• Trozo de Luna • [Itachi Uchiha]

61. Aburame Ichizoku

T/N no perdió el tiempo después de almorzar con Kenta y Jiraiya. Se despidió de ambos y se encaminó hacia la torre de la Hokage, con la certeza de que Tsunade la llamaría pronto. Sin esperar una invitación formal, T/N entró en la oficina de Tsunade y se encontró con la Hokage rodeada de montañas de papeleo, mientras Shizune sostenía al cerdito Tonton a su lado.

—Buenos días, Tsunade-sama, Shizune-san, Tonton —saludó T/N con entusiasmo.

Tsunade, con una expresión cansada, levantó la mirada del papeleo y le dedicó una mirada de reojo.

—¿Qué haces aquí tan temprano, T/N? ¿Ya causaste suficiente caos por hoy? —preguntó Tsunade con sarcasmo, lo que dejó a T/N con una mueca de descontento.

—Lo siento si interrumpo, pero pensé que me llamaría pronto —respondió T/N con una sonrisa forzada.

Justo en ese momento, un hombre misterioso entró en la oficina. Llevaba unos lentes de sol negros con forma de óvalo y una chaqueta de cuello alto que cubría parte de su rostro. Su cabello corto estaba puntiagudo y negro, y tenía un bigote bien definido. Con las manos en los bolsillos, emanaba una presencia intrigante en la habitación.

T/N y el hombre se observaron en silencio por unos instantes, intercambiando miradas penetrantes hasta que Tsunade rompió el silencio.

—T/N, te presento a Shibi Aburame, líder del Clan Aburame —dijo Tsunade, confiando en que T/N entendería la importancia del encuentro.

Sin necesidad de muchas palabras adicionales, Tsunade dejó a T/N en manos del Aburame y se retiró discretamente de la oficina.

T/N y el Aburame salieron juntos de la torre de la Hokage y se dirigieron a la casa del señor en completo silencio, sumidos en sus propios pensamientos mientras avanzaban por las calles de la aldea.

Al llegar, la casa estaba envuelta en un silencio sereno que envolvía la estancia. T/N observó con curiosidad a las dos nuevas figuras que se encontraban en la habitación. Shibi, con su habitual brevedad, presentó a los dos jóvenes como sus hijos.

—T/N, permíteme presentarte a mis hijos —dijo Shibi con calma—. Este es Torune —indicó, señalando al joven cuyo rostro estaba cubierto por una máscara negra, revelando únicamente su mentón, boca y nariz.

Torune asintió en silencio, con una expresión enigmática bajo su máscara.

—Y este es Shino —continuó Shibi, señalando al chico de cabello espeso y castaño oscuro, con gafas de sol de cristal redondo y patillas finas.

Shino simplemente asintió con seriedad, sin decir una palabra, manteniendo su aura reservada mientras observaba a T/N con curiosidad.

T/N asintió con cortesía hacia Torune y Shino, observándolos con interés mientras se preguntaba qué tipo de personas serían detrás de esas apariencias enigmáticas. La atmósfera en la casa era palpablemente tranquila, como si cada uno estuviera inmerso en sus propios pensamientos.

T/N se encontraba sentada en una mesita de té en el patio de la casa, rodeada por un ambiente de completo y pesado silencio. La tranquila tarde parecía amplificar la tensión en el aire, dejando a T/N con la sensación de estar en un estado de espera incómodo. Aunque deseaba romper el silencio con alguna conversación ligera, la seriedad y la reserva de los miembros del clan Aburame la mantenían cautiva en su propia timidez.

De vez en cuando, T/N notaba insectos que caminaban por el cuerpo de los hombres, lo que le causaba escalofríos y aumentaba su inquietud. No sabía si era una práctica común del clan o simplemente una peculiaridad de aquellos individuos en particular, pero decidía no hacer comentarios al respecto para evitar cualquier malentendido.

La calma tensa fue repentinamente interrumpida por un sonido inesperado y estridente: el estómago hambriento de T/N. La vergüenza se apoderó de ella y su rostro se tiñó de un vivo rubor, mientras sentía las miradas directas de los tres hombres sobre ella. Intentó disculparse, pero antes de que pudiera decir algo, Shibi habló con su habitual serenidad, ofreciéndole una salida de la incómoda situación.

—Si tienes hambre, puedes usar la cocina y preparar algo para ti —dijo Shibi, con una calma que contrastaba con el repentino sonido estomacal.

T/N asintió tímidamente, agradeciendo internamente.

—Gracias, Shibi-san —respondió T/N, tratando de mantener la compostura y ocultar su incomodidad.

Con un "con permiso" apenas murmurado, T/N se levantó de la mesa y se retiró apresuradamente hacia la cocina, buscando un refugio temporal para enfrentar su vergüenza. Una vez allí, decidió preparar sándwiches tostados de huevo y queso en pan integral, recordando una receta fácil y reconfortante que solía preparar en momentos de necesidad.

Mientras cocinaba, el sonido de los utensilios chocando contra la superficie metálica de la cocina le proporcionaba cierto alivio a la tensión que sentía en el ambiente. Se concentró en la tarea, encontrando consuelo en la familiaridad de los ingredientes y el proceso de preparación.

Una vez que los sándwiches estuvieron listos, T/N los dispuso con cuidado en un plato y los llevó de regreso a la mesa, con las manos aún temblorosas por la vergüenza. Se sintió expuesta ante los hombres, quienes la observaban con curiosidad, y una sensación de vulnerabilidad se apoderó de ella.

—Espero que les guste —murmuró T/N con timidez mientras servía el té de jazmín, esperando que su esfuerzo fuera bien recibido.

Los tres hombres permanecieron en silencio, sin emitir ninguna reacción visible, hasta que finalmente, Shibi agradeció por la comida, rompiendo la tensión con su cálida expresión de gratitud.

—Gracias, T/N. Se ve delicioso —dijo Shibi con sinceridad, transmitiendo una sensación de alivio a T/N con sus amables palabras.

T/N sonrió tímidamente ante el cumplido, sintiendo un ligero alivio al ver que su esfuerzo era apreciado. A partir de ese momento, comieron en completo silencio, pero para T/N, el peso del silencio ya no era tan abrumador como antes. Agradeció en silencio la compañía de los hombres y encontró consuelo en el simple acto de compartir una comida.