22. Modoru

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En el crepúsculo de su viaje hacia Konohagakure,
T/N se deslizaba como un susurro entre las ramas de los árboles, sus movimientos armonizados con la sinfonía del bosque que la acogía. Cada salto era una danza coreografiada con la naturaleza que la rodeaba, sus pasos resonando como notas suaves en la partitura de la noche. Su presencia, sutil y apenas perceptible, se disolvía entre las sombras de la densa arboleda, cada movimiento llevándola más cerca de su destino final.

El viento, cómplice de su travesía, llevaba consigo la esencia de su misteriosa odisea. Las hojas danzaban a su alrededor, acompañando el fluir silencioso de su viaje. T/N reflexionaba sobre el camino recorrido, sus pensamientos mezclándose con la brisa fresca del crepúsculo. Bajo el manto del atardecer, las innumerables hojas formaban un tapiz de recuerdos, cada una un fragmento de su historia que se mecía al ritmo del viento.

El bosque, testigo silencioso de sus memorias entrelazadas con el chakra de la luna, susurraba en su oído secretos guardados durante años. Las hojas susurraban historias del pasado, mientras las sombras del dosel forestal se cerraban sobre ella, como brazos protectores que acogían a un antiguo amigo. En cada rincón, podía sentir el eco de su infancia, las risas y los juegos que compartió con aquellos que ya no estaban.

Días más tarde, una extraña vibración en el aire la hizo detenerse. El chakra masivo de numerosas personas tejía una red invisible en el entorno. Entre esas presencias, un eco familiar resonaba en su ser, pero la incertidumbre le indicó seguir adelante. Con determinación, resistió la tentación de desviarse, sabiendo que la verdad se develaría en su momento.

A medida que se aproximaba a Konohagakure, la magnitud de la aldea reveló su esplendor y seguridad impenetrable. T/N intensificó su sigilo, cada paso calculado para evitar la detección. En la penumbra del bosque, su figura se camuflaba con la oscuridad, una sombra entre sombras que avanzaba con la certeza de su destino.

Después de días de viaje, llegó a Konohagakure, el umbral que marcaba el regreso a su hogar ancestral. La aldea se alzaba majestuosa, pero T/N sabía que no podía dejarse llevar por la aparente calma. Cubriéndose completamente con su chakra y ocultando su verdadera esencia, T/N se adentró con cautela.

El Henge no Jutsu la transformó en una figura más mundana, una chica de pelo corto y castaño con ojos marrones. Las sombras de la aldea la envolvían, pero ella mantenía una postura serena y decidida mientras avanzaba hacia la entrada principal. Su mirada, enmascarada tras la fachada, reflejaba una determinación férrea, lista para enfrentar cualquier desafío que Konoha pudiera presentarle.

La entrada estaba custodiada por dos ninjas, sus ojos agudos escudriñando a cualquier recién llegado en busca de signos de amenaza. El primero, con ceño fruncido, la examinó con cautela.

—¿Eres nueva aquí? ¿Cuál es tu motivo para visitar Konohagakure?

Con una sonrisa llena de dulzura, T/N respondió:

—Soy una trotamundos en busca de conocimiento y experiencias. He oído que Konohagakure es un faro de sabiduría y habilidades ninjas excepcionales —
T/N respondió con una sonrisa llena de dulzura.

El segundo ninja, con expresión más severa, inquirió:

—No permitimos la entrada sin referencias o identificación. ¿Tienes algo que pruebe tu propósito aquí? —inquirió el segundo ninja, con expresión más severa.

Manteniendo su fachada con gracia, T/N replicó:

—Como dije, soy nueva y no tengo referencias. Pero estoy dispuesta a someterme a cualquier prueba que consideren necesaria para asegurarse de que no represento una amenaza —replicó T/N, manteniendo su fachada con gracia.

La conversación continuó, un minucioso intercambio que desafió la astucia de T/N y la agudeza de los ninjas. Finalmente, tras deliberar entre ellos, decidieron permitirle la entrada. Sin embargo, la duda persistía en sus ojos, y T/N se internó en Konohagakure, el refugio que alguna vez llamó hogar.

La aldea cobraba vida con cada paso que T/N daba por sus calles familiares. Los aromas conocidos de las casas de madera, el sonido de niños jugando y los cálidos destellos de la luz de las farolas evocaban recuerdos enterrados en lo más profundo de su ser. Sin embargo, mientras caminaba entre sombras, un velo de melancolía cubría su rostro, ocultando las emociones que removían su interior.

En su travesía por las calles, se cruzó con rostros conocidos y extraños por igual. Los saludos corteses y las miradas curiosas seguían su paso, pero bajo la máscara de su transformación, T/N mantenía la compostura. No obstante, un cruce casual con un grupo de ninjas le hizo contener la respiración.

—¡Ey, tú! —exclamó uno de los ninjas, interrumpiendo su trayecto.

T/N se giró hacia ellos con una sonrisa calculada, ocultando sus nervios tras una apariencia serena.

—¿Eres nueva por aquí? No te reconozco —dijo otro ninja, escudriñándola con detenimiento.

—Soy una viajera en busca de nuevas experiencias. ¿Algún lugar recomendado por aquí? —respondió
T/N con naturalidad.

Los ninjas intercambiaron miradas, evaluando la respuesta de T/N. Finalmente, uno de ellos señaló en dirección a la plaza central.

—La plaza es un buen lugar para empezar. Hay tiendas y restaurantes, y siempre hay algo de actividad.

Agradeciendo la información, T/N continuó su camino hacia la plaza. A pesar de la tensión momentánea, el incidente no hizo más que reforzar su resolución de mantenerse discreta. En la multitud, oculta entre las sombras y las vidas ajenas, se sentía segura por el momento.

Al llegar a la plaza, observó el bullicio animado de la vida cotidiana. Los puestos de mercado exhibían sus mercancías, los niños correteaban entre risas y los ciudadanos se dedicaban a sus quehaceres diarios. T/N se dejó llevar por el flujo de la multitud, saboreando la normalidad de aquel lugar.

A medida que avanzaba, se percató de un grupo de músicos callejeros que llenaban el aire con melodías vibrantes. Se detuvo por un momento para disfrutar de la música, dejando que los acordes la envolvieran como un suave abrazo. Era un recordatorio de que, a pesar de las complicaciones, la vida continuaba en Konohagakure.

La jornada se desvanecía en la luminiscencia de las farolas cuando T/N decidió buscar un lugar para descansar. Optó por un pequeño café en una esquina tranquila, donde los murmullos suaves y el aroma del café tostado creaban un ambiente acogedor.

—Bienvenida, ¿qué te gustaría pedir? —dijo un amable chico con una sonrisa.

T/N agradeció y ordenó una taza de té verde, dejando que el calor reconfortante se filtrara en sus dedos. Mientras disfrutaba de su bebida, sus pensamientos se dispersaron, vagando entre los rostros familiares de Konohagakure y los misterios que aún aguardaban tras su fachada.

T/N dejó el café tras pagar con una sonrisa de gratitud al camarero y se sumergió de nuevo en la atmósfera nocturna de Konohagakure. Bajo la luna, deshizo el Henge no Jutsu, revelando su verdadera apariencia, pero permaneció alerta, consciente de la necesidad de precaución en terreno conocido.

La brisa nocturna acarició su rostro mientras se dirigía hacia la majestuosa Torre del Hokage, un hito que conocía desde su infancia. La imponente estructura se alzaba en la distancia, y con cada paso, T/N sentía que se acercaba a un encuentro crucial.

Cuidadosamente, T/N se deslizó por las sombras de la torre, eligiendo una ventana estratégica para ingresar sin ser detectada. Una vez dentro, se movió con la agilidad de un felino, sorteando cualquier obstáculo que pudiera revelar su presencia.

En la penumbra de la oficina del Hokage, T/N se posó frente a él con gracia, su presencia revelada solo cuando la luz de la luna iluminó su figura. Antes de que levantara la cabeza, el Hokage, sumido en sus tareas, expresó su bienvenida, reconociendo la llegada de T/N.

—Es un placer tenerte nuevamente aquí, T/N —mencionó el Hokage, levantando la mirada con una expresión seria. La habitación, llena de pergaminos y símbolos de la aldea, creaba un ambiente cargado de historia y secretos compartidos.

T/N asintió, sintiendo el peso de la conversación que se avecinaba. La relación entre ella y el Hokage estaba marcada por un destino entrelazado, y la noche se volvía testigo de un nuevo capítulo en la vida de T/N en Konohagakure.

• Trozo de Luna • [Itachi Uchiha]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora