La Pequeña Rebelde Del Grandchester (G. Terry x Lectora)

Cap 86; Disculpas

- ...podríamos enseñarles algunas de nuestras técnicas. - sugirió la menor mientras caminaba al lado de Tom.

Terry logró escuchar la voz de su novia, cosa que le alegro ya que ya puede sentir los moretones formarsele en el rostro de tantos golpes.

- Y pues.. - la princesa escuchó un gruñido de dolor y dirgiendo su mirada al sonido, vio a sus ahijados a punto de matar a su novio a golpes mientras su tercer en comando reía en el suelo. - ¡Ricky y Ebrahim GOD! - exclamó provocando que los gemelos detuvieran sus golpes y dejarán que el peli-negro respirara.

- 'Amá~ - los pequeños se quejaron viendo como su madre se acercaba a ellos con Tom a sus espaldas.

- Venga. Abajo. - les ordenó a los dos para ayudar a su novio mientras ellos bufeaban. - ¿Qué se supone que significa esto? - pregunto con el ceño fruñido, viendo de reojo a Eric quien desvío la mirada para aguantarse las ganas de reír.

- Él empezó. - los pequeños apuntaron al peli-negro, quién se vio ofendido ante su acusación.

- Oh, claro que él empezó. - dijo sarcástica, fulminando al padre de los gemelos quién sonrío nervioso. Soltó un suspiro. - Hablamos luego, Tom. - se despidió, encaminadose a la enfermería con su novio.

- Lo hicieron bello, muchachos. - alago Eric después que su jefa se fuera, haciendo que sus hijos sonrieran orgullosos de simismos y chocaran los puñitos.

- Les quedó divino. - les guiño un ojo el vaquero. - Pero creo que después, les darán un sermón. - les recordó haciendo que los menores bufearan en molestia.

En la enfermería, estaba aquél peli-negro ojos azules sentado en una silla mientras era atendió por una enfermera mientras que su novia, estaba en una esquina del cuarto con los brazos cruzados y sus ojos más oscuros que antes.

Estaba molesta, obvio, pero nobles haría daño a sus gemelos favoritos que son sus hijos/ahijados pero si los iba a castigar ya que aunque señas de que a ellos no le cae del todo bien Terry, y de que el peli-negro tuvo que decir algo in pensarlo debía hacer algo para que esos tres de lleven bien si o si.

Comenzó a pensar en cómo acabar con estas estúpidas peleas antes de que sea tarde que non se percató del comportamiento coqueto que tenía la enfermera con su novio, quien estaba un tanto molesto e incómodo por la actitud de esta mujer. Tenía a su novia literalmente a unos cuantos metros de distancia y para el colmo, estaba de mal humor que si se llega a dar cuenta de lo que la enfermera estaba haciendo, pueda que termine sin manos.

- Ya. Es suficiente, gracias. - dijo finalmente el peli-negro, alejando su rostro de las manos de la enfermera.

La enfermera soltó una risa tonta. - Señor Terrence, aún no.. - una acercarse nuevamente pero fue detenida con el agarre que la princesa le montó sobre su muñeca, haciendo que el mayor ensanchara sus ojos.

- Creo que ha dicho que es suficiente. - dijo con su voz tranquila la cuál resono por toda la habitación, penetrando el corazón de la mujer a quien le temblaba todo el cuerpo. - Sal de aquí. - le ordenó, arrebatandole la pinza de las manos y tomar un pedazo de algodón nuevo después de botar el viejo. - Yo me encargo. - dijo mientras mojaba el algodón con alcohol.

La enfermera retrocedió de inmediato cuando su muñeca fue liberada, haciendo una reverencia profunda aunque la princesa no le dirigiera la mirada. - Con su permiso, señorita. - dijo, saliendo de una al decir aquello ya que no sabía que le ocurriría si se quedaba un segundo más en esa habitación.

Terry parpadeo ante el miedo de la enfermera. - No creo que debiste ser tan dura, T/N. - comentó suave, ignorando el hecho de que esa mujer le estaba coqueteando desde que llegó.

- Mm. - fue la respuesta desinteresada que recibió mientras la menor tomaba su barbilla entre sus pequeños dedos, para limpiarle con sumo cuidado las heridas con el algodón húmedo.

Terry observo el rostro de su novia; estaba algo relajado, con el ceño fruñido, los labios apretados, su respiración era normal y con la mandíbula apretada si prestabas atención, el aura amenazante de hace un rato no era tan intensa pero si seguía a su alrededor por lo que el peli-negro comenzó a preocuparse.

- Lo siento. - se disculpó, provocando que la menor detuviera sus movimientos y le viera de repente.