T/N decidió dar un paseo sola por Konoha para reflexionar. El aire fresco y la tranquila tarde le proporcionaban un espacio para procesar los emocionantes cambios en la vida de sus amigos y también los de su propia familia. Caminando lentamente por las calles conocidas, sus pasos la llevaron hacia el Monumento Hokage, donde los rostros tallados de los líderes pasados parecían vigilarla silenciosamente.
Al llegar, se detuvo y levantó la vista hacia los grandes rostros de piedra, cada uno marcado por historias de sacrificio y valentía. A sus pies, la villa se extendía tranquila y serena, una visión de paz que había costado muchas luchas obtener. Mientras miraba, sintió unos brazos conocidos rodeando su cintura, y una voz familiar susurró en su oído.
—¿Pensando en unirte a ellos algún día? —bromeó Itachi, su aliento cálido en su cuello.
—No exactamente —respondió T/N con una sonrisa, apoyándose en él—. Pero me pregunto qué historias contarán de nosotros algún día.
—Espero que sean historias de amor, aventura y... claro, un poco de misterio —dijo, besando suavemente su mejilla.
—No podría ser de otra manera contigo.
Ambos se quedaron en silencio, contemplando la vista. Era un momento de calma, un pequeño oasis en sus vidas a menudo tumultuosas. Itachi rompió el silencio, su voz suave pero firme.
—Sabía que te encontraría aquí —murmuró él con una voz que mezclaba amor y nostalgia.
—Es nuestro lugar, siempre me trae de vuelta —respondió T/N.
Itachi besó suavemente el lado de su cuello, sus palabras eran susurros apenas audibles sobre la brisa vespertina.
—Este lugar... es más que paz, es un recordatorio de todo lo que hemos superado juntos. Cada día contigo, cada momento con nuestros hijos, es el verdadero significado de mi vida.
El silencio que siguió fue un pacto de comprensión mutua, sólo interrumpido por el ocasional murmullo lejano de la aldea. Itachi rompió la calma con una voz cargada de emoción contenida.
—Tsunade-sama ha organizado algo especial para nosotros. Un viaje, lejos de todo. Dijo que necesitamos descansar... —su tono insinuaba más que un simple descanso.
T/N se giró dentro de sus brazos para mirarlo directamente, sorprendida y emocionada por la noticia.
—¿En serio? ¿Cuándo nos vamos? —preguntó, su voz teñida de anticipación y alegría.
—Tan pronto como quieras. Será... nuestro tiempo —Itachi respondió, su voz bajando a un tono seductor mientras se inclinaba para susurrarle al oído—. Estoy ansioso por tener algo de tiempo a solas contigo, lejos de todo.
El rubor en las mejillas de T/N no pudo ser disimulado, y su risa, ligera y alegre, resonó en el aire tranquilo de la tarde.
—Me gusta cómo suena eso. Pero primero... —dijo T/N, interrumpiendo la creciente tensión con una mirada juguetona.
—Primero, vamos a disfrutar de esta noche. En nuestro lugar, donde todo comenzó —Itachi respondió, besándola suavemente en la frente.
Con una sonrisa compartida y un sentimiento de plenitud, comenzaron el camino de regreso a casa, cada paso lleno de la promesa de momentos por venir.
Al llegar a casa, el sonido de risas infantiles llenó el aire. Daiki corrió hacia ellos desde el interior, sus bracitos extendidos en una clara demanda de atención. Itachi lo levantó en un movimiento fluido, riendo ante el entusiasmo de su hijo.
—¡Otōsan, okāsan! —exclamó Daiki, colgando de los brazos de Itachi.
Mientras tanto, Kiyoshi, gateando con determinación, se esforzaba por alcanzar a su madre. T/N se agachó para recogerlo, llenando su cabello de besos suaves.
En la entrada, Tsunade y Sasuke aparecieron, cada uno cargando a una de las mellizas. Las risas y el calor familiar llenaron la habitación, un claro contraste con el frescor del exterior.
—Bienvenidos a casa, de nuevo —dijo Tsunade con una sonrisa, mientras Sasuke asentía con un gesto suave, su mirada tranquila pero llena de afecto.
—Parece que hemos vuelto justo a tiempo —susurró T/N a Itachi, su mirada recorriendo la sala llena de amor y vida.
—Siempre volvemos —respondió Itachi, sus ojos encontrando los de T/N con una promesa silenciosa de infinitos retornos y nuevos comienzos.
Con la casa llena de risas y el murmullo cálido de la familia reunida, T/N e Itachi se dejaron envolver por la atmósfera hogareña que tanto habían extrañado. A medida que la tarde daba paso a la noche, el hogar resonaba con historias contadas, juegos improvisados y el suave ruido de los pequeños explorando cada rincón de su renovado hogar.
—Nunca me imaginé que volver sería así... tan lleno de vida —dijo T/N, su voz teñida de gratitud mientras observaba a Daiki y Kiyoshi jugando con las mellizas, bajo la atenta supervisión de Tsunade y Sasuke.
Itachi, parado junto a ella con una mano en su espalda, sonrió suavemente.
—Dondequiera que estemos, si estamos juntos, es nuestro hogar —murmuró él, inclinándose para depositar un suave beso en su frente.
El aroma del té recién hecho flotaba en el aire mientras Sasuke servía las tazas, un gesto pequeño pero significativo que mostraba su aceptación y afecto hacia la familia que tanto había cambiado su vida.
—Gracias, Sasuke-kun, por todo —dijo T/N, aceptando una taza de sus manos con una sonrisa cálida.
—Es lo menos que puedo hacer. Después de todo, ustedes han hecho mucho más por mí —respondió Sasuke, permitiéndose una rara sonrisa.
La conversación se desvió hacia planes futuros y recuerdos pasados, con cada anécdota tejida en el tapiz de su colectivo compartir. T/N miró a Itachi, sus ojos brillando con amor y un toque de melancolía por los momentos perdidos que ahora recuperaban.
—¿Te acuerdas de nuestra promesa, cariño? Aquí, todos estos años después, aún la estamos cumpliendo —dijo ella, su voz baja pero firme.
—Siempre la cumpliremos —respondió Itachi, su voz segura y decidida—. Cada día, cada momento, cada desafío. Juntos.
Mientras los niños comenzaban a bostezar y los adultos recogían los juegos, T/N se acercó a la ventana, mirando hacia el cielo estrellado que cubría Konoha. Sentía el peso del pasado y la ligereza del presente fundirse en un susurro de viento que parecía llevar sus preocupaciones lejos.
—Volvimos a casa —dijo en voz alta, no solo para Itachi, sino para sí misma, para el universo.
—Sí, volvimos a casa. Y aquí es donde permaneceremos —dijo Itachi, uniéndose a ella en la ventana, su presencia un faro constante de apoyo y amor.
Con el brillo de la luna iluminando sus rostros, se dieron la mano, un gesto simple pero poderoso de unidad y compromiso. La noche les envolvía, prometiendo nuevos días y viejos sueños, mientras Konoha descansaba bajo su vigilancia amorosa.
Fin.
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• Trozo de Luna • [Itachi Uchiha]
Fanfiction"Tu destino ha sido elegido en el momento que llegaste a nosotros" T/N, con sus ojos, piel y cabello blancos como la misma luna, es la encarnación terrenal de su resplandor. Su belleza evoca tanto la tranquilidad de la luna como su poderío, pero tam...