—Desde hoy empezarás tus entrenamientos con mi hijo mayor, Hiashi—aclaró el Hyūga mayor.
Asentí y miré a mi alrededor encontrándome con la cara de disgusto de todos. Miré fijamente al hombre que iba a poner en mí el Hyūga Sōke no Juinjutsu, quien ahora le hacía falta uno de sus brazos.
—Ve al campo de entrenamiento, te estarán esperando allá.
"Espera...¿estarán?"
Obedecí y me marché del lugar en silencio. Llegué al campo de entrenamiento y vi a mi tío Hiashi quien estaba acompañado de un anciano... el Hokage.
—Buenos días, Hokage-sama. Es un honor su visita —hice una leve reverencia e ignoré por completo la presencia de mi tío.
—Gracias, T/N —me dio una cálida sonrisa mientras colocaba nuevamente la pipa en su boca—. Así que es ella...
—Está en lo correcto, Hokage-sama.
Estaba algo asustada porque sería mi primera vez entrenando y aunque posea fuerza y determinación necesito perfeccionarme. No pude evitar soltar un gemido de dolor cuando sentí un fuerte golpe en mi espalda que me estampó contra el suelo. Levanté mi vista viendo a Hiashi con una sonrisa arrogante. Enojada me levanté del suelo sintiendo un enorme dolor que se fue disipando.
—¿Así que tomando ventaja, Hiashi-sama? —dije lo último en tono burlesco.
Empecé a correr en dirección a él para intentar atacarlo.
—¡Ja! ¿Estás loca? ¿Te atreves a intentar atacar a un Hyūga de frente? —escuché su irritante voz.
Sonreí debido a su confianza y empezamos una breve pelea utilizando Taijutsu. Él esquivaba mis ataques con facilidad y yo los suyos. Me distraje un momento y recibí uno de sus golpes en mi hombro izquierdo. Sentí un dolor inmenso pero seguí atacándolo. Hiashi me había bloqueando casi todos mis puntos de chakra pero yo contaba con un truco secreto.
Nos mantuvimos a una distancia considerable y aproveché esto para acariciar mi pecho del cual empezó a brotar una luz blanca.
—¡Ishiki Musabori no Jutsu!
Tras esto, pálidos brazos salieron de mi pecho y se fueron acercando a Hiashi velozmente quien me veía horrorizado. Los brazos atraparon al Hyūga y lo rodearon. Luego de unos segundos los brazos se adentraron nuevamente en mi pecho, desapareciendo completamente. Me acerqué a Hiashi quien yacía de rodillas con la mirada perdida. Estaba en transe. El Hokage se acercó a mi y noté que la pipa se había caído de su boca.
—Increíble... —susurró—. ¿Puedes... puedes regresarlo a la normalidad? —asentí y coloqué una mano sobre los ojos de Hiashi.
Volvió a la normalidad tratando de ocultar su espanto.
—El entrenamiento ha terminado —habló el Hokage con su respectiva voz calmada—. T/N se unirá a la academia.
Hiashi iba a protestar sabiendo que los miembros de la rama secundaria del clan no tienen ese tipo de derecho pero no podía contradecir al Hokage así que se limitó a asentir.
—Puedes retirarte.
—Entendido, Hokage-sama —luego de una reverencia me fui del lugar, dirigiéndome a mi hogar.
Mientras caminaba pensé que no quería ir a casa aún, estaba muy aburrida así que como pude salí del distrito sin ser detectada y fui a la aldea.
Caminaba observando todo a mi alrededor, nunca me cansaría de apreciar la aldea. Pasaba frente a un puesto de comida que captó mi atención y mi estómago empezó a rugir. Me quedé unos minutos observando aquel local con tristeza ya que no tenía dinero.
—¿Tienes hambre? —habló una suave voz, difícil de olvidar.
Me giré y lo vi, era él.
—Oh... eres tú —solté una risita nerviosa.
—Así es —dijo rascando su nuca.
Nos quedamos en silencio por unos segundos hasta que él volvió a hablar.
—¿Quisieras acompañarme a comer? —su propuesta me hizo sonrojar por completo.
—S-Si no es molestia.
—No lo es. Ven —tomó mi mano y me llevó hasta uno de los asientos del pequeño local.
Nos sentamos y me puse nerviosa al ver que no había soltado mi mano. Cuando este se dio cuenta la quitó apresuradamente.
—L-Lo siento.
Yo solo asentí dándole a entender que todo estaba bien.
—¡Oh! Que niños tan adorables —habló la mujer encargada del local—. ¿Qué les gustaría?
—¿Te gustan los dangos? —el niño se giró hacia mí y yo asentí tímida—. Bien. Dos servicios de dangos, por favor.
La señora desapareció tras una cortina dejándonos solos. Aproveché e hice la pregunta que invadía mi mente desde que lo vi en el festival.
—¿Cuál es tu nombre? —cuestioné mirando aquellos orbes negros.
—Soy Uchiha Itachi, ¿y el tuyo?
—Soy Hyūga T/N. Un gusto Uchiha-san.
—Puedes llamarme solo por mi nombre —sugirió incómodo.
—Está bien... Itachi-kun —le sonreí simpáticamente.
Un sonrojo se coló en su rostro y al darme cuenta me reí suavemente.
—¿Qué es tan gracioso? —acercó mucho su rostro al mío con una expresión seria lo que casi me provoca un desmayo—. ¿Estás bien? —yo solo asentí.
La mujer apareció tras la cortina con los dangos y nos dejó nuevamente solos. Dejé que Itachi-kun comiera primero y pude ver su expresión de deleite tras comer. Quedé embobada viendo sus facciones.
—¿Me vas a mirar para siempre? —dijo aún comiendo con los ojos cerrados.
—Y-Yo —las palabras no salían debido a la vergüenza que sentía.
—Es broma —rió un poco y dirigió su vista hacia mí.
Comimos y salimos de aquel local caminando tranquilamente por la aldea. Vi que no apartaba la vista de mí mientras caminábamos.
—¿Qué tanto me ves? —dije ya nerviosa por su mirada.
Se quedó en completo silencio por unos segundos hasta decidió responder.
—Eres rara.
Iba a protestar por su extraña respuesta pero fui interrumpida por una chillona voz.
—¡Itachi-kun!
Ambos nos giramos para ver de quien se trataba y vi a una niña castaña corriendo hacia nosotros.
—¿Izumi?
La chica llegó donde nos encontrábamos y antes de hablar tomó un poco de aire.
—¡Prometiste que hoy íbamos a entrenar juntos! —tenía el ceño fruncido.
—Oh, sí. Lo siento, lo olvidé —Itachi-kun volvió su vista hacia mí—. Aquí me despido, fue un gusto T/N.
—Hasta luego, Itachi-kun.
Me di cuenta que aquella niña me miraba de manera inusual haciéndome sentir incómoda. Luego de despedirme me fui lentamente hasta mi hogar.
"Itachi-kun..."
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• Trozo de Luna • [Itachi Uchiha]
Fanfiction"Tu destino ha sido elegido en el momento que llegaste a nosotros" T/N, con sus ojos, piel y cabello blancos como la misma luna, es la encarnación terrenal de su resplandor. Su belleza evoca tanto la tranquilidad de la luna como su poderío, pero tam...