Prefacio

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En la casa principal del Distrito Hyūga, una pequeña niña abría los ojos lentamente luego de perder el conocimiento. La pequeña se asustó al ver a un grupo de personas rodeándola con miradas confundidas y sospechosas lo cual hizo que se alarmara.

—¡T/N, mi pequeña!

Una mujer castaña con un prominente vientre se abalanzó sobre ella envolviéndola en un fuerte abrazo mientras derramaba una que otra lágrima. Seguida de esta, un hombre también se acercó y colocó su mano a su mejilla.

—¿Estás bien, hija?

"¿Hija?" Pensó la pequeña.

—¿Quiénes son? —soltó apenas audible.

—Somos tus padres, querida. ¿Acaso no nos recuerdas? —cuestionó preocupada la mujer.

La pequeña separó los labios para responder pero fue interrumpida por una fuerte voz que retumbó en todo lugar.

—Me alegro de que mi sobrina despertara —sonrió este como pudo—. Pueden retirarse —ordenó a los demás presentes.

La pequeña sólo veía todo con gran confusión ya que no recordaba nada. Su mente estaba completamente en blanco.

Ya ha pasado un tiempo desde que perdí la memoria pero, poco a poco y gracias a mis padres he podido saber mayor parte de mi vida

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Ya ha pasado un tiempo desde que perdí la memoria pero, poco a poco y gracias a mis padres he podido saber mayor parte de mi vida.

¡Soy T/N Hyūga! Mis padres son Hizashi y Akiko Hyūga, las personas más brillantes e importantes en mi vida. Mi tío Hiashi... mentiría si dijera que no me inspira temor. Además, me parece un poco extraño el interés que siente hacia mi persona.

Aunque sea una Hyūga, nunca me he sentido como tal y más cuando camino por el distrito, recibiendo malas miradas de las personas.

Hoy nos habían citado a mi padre y a mí a la casa principal. Al entrar vi a varios miembros del clan quienes me miraban fijamente y susurraban cosas, cosa que me incomodó. Traté de ignorarlos y miré al frente donde estaban mi tío y mi abuelo. Al acercarnos lo suficiente, mi padre y yo hicimos una reverencia y fuimos recibidos.

Me senté a un lado de mi padre a quien se le notaba un ligero nerviosismo.

—¿Otō-san, estás bien? —susurré y él solo me dedicó una cálida sonrisa dándome a entender que todo estaba bien.

—T/N, ven aquí —la suave pero temible voz de mi abuelo se hizo presente.

Obedecí sin rechistar y me puse frente a él quien poseía su típica expresión neutra. En unos instantes sentí como dos personas se colocaron detrás de mí y sin previo aviso sujetaron mis brazos.

—¡¿Qué hacen?! ¡Otō-san, otō-san! —miré desesperadamente a mi padre buscando su ayuda pero este solo tenía la vista al suelo.

Forcejeaba tratando de soltarme pero me era imposible. Un tercer hombre se colocaba frente a mi y empezó a hacer unas posiciones de manos que no conocía.

• Trozo de Luna • [Itachi Uchiha]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora