19. Komyunikēshon

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A lo largo de las noches, donde la luna desplegaba su esplendor en el lienzo celestial, Ayame guiaba a T/N en un ballet de rituales místicos que se entrelazaban con la historia antigua de la aldea. La anciana líder ejecutaba movimientos precisos, pronunciando palabras que resonaban con el eco de generaciones pasadas. La luz de la luna acariciaba cada gesto, proyectando sombras danzantes que se deslizaban por los rincones del lugar sagrado.

—Estos rituales son más que meras ceremonias,
T/N-san. Son el puente que te conecta con la luna y que te ayudará a reconciliarte con el ser interior que llevas contigo —compartió Ayame con una mirada que reflejaba el peso de la sabiduría ancestral.

Cada sesión de rituales se convertía en una experiencia única y significativa. T/N, inmersa en la práctica, sentía cómo la dualidad dentro de ella respondía a la armonía de los gestos de la jefa. Aunque el demonio interior no desaparecía por completo, parecía encontrar una especie de paz temporal frente a la sinfonía lunar.

—Observa cómo cada movimiento tiene un propósito. Los rituales son un diálogo con tu propio poder, una danza sagrada que te ayudará a abrazar la luz que reside en tu interior —susurró Ayame, compartiendo la sabiduría que flotaba en el aire cargado de misticismo.

El entrenamiento avanzaba y los rituales se volvían más profundos y envolventes. Las noches de luna llena se convertían en un escenario mágico, donde T/N exploraba los misterios de su propia esencia bajo la guía sabia de la jefa. La danza continuaba, entre velas que parpadeaban y el suave murmullo de palabras ancestrales, desvelando los secretos del poder que descansaba en el corazón de T/N. La luz de la luna, testigo silente de esta conexión, tejía un vínculo entre el presente y la eternidad.

A medida que la luna avanzaba por su ciclo celestial, T/N encontraba consuelo en la repetición de los rituales lunares. Aquellas noches, con el aroma a incienso impregnando el aire y las estrellas parpadeando como guías cósmicas, se convertían en un refugio espiritual donde la joven ninja se sumergía en el tejido de su propia existencia.

Las antiguas melodías de los rituales resonaban en el recinto, acompañadas por el suave murmullo del viento que susurraba secretos ancestrales. T/N seguía cada movimiento de Ayame con atención, absorbiendo la sabiduría que se desprendía de cada gesto. La jefa, con la solemnidad que solo la experiencia podía otorgar, guiaba a su aprendiz a través de la coreografía mística de los rituales.

—T/N-san, estos rituales no solo buscan calmar al demonio interior, sino también ayudarte a comprender tu propósito en este mundo. Cada palabra recitada y cada movimiento ejecutado son una invitación a explorar la esencia misma de tu ser —expresó Ayame, cuyos ojos transmitían una paciencia eterna.

En medio de las velas titilantes y las sombras que danzaban en las paredes, T/N abrazaba la conexión con su poder interior. Los rituales se volvían momentos de introspección, donde el río de su conciencia fluía en armonía con la energía lunar. Ayame, como la guardiana de antiguos secretos, desvelaba capas de significado en cada gesto, revelando la riqueza espiritual que moraba en la joven aprendiz.

—Cada fase de tu entrenamiento ha sido como la sucesión de las fases lunares, T/N-san. Así como la luna atraviesa diferentes etapas, tú también estás evolucionando en tu propio viaje. Los rituales son un recordatorio de que eres parte de algo más grande, un eslabón en la cadena eterna de la existencia —compartió Ayame, sus palabras resonando en la quietud de la noche.

Con el tiempo, T/N percibía cómo la danza de los rituales se entrelazaba con su propia transformación. La luna, testigo silente de su crecimiento espiritual, proyectaba su luz sobre el rostro sereno de Ayame, marcando el camino hacia la comprensión más profunda del poder que yacía en el interior de T/N. La joven ninja, imbuida en la magia de esas noches, se preparaba para el siguiente acto en esta sinfonía lunar de autodescubrimiento.

En las noches de rituales lunares, cuando la jefa guiaba a T/N por los misteriosos caminos de los rituales, la conexión entre la ninja y el demonio interior se tornaba más evidente. La jefa, con su kimono lunar ondeando en la brisa nocturna, lideraba las ceremonias mientras T/N, envuelta en la luz de la luna, se sumergía en la contemplación.

—La luna llena es la puerta al mundo del espíritu. En este momento sagrado, T/N-san, tu demonio interior se comunica con nosotros. Presta atención a sus palabras sutiles y deja que guíe tu corazón —aconsejaba la jefa con la solemnidad que solo las noches de luna llena podían inspirar.

Durante la meditación lunar, T/N experimentaba la creciente presencia del demonio. Su voz, un susurro etéreo, se entretejía con las ráfagas de viento nocturno y el suave murmullo del arroyo cercano.

—Habla, T/N-san. Explora los recovecos de tu alma y permítele a tu demonio interior compartir su sabiduría contigo —instaba la jefa, quien observaba con respeto la conexión espiritual de la joven ninja.

En medio de esa noche estrellada, T/N abría su ser al diálogo con el ente interior. Visiones se desplegaban ante sus ojos cerrados, mostrándole fragmentos de su historia ancestral y revelaciones sobre el propósito de su existencia. En estas conversaciones silenciosas, la esencia misma de la luna parecía tejer sus hilos en el tejido del destino.

—Eres la portadora de la luz lunar, T/N-san. Tu linaje se entrelaza con los destinos de las estrellas y la inmortalidad de la luna. No temas abrazar tu conexión conmigo. Juntas, seremos guardianas de la noche eterna —susurraba el demonio, su voz envuelta en la resonancia de los ecos cósmicos.

T/N, aunque inicialmente desconcertada por esta íntima comunicación, se sumergía con valentía en la experiencia. Preguntas sin respuesta encontraban eco en la voz del demonio, y el manto estelar parecía responder a cada pensamiento, creando un diálogo que resonaba en los confines de su ser.

—¿Cuál es mi propósito? ¿Cómo puedo controlar este poder? —preguntaba T/N en el silencio de su mente, mientras el demonio le ofrecía fragmentos de sabiduría ancestral y visiones de un futuro entrelazado con el cosmos.

—Tu destino, T/N-san, se despliega como los pliegues de un kimono celestial. Abraza tu papel como guardiana de la luz lunar y permite que las estrellas guíen tu camino —respondía el demonio, su voz reverberando en armonía con los susurros de la noche.

Así, en estas noches sagradas de rituales lunares, la conexión entre T/N y su demonio interior se transformaba en un diálogo espiritual que trascendía las fronteras de la realidad tangible. Cada palabra, cada visión, tejía un vínculo más fuerte entre la ninja y el poder que la habitaba, desvelando los misterios de su linaje y la promesa de un destino cósmico.

• Trozo de Luna • [Itachi Uchiha]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora