4. Aishitemasu

617 55 16
                                    

Desde aquel encuentro con Izumi no he vuelto a ver a Itachi-kun o mejor dicho, lo he estado ignorando por completo. He frecuentado ir a visitar a Naruto para asegurarme de que esté bien y de vez en cuando llevarlo a comer ramen.

En la academia destacaba como una de las mejores debido a mi destreza. Izumi cada vez que se cruza conmigo no pierde el tiempo y me cuenta todo lo que Itachi-kun y ella hacen juntos.

De vez en cuando voy al campo de entrenamiento y me encuentro con el pequeño Sasuke quien aún me muestra un gran afecto.

Volviendo al presente, ayudaba a Neji a vestirse para la ceremonia de cumpleaños de la princesa Hyūga. Ambos listos nos dirigimos a la casa principal del clan que se encontraba adornado hermosamente.

En la celebración me mantenía completamente al margen mientras que Neji no podía evitar soltar comentarios sobre la belleza de la heredera. Todo había transcurrido normal hasta que un grito rompió el ambiente.

—¡Se han llevado a Hinata-sama!

El grito alarmó a todos y se formó un gran revoloteo.
Tomé la mano de Neji de inmediato y salimos de aquel lugar cómo pudimos.

—¡Encuéntrenla! ¡No podemos permitir que el Byakugan caiga en las manos equivocadas!

Reconocí la voz alterada de Hiashi. A pesar de que su hija y futura heredera del clan fue secuestrada, solo le importaba nuestro dōjutsu.

—¡T/N! ¡Neji! —era papá.

Se aproximó rápidamente hacia nosotros y nos colocó las manos en la cabeza.

—Vayan a casa y no salgan por nada del mundo. ¿Entendieron? —su voz era firme.

Ambos asentimos y tomé la mano de Neji para correr hacia nuestro hogar.

Pasaron alrededor de dos horas y no sabíamos nada de la situación y mucho menos de papá. Miré a Neji quien no paraba de caminar por la habitación.

—Otōto, deberías calmarte —hablé serena.

—P-Pero es que Hinata-sama y oto-san... no sabemos nada de ellos —soltó con enorme preocupación.

—Ven aquí, Neji-kun.

Se acercó a mí e hice que se sentara y colocara su cabeza en mi regazo.

—Todo estará bien —afirmé con una dulce voz mientras acariciaba su sedosa cabellera.

Sin darnos cuenta, ambos quedamos dormidos en esa posición.

Al abrir los ojos lo primero que pude sentir fue un terrible dolor de cuello y un peso en mis piernas, miré hacia abajo y vi a mi hermanito durmiendo tranquilamente. No quise despertarlo debido a que ni siquiera había salido el sol y como pude lo llevé a su futón. Me di una breve ducha, me vestí con la ropa que usualmente uso para entrenar, me coloqué las sandalias y salí de casa. Casi estaba por amanecer y ya las personas del clan estaban invadiendo las calles para empezar un nuevo día.

Me dirigí a la casa principal, exactamente al patio, donde acostumbro entrenar. Al llegar, como siempre me esperaba Hiashi-sama.

—Ohayō, Hiashi-sama —hice una pequeña reverencia—. ¿Hinata-sama está bien? —él asintió—. Es un alivio.

—Empecemos —dijo sin más.

Hiashi-sama me enseñó técnicas desconocidas para mí. En el fondo, sabía muy bien que la actitud fría y cortante de mi tío era provocada por el abuelo. Siempre puso dedicación y esperanza en ampliar mis conocimientos.

—T/N —mencionó de imprevisto.

—¿Sí, Hiashi-sama?

—Quiero que cuides de mi hija. Y no es una orden, es más bien un favor —dijo mirándome fijamente.

Me quedé sorprendida por sus palabras y se me escapó una pequeña sonrisa.

—Eso no será necesario —respondí aún con mi sonrisa.

—¿A qué te refieres? —cuestionó enarcando una ceja.

"Neji..."

—Hay muchas personas que darían la vida por Hinata-sama. Solo eso —él asintió con cierta confusión.

—Hemos acabado, puedes ir a casa.

Asentí y en lugar de ir a casa di un paseo por la aldea. Decidí ir al puesto de dangos ya que no había desayunado, entré y lo primero que vi fue a Itachi-kun... junto a él, Izumi.

Nuestras miradas se cruzaron pero decidí ignorarlo. Pedí una orden de dangos y me retiré del lugar velozmente. Pensé por unos segundos hacia a donde ir y no se me ocurrió nada mejor que ir a los rostros esculpidos de los Hokages. La vista desde ahí era magnífica, algún día vendré con mi pequeño otōto.

El suave viento acarició mi rostro y sacudió mi pelo que ya estaba a la altura de mis hombros.

—T/N-chan—se escuchó a mis espaldas.

Reconocí esa voz inmediatamente y me giré para ver al Uchiha.

—Shisui-san, que sorpresa—le sonreí.

—Vamos... te he dicho que dejes las formalidades —comentó acercándose a mi posición—. ¿Puedo? —asentí y él se sentó a mi lado.

—¿Qué te trae por aquí, Shisui-kun?

—Te vi a lo lejos y decidí seguirte —soltó sin pelos en la lengua.

—Que directo —reí.

—¿Y tú? ¿Qué haces aquí?

—Oh, solo aprecio la vista.

—Ya veo.

Había un cómodo silencio entre nosotros hasta que él lo rompió.

—Yo... últimamente no te he visto con Itachi-kun. ¿Pasó algo? —preguntó rascándose la nuca.

—No es algo de lo que quiera hablar.

Mi corazón se oprimió.

—¿Él... te gusta?

Suspiré nada sorprendida.

—¿Por qué dejaste sola a Izumi? Deberías estar con ella —mi voz sonó más fría de lo normal.

—No sé a qué te —lo interrumpí abruptamente.

—Sé que eres tú, Itachi. Me sorprende que hayas pensado que caería en un truco tan barato como ese —escupí con enojo.

Mi acompañante suspiró y deshizo el jutsu.

—Gomen —habló apenado.

—Como sea —me levanté para irme.

—Si no te gusto, ¡¿por qué te comportas así?!

Me detuve en seco y apreté los puños. El enojo incrementaba en mi interior pero preferí ignorar sus palabras y seguir mi camino. Escuché como rápidos pasos se acercaban a mi y en un instante sus brazos me rodearon.

—No te vayas... —susurró—. Tú eres quien me gusta.

Sus palabras me congelaron y ahora el enojo se transformaba en nervios. Nos quedamos así unos segundos hasta que sentí sus brazos separarse de mi. Me giré hacia él y lo miré incrédula. Quise hablar pero este me interrumpió.

—T/N, me gustas —soltó con su voz serena.

Mi corazón saltó de alegría y me contuve para no sonreír así que solo tomé aire y me arriesgué.

—También me gustas, Itachi-kun.

Nos miramos fijamente durante cierto tiempo y sin previo aviso sentí sus labios sobre los míos pero la acción no duró mucho ya que el morocho se alejó inmediatamente.

Pude sentir mis mejillas arder y a él también se le notaba un enorme sonrojo en la cara .

—P-pero... ¿Qué hay de Izumi-san?

—Ella no me gusta. Sea lo sea que te haya dicho es mentira. En el puesto de dangos me confesó todo lo que te dijo y por eso vine tras de ti, quería que supieras que solo te he mirado a ti todo este tiempo.

Asentí sintiendo como el sonrojo florecía nuevamente sobre mis mejillas.

• Trozo de Luna • [Itachi Uchiha]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora