T/N estaba ajustando su traje de batalla, el corazón latiendo con fuerza mientras amarraba la bandana de la Alianza Shinobi en su frente. El peso del momento la invadía. Sabía que esta guerra cambiaría el futuro de todos. Apenas terminó de vestirse, la familiar voz de la babosa de Tsunade la sacó de sus pensamientos.
—T/N-san, se está desatando una batalla en la Costa de Olas Rompientes, al noroeste del País del Rayo. Necesitamos refuerzos inmediatos.
El pecho de T/N se tensó. Sabía que no podía quedarse más tiempo. Con determinación, se dirigió hacia donde Kenta sostenía al bebé. Ambos la miraron con ojos llenos de preocupación, pero también de confianza.
—Regresaré pronto, lo prometo —murmuró antes de besar las frentes de ambos, intentando contener la mezcla de emoción y miedo que la inundaba.
Kenta le dio una sonrisa alentadora, y aunque no dijo nada, T/N entendió que él confiaba en ella, que su familia estaría bien. Se concentró profundamente, enfocando todo su chakra en el destino. Visualizó la Costa de Olas Rompientes, el lugar donde la guerra estaba en su punto más crítico. Al abrir los ojos, ya estaba allí. La fría brisa del mar la golpeó de inmediato, el rugido de las olas se entremezclaba con el clamor de los shinobis luchando en el campo de batalla.
Delante de ella, un escenario de puro caos. La Primera División de la Alianza estaba luchando ferozmente contra cientos de clones de Zetsu Blanco. Más allá de eso, las figuras imponentes de los shinobis revividos por el Edo Tensei destacaban: Asuma, Kakuzu, Dan Kato, y dos que llamaron su atención inmediatamente: Kinkaku y Ginkaku, los hermanos del País del Rayo, conocidos por su poder abrumador y por haber ingerido parte del chakra del Nueve Colas. Pero el mundo de T/N se detuvo cuando vio dos figuras peleando en el centro del caos.
Hiashi, su tío, y Hizashi, su padre, intercambiaban golpes con una precisión dolorosa. Era una batalla de taijutsu entre dos maestros del Juuken, pero lo que realmente la paralizó fue ver a su padre, muerto hacía años, revivido y obligado a luchar contra su propio hermano.
El corazón de T/N se encogió. Todo a su alrededor pareció desvanecerse mientras observaba la escena. Cada golpe que Hiashi y Hizashi intercambiaban estaba cargado de una historia familiar que sólo ella y su hermano Neji comprendían. Hizashi, quien había sacrificado su vida por el bien de su clan, ahora era un títere en manos del Edo Tensei.
—Perdóname, hermano... No puedo controlar mi cuerpo —dijo Hizashi con una voz amarga y resignada, el sudor resbalando por su frente mientras sus puños se dirigían hacia Hiashi una y otra vez—. Tal vez este es mi castigo por haberme rebelado contra la Familia Principal. Este es mi destino como miembro de la rama secundaria.
Hiashi, con una mirada que mezclaba dolor y resolución, bloqueaba cada golpe de su hermano con destreza, pero T/N pudo notar la tristeza en sus ojos.
—Hizashi... Ya no existe más la distinción entre la Familia Principal y la Secundaria —dijo Hiashi, su voz firme pero cargada de emoción—. El sello que te atormentaba ha sido removido. Tu sacrificio fue el que nos permitió cambiar. Neji lidera ahora el clan Hyūga, y lo hace no como miembro de la rama secundaria, sino como símbolo de nuestra unidad.
Esas palabras resonaron en el corazón de T/N como un eco interminable. Su padre, quien había vivido toda su vida bajo el peso de la opresión de la rama principal, ahora era libre... pero sólo en muerte. El legado de su sacrificio no había sido en vano. Su hermano Neji, al fin, había logrado lo que Hizashi siempre había deseado: la igualdad y libertad dentro de su clan. Las lágrimas brotaron de los ojos de T/N al escuchar esas palabras, pero sabía que no había tiempo para el duelo. Debía ser fuerte, por su padre, por su hermano, por su hijo y todos.
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• Trozo de Luna • [Itachi Uchiha]
Fanfiction"Tu destino ha sido elegido en el momento que llegaste a nosotros" T/N, con sus ojos, piel y cabello blancos como la misma luna, es la encarnación terrenal de su resplandor. Su belleza evoca tanto la tranquilidad de la luna como su poderío, pero tam...