111. Kea

38 4 1
                                    

T/N se tambaleó mientras su visión se volvía borrosa. La fatiga y el dolor acumulado amenazaban con derribarla, pero justo cuando pensaba que perdería la consciencia, una voz penetrante resonó en su mente. Al principio, le pareció un eco lejano, casi irreal. Pero luego la reconoció: era Kenta. Su nombre fue pronunciado con desesperación, casi como si la estuviera llamando desde una distancia inmensa.

—¡T/N! —escuchó de nuevo, esta vez más fuerte, más urgente.

Su corazón se aceleró, su cuerpo reaccionando instintivamente. Miró alrededor, intentando localizar a Kenta, pero estaba completamente sola. Un frío la recorrió desde el fondo de su pecho, la sensación de que algo terrible estaba ocurriendo la sacudió por completo. El grito volvió a sonar, esta vez más claro y doloroso, como si Kenta estuviera sufriendo.

"No... algo anda mal", pensó, mientras un sudor frío recorría su frente. Sin perder más tiempo, se concentró en la fuente del chakra de Kenta y, con un rápido movimiento de manos, hizo su jutsu de teletransportación. El paisaje a su alrededor se deformó en un parpadeo, y cuando sus pies tocaron el suelo nuevamente, todo su entorno cambió.

Lo primero que sintió fue el olor a tierra quemada, y antes de que pudiera ubicarse por completo, la imagen de cientos de Zetsu Blancos la golpeó como un maremoto. La rodeaban por completo, un enjambre interminable que llenaba el horizonte. T/N apenas tuvo tiempo de procesar lo que veía antes de que los primeros Zetsu se lanzaran sobre ella con ferocidad. Su cuerpo se movió por instinto, desviando los ataques con agilidad y precisión.

—¡Malditos! —gritó, canalizando su chakra mientras esquivaba un golpe directo que estuvo a punto de impactarle en la cara. Con una rápida patada giratoria, derribó a tres Zetsu de un solo golpe, pero no tuvo ni un segundo para recuperar el aliento.

La situación empeoraba a cada segundo. Por cada Zetsu que derrotaba, más emergían de las sombras, apareciendo en el suelo como si brotaran de la tierra. Era una plaga inagotable. T/N sabía que no podría simplemente defenderse eternamente, necesitaba actuar rápido.

Concentrando su chakra, realizó una secuencia de sellos y golpeó el suelo con ambas manos, enviando una onda de energía que derribó a un grupo de Zetsu Blancos cercanos. Los destrozó por completo, pero apenas unos segundos después, otros tomaron su lugar. Su frustración creció mientras el cansancio empezaba a hacer mella en sus movimientos.

Entonces, escuchó algo que heló su sangre: el grito de Kenta. Giró rápidamente, con los ojos muy abiertos, buscando el origen del sonido. A lo lejos, vio a su invocación, un imponente búho de ojos dorados, protegiendo con sus alas extendidas a Kenta y a Daiki. Los Zetsu intentaban romper esa defensa, lanzándose en masa contra el ave, que apenas lograba contenerlos.

—¡No los toquen! —rugió T/N, una furia implacable envolviendo cada fibra de su ser.

Los Zetsu comenzaron a atacarla con más ferocidad, sabiendo que su objetivo era debilitarla. No podían permitir que se acercara a su invocación. T/N esquivó otro ataque, girando en el aire con gracia, lanzando kunais impregnados de chakra que perforaron a varios Zetsu de un solo golpe. Pero por más que peleaba, era como si estuviera luchando contra una marea interminable.

Uno de los Zetsu logró agarrarla por detrás, y antes de que pudiera reaccionar, otro intentó clavarle una garra en el abdomen. Pero T/N reaccionó rápido, generando un escudo de chakra que repelió el ataque justo a tiempo, empujando a sus atacantes lejos. Aprovechó ese instante para saltar hacia atrás y, flotando en el aire, comenzó a formar sellos con ambas manos.

—Esto tiene que terminar ya... —susurró con determinación.

Concentró todo el chakra que le quedaba y comenzó a levitar más alto, sus manos brillando intensamente con pequeñas esferas de luz, similares a estrellas fugaces. Las esferas giraban a su alrededor, iluminando la oscuridad que traían los Zetsu Blancos. Con un grito de pura determinación, lanzó las esferas hacia el ejército de Zetsu, que apenas tuvieron tiempo de reaccionar antes de que las luces impactaran, estallando en un destello cegador.

El suelo tembló bajo la explosión, y en cuestión de segundos, todos los Zetsu Blancos que la rodeaban fueron aniquilados, reducidos a polvo. Un profundo silencio llenó el lugar, mientras el eco de la explosión se desvanecía en la distancia.

T/N respiraba pesadamente, su cuerpo temblando por el esfuerzo extremo, pero no tenía tiempo de descansar. Algo no cuadraba. ¿Por qué los Zetsu estaban aquí? ¿Cómo habían encontrado este lugar?

Entonces, la verdad la golpeó como un relámpago: querían a Daiki.

La ansiedad se apoderó de ella al comprenderlo. Sabía que el bebé corría peligro. Sin perder un segundo más, corrió hacia Kenta y el búho, su mente trabajando a toda velocidad. No podían quedarse allí. Necesitaba proteger a su hijo, y este lugar ya no era seguro.

—Kenta, tengo que sacarlos de aquí. No hay tiempo —dijo, su voz entrecortada por la fatiga, pero firme en su decisión.

Kenta, aún sosteniendo a Daiki, la miró con preocupación.

—Llévalos a Konoha. Al Distrito Hyūga. Allí estarán seguros por ahora —ordenó T/N al búho, su corazón latiendo desbocado.

Kenta la miró sorprendido. Sabía que era una decisión arriesgada, pero entendía que no había otra opción. Asintió solemnemente, y con un rápido movimiento, el enorme búho extendió sus alas, preparándose para despegar.

—Los veré en Konoha pronto —le aseguró T/N, aunque una sombra de duda cruzó por su mente. No sabía lo que vendría después, pero no podía permitirse el lujo de fallar.

El búho alzó vuelo con fuerza, llevándose a Kenta y a Daiki sobre él. Mientras desaparecían en el horizonte, T/N se quedó sola, respirando profundamente mientras su chakra fluctuaba a su alrededor. Sabía que más enemigos vendrían. Pero esta vez, no fallaría en proteger lo más importante para ella.

• Trozo de Luna • [Itachi Uchiha]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora