119. Hīrō-tachi

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Ambos se encontraron frente a la entrada de Konoha, el familiar paisaje iluminado por los primeros rayos del amanecer. La paz que los rodeaba contrastaba con el agotamiento que ambos sentían, pero el alivio de estar en casa era palpable. Itachi y T/N suspiraron al unísono, compartiendo una sonrisa cansada mientras miraban al pequeño Daiki, que empezaba a despertar entre sus brazos, soltando suaves sollozos. T/N lo acunaba, intentando calmarlo con suaves murmullos, pero al ver que seguía inquieto, Itachi se inclinó hacia ella con una suave sugerencia.

—¿Puedo intentarlo? —preguntó con voz tranquila.

T/N asintió, confiando en él completamente, y le pasó al bebé. Itachi, con una suavidad que ella rara vez había visto en él, lo sostuvo con firmeza pero delicadeza. Daiki dejó de llorar al instante, sus grandes ojos perlados enfocándose en su padre con curiosidad, mientras Itachi le hablaba en un tono bajo y reconfortante. Poco a poco, el bebé se calmó por completo, y una paz absoluta se instaló entre los tres.

T/N observó la escena, conmovida hasta lo más profundo de su ser. La imagen de Itachi, alguien a quien alguna vez pensó perdido, sosteniendo a su hijo con tanto cariño y cuidado, era algo que había creído imposible. Las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos, pero esta vez no eran de tristeza, sino de gratitud y amor. En ese momento, supo que, a pesar de todas las dificultades, su pequeña familia estaba completa.

Cuando finalmente entraron a la aldea, ambos se sorprendieron al ver a la multitud que los esperaba. Los aldeanos, shinobis y civiles por igual, los recibieron con aplausos, lanzando flores a su paso y vitoreando su regreso. El reconocimiento los tomó por sorpresa, y ambos se miraron, ligeramente avergonzados por la atención repentina. Sin embargo, una sonrisa compartida se dibujó en sus rostros, conscientes de que aquella celebración no era solo por ellos, sino por la victoria y la paz que tanto habían anhelado.

Entre la multitud, T/N distinguió una figura conocida, pero que no compartía la alegría general. Era Emi, con una expresión de profunda tristeza que se veía desde lejos. T/N sintió un nudo formarse en su pecho al verla. Sabía lo que significaba esa mirada vacía, esa pérdida que ambas compartían, pero que en Emi pesaba con más fuerza.

—Itachi, regreso en un momento —susurró T/N, y sin esperar respuesta, se lanzó a través de la multitud para alcanzar a Emi, que comenzaba a alejarse, como si no tuviera fuerzas para ser parte de la celebración.

—¡Emi! —gritó T/N con un nudo en la garganta.

Emi se giró lentamente, sus ojos vacíos pero húmedos. Se quedaron en silencio por un instante, ambas observándose, sintiendo el peso de lo que no se había dicho aún. T/N abrió la boca para hablar, para encontrar las palabras adecuadas, pero antes de que pudiera decir algo, Emi se lanzó hacia ella, abrazándola con fuerza.

Las lágrimas de Emi empezaron a caer mientras su cuerpo temblaba.

—No tienes que decir nada, T/N-chan —sollozó Emi contra su hombro—. Kenta ya me lo contó todo antes de irse. Me dijo que... ese era su propósito en la vida.

T/N sintió su corazón romperse nuevamente al escuchar esas palabras, pero también sintió alivio al saber que Kenta había tenido la oportunidad de despedirse, de explicar su sacrificio. Acarició el cabello de Emi, consolándola en silencio, mientras las dos permanecían unidas en ese dolor compartido, aliviado solo por el mutuo entendimiento.

—Lo extraño tanto... —susurró Emi con la voz rota.

—Yo también, Emi —respondió T/N con voz suave, conteniendo sus propias lágrimas—. Pero él siempre estará con nosotras... en cada paso que demos.

T/N sostuvo a Emi con firmeza, compartiendo su dolor en ese abrazo. Ambas se aferraban la una a la otra, no solo como consuelo, sino como un recordatorio de la conexión que tenían a través de Kenta. Aunque él ya no estaba físicamente, su presencia seguía viva en sus recuerdos y en el amor que les había dejado.

—Él siempre creyó en ti, Emi, en tu fuerza —susurró T/N, intentando darle algo de alivio—. Y yo también lo creo.

Emi se separó lentamente, secándose las lágrimas con el dorso de la mano mientras asentía, tratando de calmarse. Había tristeza en sus ojos, pero también una chispa de determinación, esa que Kenta siempre había admirado en ella.

—Gracias, T/N-chan. Sé que él estaría orgulloso de nosotras, de todo lo que hemos hecho... y de lo que aún haremos —dijo Emi con voz entrecortada, pero llena de una nueva convicción.

T/N le sonrió con ternura, asintiendo. Había algo en esas palabras que resonaba en su propio corazón. Sabía que el futuro seguía siendo incierto, pero en ese momento, rodeada de aquellos que más amaba, sintió que la vida tenía un nuevo propósito, más allá de la guerra y la batalla.

—Volvamos —dijo T/N suavemente—. Aún tenemos un largo camino por delante, y estoy segura de que Kenta estará acompañándonos, de una forma u otra.

Emi sonrió levemente, y juntas, comenzaron a caminar de regreso hacia la multitud que seguía celebrando la victoria.

Al llegar donde estaba Itachi, T/N sintió una calidez indescriptible al verlo aún sosteniendo a Daiki, con el bebé completamente calmado en sus brazos. El contraste entre la serenidad de esa escena y el caos de todo lo que habían vivido anteriormente era casi irreal, pero también perfecto. Era lo que había deseado durante tanto tiempo: paz, familia, amor.

Itachi levantó la mirada al sentir la presencia de T/N y Emi, y aunque no dijo nada, su mirada era suficiente para expresar lo que pensaba. Estaba ahí, completamente presente para ella, para su familia.

—Parece que él tiene un don para calmar a Daiki —dijo Emi, con una pequeña sonrisa, tratando de aliviar un poco la atmósfera.

—Es increíble, ¿no? —respondió T/N con una risa suave, mirando a Itachi con cariño—. Parece que es más talentoso en eso de lo que pensé.

—Solo intento no hacer mucho ruido —respondió Itachi en tono bajo, pero con una leve sonrisa en sus labios mientras miraba a su hijo.

T/N se acercó y se inclinó para acariciar la cabeza de Daiki, que se había vuelto a dormir en los brazos de su padre. Sintió una ola de gratitud inmensa por ese pequeño momento, por tenerlos a ambos a su lado después de todo lo que habían vivido.

• Trozo de Luna • [Itachi Uchiha]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora