97. Junbi

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T/N fue sorprendida por el ajetreo repentino de Shizune, quien había irrumpido en la casa con un montón de vestuarios, despertando a todos en el proceso. El pequeño Daiki comenzó a llorar por el susto, y T/N rápidamente fue a su habitación para cargarlo y calmarlo. Mientras lo arrullaba, Shizune continuaba buscándola frenéticamente, con la respiración entrecortada por la prisa.

Después de calmar a Daiki, T/N salió al salón, donde vio a Kenta con una expresión igual de perturbada, aún intentando comprender el caos repentino. Shizune, agitada, sostenía varios atuendos en sus manos mientras explicaba con urgencia:

—¡T/N, date prisa! ¡La ceremonia es hoy! ¡Tienes que prepararte!

T/N se quedó perpleja ante la noticia, sin saber que la esperada ceremonia en su honor se celebraría tan pronto. Shizune le insistió que dejara al bebé con Kenta mientras ella se encargaba de arreglarla. Sin más opción, T/N dejó a Daiki en brazos de Kenta y se dirigió rápidamente al baño para una ducha rápida.

Al salir, Shizune estaba lista con un hermoso kimono de un tono azul profundo, decorado con delicados bordados de flores de cerezo en color plata y blanco. El diseño era elegante pero sutil, representando tanto la serenidad como la fortaleza de T/N. El kimono se ajustaba a la perfección, resaltando su figura de una manera refinada.

Con manos expertas, Shizune comenzó a recoger el cabello de T/N en un elegante moño alto, dejando que algunos mechones sueltos enmarcaran suavemente su rostro. Como toque final, colocó unas peinetas de plata con pequeños detalles de flores de cerezo, a juego con el kimono.

T/N se miró al espejo, sorprendida por la transformación. El reflejo que la devolvía la mirada era una mezcla de la T/N que había sido y la mujer que era ahora, cargada de experiencias y responsabilidades, pero más fuerte que nunca.

—Estás lista —dijo Shizune con una sonrisa satisfecha, mientras admiraba su trabajo—. Hoy es tu día, T/N.

T/N asintió lentamente, aún asimilando la idea de que estaba a punto de presentarse oficialmente ante la aldea, no solo como miembro de Konoha, sino como alguien con un origen que pocos conocían.

Mientras T/N desayunaba rápidamente para prepararse para el largo día que le esperaba, Shizune estaba ocupada vistiendo al pequeño Daiki. Había escogido para él un conjunto tradicional de bebé en tonos suaves: un kimono infantil de color blanco con detalles en azul celeste, adornado con pequeños bordados de nubes y aves en vuelo. Era un atuendo sencillo pero simbólico, representando pureza y protección.

Mientras lo vestía, Shizune no dejaba de quejarse en voz alta, obviamente refunfuñando por la prisa y la sorpresa de última hora que Tsunade le había dado.

—No puedo creer que Tsunade-sama me haya dejado a cargo de todo esto sin previo aviso... —dijo, abrochando el pequeño obi del kimono del bebé con precisión—. ¡Siempre es lo mismo! ¿Por qué siempre tengo que ser yo quien haga lo imposible para que todo salga bien? ¡Ni tiempo me dio para organizarme!

Sin embargo, cada vez que dirigía su atención al bebé, su tono cambiaba completamente. Mientras aseguraba el pequeño lazo en el atuendo de Daiki, sus quejas se disolvieron en palabras tiernas y suaves.

—Ah, pero tú, pequeño Daiki, te ves tan adorable en este kimono. Serás el centro de atención de todo el evento, ¿no es así? —le dijo con una sonrisa, mientras acariciaba con ternura la mejilla del bebé, haciendo que él soltara una pequeña risa.

A su lado, Kenta también estaba siendo vestido, aunque mucho menos cooperativo. Refunfuñaba mientras se ajustaba su propio atuendo, un yukata sencillo pero formal en tonos oscuros, adecuado para la ceremonia.

—¿Y por qué yo también tengo que vestir tan formal? —se quejaba Kenta, estirando los brazos mientras Shizune ajustaba el cuello de su yukata—. ¿No podían avisar con más tiempo? Al menos me hubiera preparado mentalmente para esto...

—¡Ya, ya, Kenta! —respondió Shizune con una mezcla de impaciencia y cariño—. Hoy es un día importante para T/N y su bebé, así que deja de quejarte y coopera. Todo tiene que salir perfecto.

Entre sus quejas y el caos de preparativos, Shizune nunca dejaba de mimar a Daiki, quien estaba feliz y cómodo en sus pequeños brazos, sin saber que ese día sería el centro de atención junto a su madre.

Entre sus quejas y el caos de preparativos, Shizune nunca dejaba de mimar a Daiki, quien estaba feliz y cómodo en sus pequeños brazos, sin saber que ese día sería el centro de atención junto a su madre

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Finalmente, todo estaba preparado. Kenta salió primero, y no mucho después, un escuadrón de ANBU apareció frente a la casa para escoltar a T/N y al pequeño Daiki hacia la Torre Hokage. Shizune se adelantó, prometiéndole que la vería allí. T/N, con el bebé en brazos y una sensación de nerviosismo creciente, fue conducida a través de las calles reconstruidas de Konoha.

Al llegar a la oficina de Tsunade, lo primero que notó fue lo diferente que se veía la Hokage. Tsunade estaba vestida formalmente, con un atuendo elegante en tonos oscuros que realzaban su figura imponente pero serena.

—Te ves increíble, Tsunade-sama —comentó, con una sonrisa sincera.

Tsunade, quien rara vez se ponía tan nerviosa, dejó escapar una leve sonrisa, pero sus ojos se suavizaron al mirar al pequeño Daiki en brazos de T/N. Era como si la fuerza que siempre emanaba se desvaneciera un poco frente a la inocencia del bebé. T/N notó ese cambio en su expresión.

—¿Te gustaría cargarlo? —preguntó, con una sonrisa juguetona.

Tsunade, contra todo pronóstico, se puso tensa. A pesar de su experiencia, no parecía completamente segura. Sin embargo, antes de que pudiera negarse, T/N, con gentileza, colocó a Daiki en los brazos de la Hokage. Tsunade lo sostuvo con más delicadeza de la que cualquiera podría esperar, y cuando el pequeño empezó a reír al mirarla, el nerviosismo de Tsunade pareció desvanecerse.

Mirando al bebé, Tsunade tomó su pequeña manita con un dedo, y Daiki, con su instinto natural, la apretó con fuerza. Los ojos de Tsunade se llenaron de ternura, y con una voz apenas audible, empezó a susurrarle cosas dulces al pequeño.

—Mira qué fuerte eres... soy tu abuela, ¿sabías? —le decía con una suavidad que sorprendió a T/N.

El cariño en su voz hizo que T/N sonriera, conmovida por la escena. Ver a Tsunade, siempre tan firme y seria, mostrando ese lado tan dulce con su hijo era algo que nunca habría imaginado. Daiki, por su parte, estaba encantado, sonriendo ampliamente mientras su manita seguía aferrada al dedo de Tsunade.

Pero pronto, la Hokage se aclaró la garganta, visiblemente avergonzada por haberse dejado llevar por el momento. Aún sosteniendo la mano del bebé, desvió su atención a T/N con un tono más serio.

—Bueno... —dijo, intentando recuperar su habitual compostura—. ¿Estás lista para esto?

T/N asintió con una mezcla de nervios y confianza. Sabía que lo que estaba por venir sería monumental, no solo para ella, sino para todo Konoha.

• Trozo de Luna • [Itachi Uchiha]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora