda que tenga que ver con los dos mayores por lo cuál, ella jugaba con un cuchillo algo distraída.

Aquella inofensiva acción, llamo la atención de la señora Elroy. - ¿Sucede algo, T/N? - pregunto, haciendo que la nombrada la viera.

- Solo pienso en tonterías. - respondio con un bostezó, haciendo una maniobra con el cubierto que tenía en la mano.

- La última vez que pensabas en tonterías, por poco y le vuelas la cabeza a un panadero. - comento Albert, haciendo que los presentes rieran y su amiga le mirará feo.

Sara ladeó su cabeza a un lado, una pequeña sonrisa en sus labios mientras veía a la menor de todos. - ¿Podría ser que estás aburrida? - pregunto, la sonrisa aún sin dejar sus labios.

- Mmm, podemos decir que si. - la rebelde asintió.

- Pues te sugiero que vayas a ver a Satanás. - comento Neil, sonriendole a su amiga. - Está que rompe el establo. - trago ondo.

Al oír el nombre de su corcel, los ojos se le llenaron de estrellas a la menor mientras terminaba en un segundo su desayuno. - ¡Nos vemos más tarde! - se despidió, comenzando a correr en dirección a los establos.

~

Al llegar a su destino, logro escuchar los relinches de fastidio de su corcel mientras alguien trataba de calmarlo. - Quieto. Quieto, muchacho. - escucho, mientras se paraba en la puerta para ver cómo el caballo le desobedecia al peli-negro, ésto sacandole una pequeña risa. - ¿Uh? ¿Enana? - se dió la vuelta al escuchar su risa, el caballo también calmandose al ver su dueña. - ¿Que haces aquí? - pregunto confundido.

La menor se encogió de hombros mientras se acercaba a su caballo, acariciandolo con cariño. - Solo vine a ver qué le hacían a mi cabello. - sonrió al ver que el corcel bufeo tranquilo ante su toque.

El peli-negro soltó un mofido, llamando la atención de la princesa. - Y yo creyendo que viniste aquí porque me extrañaste. - rio a carcajadas, haciendo que la menor apretará la mandíbula.

- ¿Porque te extrañaría? - pregunto con el ceño fruñido, cortando la risa del mayor. - Si nisiquiera fuiste a ¡visitarme! - exclamó, dándole un golpe en el pecho. - ¡Te fuiste sin decir nada! - le volvió a dar, su fuerza sin cambiar. - ¡Y yo creyendo que...!

El puño de la menor fue sostenido por la mano del Grandchester mientras que este, le cortaba la voz con sus labios haciendo que la menor se tensara de inmediato mientras Terry, le rodeaba la cintura con su otro brazo muy relajado. La princesa lo veia con ojos de plato mientras que los de él estaban cerrados, sus labios moviéndose contra los de ella con agilidad mientras que ella le trataba de corresponder con movimientos lentos mientras sus pequeñas manos se posaban en los hombros del mayor. ¿Qué se puede decir? ¡Es el primer beso de la princesa, por Dios! No sabe que carajos hacer o como actuar así que hacía lo que podía, esto enfureciendola mientras Terry disfrutaba de su ternura al tratar de corresponderle—para él era genial su lentitud y timidez que le daba gracias a Dios que la joven no se haya apartado de golpe, y le diera un puñetazo para sacarle las muelas.

- Café.

- ¡Mngh! ¡Ah~!

Ambos llevaban un vaivén lento y suave, dándole oportunidad al mayor para que logrará saborear el café—amargo—que la princesa había tomado la anterior noche y está mañana. A la menor tampoco le molestaba este ritmo ya que, podría acostumbrarse a estos besos tan repentinos del peli-negro. Con respiración pesada y leve, ambos decidieron por fin apartarse para tomar aire mientras un hilo de saliva gruesa los unia. Terry la veía a los ojos mientras entres sus manos tenía el rostro de la rebelde quien se aferraba a su camisa, él buscaba aquél brillo de molestia en aquellos ojos (c/ojos) mientras ella trataba de normalizar su respiración por lo cuál se sorprendió, al verla sonreír ampliamente.

- Me hubieras besado antes, ¿sabés? - le susurró, viendo como el mayor se relajaba y le regalaba una pequeña sonrisa.

El peli-negro unió sus frentes, la sonrisa aún en sus labios. - Mis disculpas, su alteza. - dijo, haciendo que la menor sonriera con un poco de molestia.

Ella sabía que Terry solo jugaba ya que él sabe que a la menor no le gusta que le hablen así, pero puede dejarlo pasar por hoy...

Terry volvió a acercar sus rostros, la menor apretando su camisa entre sus manos mientras él la volvía a besar.

...la mañana está muy buena para ser arruinada de repente.

La Pequeña Rebelde Del Grandchester (G. Terry x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora