• Trozo de Luna • [Itachi Uchiha]

24. Tanken suru

T/N observó la desaparición de Kakashi con una mezcla de escepticismo y alivio. La puerta se cerró tras ella, dejándola sumida en el silencio de su nuevo refugio. Sus pensamientos danzaban entre el presente y el pasado, entre el resentimiento y la aceptación forzada.

Se encontró con la sala de estar, con muebles sencillos que esperaban ser utilizados y decorados.
La luz tenue de una lámpara en una mesa lateral creaba una atmósfera acogedora, y las sombras danzaban en las esquinas, creando un contraste peculiar. T/N dio unos pasos cautelosos, sintiendo la textura del suelo bajo sus pies. Este lugar, aunque más modesto que el de sus recuerdos, sería su refugio en Konoha.

El olor a nuevo se mezclaba con la esencia de madera recién instalada, y T/N no pudo evitar esbozar una sonrisa ante la simplicidad de su nuevo hogar. Al explorar las habitaciones, se dio cuenta de que cada rincón era un lienzo en blanco esperando ser llenado con sus propias experiencias y recuerdos.

Las ventanas dejaban pasar la brisa nocturna, susurros suaves que acompañaban el silencio del lugar. En la cocina, utensilios básicos aguardaban, listos para ser utilizados en la creación de comidas que teñirían el lugar con sus propios sabores.

Aunque pequeño, el departamento emanaba un aire acogedor y personal. T/N imaginó cómo podría decorar cada espacio con detalles que reflejaran su personalidad y sus vivencias. Las paredes, aunque desnudas en ese momento, serían testigos de su historia en Konoha.

Al asomarse por la ventana, las luces distantes de la aldea parpadeaban como estrellas en la oscuridad. La vida en Konoha continuaba, y T/N estaba lista para sumergirse en esa corriente, decidida a no dejarse llevar por las restricciones impuestas.

Con una mezcla de emoción y determinación, T/N se recostó en el pequeño sofá de la sala de estar, contemplando la aventura que le aguardaba en su nuevo hogar. Las sombras del pasado se disolvían ante la luz de un futuro que ella misma esculpiría.

El amanecer en Konoha pintaba los tejados de dorado, y T/N, consciente de su dualidad entre la luz y las sombras, se preparó para enfrentar el día. Antes de salir de su hogar, ejecutó con destreza el jutsu de transformación, alterando su apariencia para pasar desapercibida en la bulliciosa aldea.

Con paso ligero y una sonrisa traviesa, T/N se deslizaba entre la multitud, deleitándose en la sensación de anonimato. Las miradas curiosas no lograban atravesar su disfraz, y la joven disfrutaba del juego de ocultar su identidad.

Decidió dirigirse al área de entrenamiento, donde la actividad ninja llenaba el aire con la energía característica de Konoha. Mientras se sumergía en sus propios ejercicios, una voz familiar interrumpió su concentración.

—T/N, parece que no has perdido tu toque.

Al girarse, se encontró con Kakashi, siempre misterioso tras su máscara. Una chispa juguetona brilló en los ojos de T/N.

—Hatake-san, siempre apareciendo de la nada, como un auténtico maestro ninja.

Kakashi respondió con una sonrisa burlona que apenas se vislumbraba bajo su máscara.

—Después de todo, las sorpresas son nuestra especialidad.

T/N soltó una risa ligera y se acercó con actitud desafiante.

—Bueno, Kakashi-san, ¿crees que podrías sorprenderme alguna vez?

Kakashi levantó una ceja de manera teatral.

—Eso suena a desafío. Podría considerarlo.

La conversación se volvía un juego entre risas y miradas cómplices. Entre bromas y ocurrencias, T/N y Kakashi forjaban una conexión especial, entrelazando sus caminos en el telar de Konoha. La dualidad de T/N entre luz y sombra parecía encontrar equilibrio en la complicidad compartida con el enigmático ninja.