Cap 84; Un Regaló de bodas

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Mientras la ceremonia se llevaba acabo, en algunos rincones del lugar estaban hombres armados hasta los dientes vigilando que ni una mosca pase por esos lados y, detrás de ellos y fuera de la vista y oídos de la gente, estaba cierta enana viendo con placer como sus queridos gatitos se comían vivos a espías que querían gritar en agonía y dolor, el único problema que tenían, era que sus lenguas fueron cortadas y sus bocas fueron cosidas como si de un trapo viejo se tratara. Tenían tiempo vigilandolos y la princesa lo sabía, sabía que los estudiaban para atacar a la realeza cuando les plasca.

Jamás quisieron revelar quien los contrato para espiarlos pero el tatuaje "𝓔𝓜" les delató, aquellas letras en corrido obviamente significaban; “Enrique/Elías Monarquiz”, pero ellos no eran el pez gordo sino que era cierta castaña, que no sabe cuándo carajos rendirse.

- Leo. - el felino junto a su manada llena de sangre vieron a su dueña. - La cabeza no, por favor. - les ordenó, ganándose unos gruñidos para que los felinos continuarán con su almuerzo.

- ¿Y eso porque? - la miro raro Eric.

- Será un regaló, Eric. - miro al mayor. - Un regaló, para demostrar mis sinceras disculpas por no haberlos invitado a la boda de mi hermana. - sonrió inocente, haciendo que el mayor riera levemente.

Con aquello ya dicho, ambos se dirigieron al lugar de la boda para pararse al fondo y estar detrás de los pequeños Gods que prestaban atención a lo que sucedía, estaban alerta—igual que su padre.

La cuarta princesa dirigió su mirada al altar dónde puedo ver cómo los novios ahora intercambiaban los anillos, esto trayendole una amplia sonrisa a sus labios—para que no la conocen, parecería que estuviera tramando un homicidio. Aplausos, gritos de alegría y silbidos llenaron el lugar cuando los recién casados, se dieron un beso para dar inició a la celebración.

Tan pronto como los recién casados bajaron del altar, los sirvientes y guardias comenzaron a acercarse para felicitarlos desde el Este y Oeste al igual que le entregaban sus regalos. Viendo que los regalos estaban siendo entregados, los gemelos vieron específicamente a su madrina—y no a su padre—quien asintió en aprobación. Con aquella señal ya dada, los gemelos salieron corriendo hacia la pareja para ofrecerles sus regalos, ganandose unos “aww~” de los presentes y, por si fuera poco, los guardaespaldas de T/N también se acercaron con sus regalos—los cuales eran infinitos por cierto.

Una melodía suave comenzó a sonar mientras la pareja se preparó para cortar aquél pastel de cinco pisos, y compartirlo con sus invitados para así, todos tomar asiento y dejar que el rey dijera unas palabras.

- Pues, um.. - comenzó con una sonrisa, indeciso con sus palabras. - Quiero felicitar a mi hija, Patricia White-Conwell y a su ahora esposo Stear Conwell, por haber contraído matrimonio en este maravilloso día. - miro a la pareja. - Siempre tendrán mis bendiciones en las buenas, y en las malas. - los jóvenes le sonrieron agradecidos mientras los presentes aplaudían. - Ahora, quiero pasarle la palabra a Ma'am. - dijo aún sonriente, ignorando como sus amigos se tensaban al oír ese nombre. - Quien es una gran amiga de la familia real y, la responsable se que está hermosa celebración se haya llevado a acabo. - miro a su cuarta hija quien no se veía molesta al ser llamada “amiga cercana” de la familia y pues, tampoco quería crear un escándalo al revelar su verdadera identidad como la cuarta hija del rey.

La (c/piel) comenzó a caminar hacia el centro de la sala, sonriendo levemente al ver cómo los amigos de su padre le miraban con algo de miedo y curiosidad. - Como dijo el rey.. - comenzó, apretando sus labios al ver cómo los mayores se sobresaltaron. - Estamos hoy aquí reunidos para celebrar la unión de dos almas que se aman eternamente. - le sonrió a su hermana y ahora cuñado. - Princesa Patricia, Stear. Son personas muy cercanas a mi corazón y les atesoro como si fueran mi familia, por lo cuál, yo solo les deseó que tengan una larga vida como pareja. - sonrió divertida, tronando sus dedos para que el cuadró que ella tenía a sus espaldas, fuera descubierto por uno de sus hombres.

La pintura dejo a muchos con las palabras en boca ya que en ese cuadro, estaban retratados los recién casados con enormes sonrisas en sus rostros mientras veían el atardecer cerca de un río. La pintura le trajo pequeñas lágrimas de felicidad a su hermana, quien corrió hacia ella para abrazarle mientras los presentes aplaudían con felicidad.

La Pequeña Rebelde Del Grandchester (G. Terry x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora