En aquella espaciosa y fría oficina, estaba un señor peli-rojo en sus veintes sentado en la silla de su escritorio mientras veía serio a Terry tras sus lentes. Algo de luz entraba por las ventanas pero aún asi la princesa, quien aun estaba en los brazos del peli-negro, podía sentir el aura fria que provenia de Terry y la aura amenazante que estaba por todos lados gracias al peli-rojo.
- ¿Me harías el humilde honor de bajarla, por favor? - pregunto el señor con toda la calma posible que tenía.
- ¿Y si no quiero? - el menor reto. - ¿Quien eres para darme órdenes? - alzó una ceja.
Escuchando lo irespetuoso que era el chico, el peli-rojo se levantó de su silla. Él era unos cuantos centímetros más bajo que Terry pero más alto que la rebelde, mientras seguía emitiendo aquella aura que gritaba peligro. - Miler Hudson, ingeniero de los barcos que exportan nuestros bienes. - respondió, una pequeña sonrisa se adueñó de sus labios. - Asi que, literalmente, soy tu superior niñito. - se burló.
El peli-negro sono su lengua con fastidio mientras ponia a la menor en el suelo, sonriendo luego de escucharla reír levemente.
- Bien. - Miler volvió a sentarse, esta vez cruzando las piernas mientras veía a la princesa. - ¿Que se te ofrece, pequeña? - pregunto con una sonrisa, haciendo que Terry remirara sus ojos.
- Solo vine a decirte que Terry, no usará más el uniforme. - informó, el mayor alzando una ceja.
- ¿Y eso?
- ¿Cómo que y eso? Si los sirvientes no se sienten cómodos, pueden usar su ropa. - también alzo una ceja.
- ¿Y porque yo lo uso? - se señaló asimismo.
- ¿Porque a ti te da la gana? - la menor respondió, el peli-negro riendo levemente mientras el peli-rojo fruñia el ceño.
- Acuérdate quien ponía las reglas, enana. - le recordó, haciendo que la nombrada se quedará callada.
- Tú mismo lo dijiste, Miler. - hablo suave, haciendo que los varones se sobresaltaran. - Eliza ponía las reglas. - sonrió. - Ahora llegué yo. - finalizó, haciendo que los mayores sonriera.
~
- Te ves muy contenta, T/N. - Sara comento cuando la cena fue servida y al escuchar aquello, los presentes se centraron en aquella hermosa sonrisa que estaba en los finos labios de la joven. - ¿Que te tiene de tan buen humor? - sonrió.
- ¿Mataste a alguien? - pregunto Neil, ganándose una mirada fea de la menor. - Sabes que me quieres. - le dió un beso en la mejilla, haciendo que ella remirara los ojos.
- ¿Enserio mataste a alguien? - la señora Elroy pregunto con asombro.
- ¡Noo! - la menor exclamó con el ceño fruñido. - ¿Es un crimen sonreír ahora? - se quejo, logrando escuchar como Archie trataba de no reír.
- Pues.. - comenzó Candy. - En tu caso, si. - sonrió mientras los demás asentían.
- ¡Tsk! El colmo. - se cruzó de brazos. - Solo pensaba que aun tengo unos cuadros que terminar y que mañana, nuestro padre, ira a cabalgar con nosotras. - mintió pero la estúpida sonrisa se volvió a dibujar en su rostro.
- ¿¡Enserio!? - exclamó emocionada Annie.
- Enserio. - el rey sonrió.
- Hace tiempo que no montamos a caballo juntos. - comento Patricia. - ¿Les gustaría venir, tías? - le pregunto a las mayores.
- Estoy muy vieja para eso, mi niña. - Elroy rio levemente.
- Ustedes diviértanse, nosotras los esperaremos. - Sara sonrió.
- Querido. - Eliza llamo a su prometido. - Creí que mañana sería un día para nosotros. - fingió tristeza.
- Mis disculpas, querida. - coloco su gran mano sobre la de su prometida. - Te prometo que otro día será. - le sonrió, haciendo que las cuatro princesas apretarán sus mandíbulas.
~
Mientras aquello ocurría en el castillo, en la colina vecina estaba Terry con la acompañia de un café admirando las estrellas que el cielo de la noche le ofrecía. El joven tenía una sonrisa en sus labios al recordar su primera vez que le habló a la cuarta princesa desconocida, nunca se olvidaría el como ella le hacía sentir cuando estaban cerca.
Su madre en verdad tenía razón, necesita hacer su final feliz antes de que se le escape ¿pero como?
- Disculpe. - escucho una voz hablarle. - ¿Puedo sentarme contigo? - pregunto la peli-negra.
El joven la miro de arriba a bajo, cayendo en cuenta de que era una mucama la cuál nunca había visto. - Claro. - dijo despreocupado, viendo como la extraña se sentaba muy cerca para su gusto pero no dijo nada.
- Mi nombre es Maritza. - la joven se presentó, ofreciendo su mano hacia él.
- Terrence. - ignoro la mano de la chica, procediendo a tomar su café.
Maritza bajo su mano avergonzado, quien diría que conquistar al gran Terry sería todo un desafío. Se quedaron en silencio un rato hasta que una suave brisa soplo, haciendo que Maritza temblará, al notar aquello Terry soltó un suspiro de fastidio mientras se quitaba la chaqueta y se la ofrecía pero ella, solo lo vió con asombro.
- ¿La quieres o prefieres morirte de frío? - alzó una ceja.
La peli-negra tomo la chaqueta con gratitud, poniendosela de inmediato. - No eres tan canalla como dicen. - sonrió.
- No has visto nada. - rio levemente el mayor, haciendo que el corazón de Maritza se detuviera por unos segundos.
¿Podría en verdad llevarse a cabo su plan, sin problemas?
Aunque, Terry tenía otros planes para la joven—no eran malos, pero si le ayudaría a él.
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La Pequeña Rebelde Del Grandchester (G. Terry x Lectora)
FanfictionBasado en el anime "Candy Candy" y la novela/serie llamada "El Sultan". Está historia la escribí en cuadernos y lapicero, los errores autógraficos me los corrigió mi hna quien fue la primera en leer esta historia, si ustedes logran identificar algún...