Ambos llegaron a Hoshigakure al anochecer. El silencio envolvía la aldea, desierta, con solo el murmullo del viento acompañando sus pasos. Itachi la dejó suavemente en el suelo mientras ella, sin pronunciar palabra, caminaba en dirección al lago cercano. La seguía en silencio, su presencia constante, pero sin invadir el momento de introspección de T/N.
Cuando llegaron al lago, ella se detuvo en la orilla, contemplando la quietud del agua. El lago estaba tal como lo recordaba: cristalino, brillante, reflejando la luna llena en toda su majestuosidad. Había una pequeña luz en el centro del lago, una luz que titilaba en sus profundidades, atrayendo la atención de T/N.
Sin vacilar, comenzó a caminar hacia el agua. Sus pies descalzos se hundieron en el lago, y con cada paso, el agua la envolvía hasta que su cuerpo entero desapareció bajo la superficie. Itachi observaba en silencio, confiando plenamente en ella, pero sin apartar su mirada.
Bajo el agua, abrió los ojos, sumergida en un mundo de ensueño. Los peces koi la rodeaban, sus colores brillantes contrastando con la suavidad del agua. En el centro del lago, vio lo que buscaba: una esfera de oxígeno que mantenía el lugar sagrado, con una luz cálida en su interior. Cuando T/N se acercó, los peces koi se dispersaron, dejando que ella pudiera ver claramente lo que había dentro de la esfera. Y allí, envuelto en un silencio profundo, un bebé dormía plácidamente.
Con ternura, se adentró en la esfera, sus movimientos delicados y cuidadosos. Alzó al bebé en sus brazos, sosteniéndolo con amor. Al hacerlo, la esfera de oxígeno comenzó a ascender hacia la superficie, llevando con ella a T/N y al pequeño.
Al salir del agua, T/N levitaba con el bebé en brazos. El reflejo de la luna y las estrellas brillaba en su figura, iluminando el momento de una manera casi celestial. Itachi, aún en la orilla, la observaba con admiración. Al descender lentamente, T/N se acercó a él, el agua goteando de su cabello y ropa, pero su rostro irradiaba paz.
—Itachi... —susurró ella con suavidad mientras sus pies tocaban el suelo. Alzó al bebé, que dormía plácidamente—. Este es Daiki... nuestro hijo.
Los ojos de Itachi se suavizaron de inmediato al oír esas palabras. Su mirada pasó del rostro de T/N al pequeño bebé que descansaba en sus brazos. Sin poder contener la emoción, acarició con suavidad las mejillas sonrosadas del niño, como si temiera romper la delicadeza del momento.
—Es perfecto... —murmuró Itachi, la felicidad brillando en sus ojos mientras observaba a su hijo con amor. T/N sonrió, viendo cómo la mirada de Itachi se llenaba de ternura por Daiki, y sintió que en ese momento, todo lo que habían pasado valía la pena.
Juntos, bajo la luz de la luna y en la tranquilidad de aquel lago, el futuro de su familia comenzó a vislumbrarse, marcado por una paz que tanto habían anhelado.
Ambos regresaron a la aldea desolada, caminando en silencio con Daiki en los brazos de T/N. El aire seguía pesado y la soledad de Hoshigakure se sentía en cada rincón, pero había algo en la atmósfera que parecía distinto. De repente, una luz suave comenzó a emanar de ellos tres, envolviéndolos como una cálida neblina. Itachi frunció el ceño, pero no dijo nada, observando con calma.
La luz, que inicialmente era una simple aurora, pronto comenzó a tomar formas. Figuras difusas emergieron de aquella luminosidad, y T/N, incrédula, sintió que su corazón se detenía por un instante. Ante ella aparecieron los rostros familiares de todos los habitantes que alguna vez vivieron en Hoshigakure: la Jefa Ayame, siempre con su sonrisa maternal; Takeshi, siempre dispuesto a bromear; Akira, con su mirada firme; Rei, Kenji y Hana, quienes se movían con una tranquilidad que solo la paz de los recuerdos podía otorgarles.
T/N se quedó inmóvil, con los ojos llenos de lágrimas, observando a cada uno de ellos, sus rostros radiantes. Pero entre todos, una figura destacaba. Allí, en medio de la luz, estaba Kenta. Su presencia era inconfundible, y al verla, esbozó una gran sonrisa. Aquella sonrisa que T/N había extrañado tanto, que llevaba grabada en lo más profundo de su corazón.
Kenta no dijo nada, pero no hacía falta. T/N lo observó, su respiración entrecortada por la emoción. Todos los habitantes de Hoshigakure, incluida la figura de Kenta, le sonrieron con ternura y aceptación, como si la estuvieran despidiendo por última vez, pero con paz. Ella dejó escapar un sollozo ahogado, sosteniendo a Daiki con más fuerza, mientras las figuras comenzaban a desvanecerse en el aire, dejando solo el brillo de sus recuerdos.
La aldea, aunque seguía vacía, ya no parecía tan oscura. La luz que quedó impregnada en el lugar, junto con los recuerdos de quienes allí vivieron, la hacía ver hermosa, casi como si la vida de Hoshigakure hubiera vuelto a florecer de alguna manera.
Itachi, que se mantenía a su lado, la rodeó por la espalda en un abrazo cálido y protector. T/N, con el bebé en brazos, dejó que las lágrimas cayeran en silencio mientras sentía el consuelo de su presencia. Itachi no dijo nada, simplemente la sostuvo, compartiendo ese momento con ella.
Y así, bajo el manto de la noche, los tres desaparecieron en un pestañear, dejando la aldea envuelta en una paz que hacía mucho no conocía.
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• Trozo de Luna • [Itachi Uchiha]
Fanfiction"Tu destino ha sido elegido en el momento que llegaste a nosotros" T/N, con sus ojos, piel y cabello blancos como la misma luna, es la encarnación terrenal de su resplandor. Su belleza evoca tanto la tranquilidad de la luna como su poderío, pero tam...