CAP 10 Tan jodidamnete duro

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DIMITRI
Me apoyé en la puerta de su habitación y respiré hondo.
Esto iba a ser tan jodidamente duro. Solo quería abrazarla y consolarla. Quería decirle que era mía. Quería hacerla mía.
Mi compañera estaba sufriendo y no podía decirle que era mía.
No podía, joder.
Sus lágrimas eran como cuchillos en mi corazón. Su dolor quemaba mi alma como el fuego.
Quería quitárselo todo. Quería detenerlo. Si pudiera, tomaría su tristeza y su dolor y lo soportaría por ella.
Sólo había pasado media hora desde que supe que era mía y ya sentía un dolor atroz por no poder hacerla mía. Cada momento me parecía una eternidad, mientras contaba los segundos y los minutos que faltaban para poder decírselo. Mi mente bullía con un millón de pensamientos y escenarios, cada uno más esperanzador y más doloroso que el anterior. Esperaba que lo supiera antes.
Temía que se marchara antes de saber quién era yo para, ella.
El dolor de la espera era palpable, un dolor físico que parecía atenazarme todo el cuerpo y et alma. El corazón me latía más
deprisa, las palmas de las manos me sudaban y el estómago se me revolvía de ansiedad y miedo. Todo porque tendría que esperar nueve putos meses para tenerla.
Volví a respirar hondo y me obligué a alejarme. Si no lo hacía, volvería a entrar y la agarraría.
Bajé corriendo, necesitaba salir de casa. Su olor era abrumador. Me recordó que podría disfrutarla plenamente durante nueve meses más.
Nueve malditos meses.
- ¿Dimitri?— Escuché la voz de mi madre mientras abría la puerta principal. — ¿A dónde vas?
— ¡Tengo que volver al trabajo!— Grité mientras daba un portazo y me alejaba.
Todo mi cuerpo estaba tenso. No podía dejar de apretar los músculos. No podía dejar de apretar los dientes.
¿Cómo coño iba a sobrevivir sin ella tanto tiempo?
El sonido más molesto del mundo empeoró mi humor aún más de lo que ya estaba.
—Dimitri, cariño—, oí la voz de Savannah en cuanto entré en la manada.
Savannah era uno de los miembros de mi manada. Era la hija del Omega de mi padre y fue el mayor error que cometí en mi vida.
Me prometí que esperaría a mi compañera. Me prometí que me reservaría para ella.
Pero hace un año, me emborraché con acónito y cerveza y tuve sexo con Savannah. Ella ha estado actuando como si fuera a hacerla mi Luna desde esa noche.
— ¿Qué?— suspiré mientras me daba la vuelta para mirarla.
Ella sonrió y se acercó a mí. Estaba a punto de ponerme las manos en el pecho cuando se las agarré y se las pegué al cuerpo.
Nadie iba a tocarme. Le pertenecía a Maddie. Cada parte de mi cuerpo y de mi alma le pertenecía a ella, aunque aún no lo supiera.
- ¿Qué pasa, Dimitri?— Preguntó Savannah, haciendo pucheros. — ¿No quieres que te toque?
Suspiré y me pasé los dedos por el pelo.
— ¿Qué quieres, Savannah? -pregunté, molesto.
Me miró con el ceño fruncido y cruzó los brazos sobre et pecho. —Iba a invitarte a cenar esta noche, pero tu actitud me está despistando. —Bien—, dije mientras me daba la vuelta y empezaba a subir las escaleras.
— ¡Dimitril— Savannah gritó. — ¡No me des la espalda!
Oí el molesto ruido de sus tacones mientras me seguía. Apreté
los dientes.
—No estoy de humor, Savannah—, dije, apretando los puños.
—Vete.
—No me hables así, Dimitri—, dijo enfadada. —Soy tu futura...
—No termines esa frase—, gruñí mientras me daba la vuelta bruscamente. —Ya te dije que nunca serías mi compañera ni mi
Luna.
Ese título le pertenecía a Maddie. Nadie se lo iba a quitar.
Los ojos de Savannah se abrieron de par en par. Estudió mi cara por un momento.
- ¿Qué te pasa hoy?—, preguntó, haciéndome poner los ojos en blanco.
—Déjalo en paz, Savannah—, oí la voz de mi Beta y sentí alivio.
Me di la vuelta y vi a mi mejor amigo y a Beta de pie en la entrada de la puerta de su despacho. —Tenemos trabajo que hacer, Dimitri, vamos—, dijo William, mirando a Savannah.
Gracias. Lo vinculé mentalmente.
No hay de qué. Will suspiró. No tendría que hacer esto si supieras beber.
Puse los ojos en blanco mientras me acercaba a él.
—Pasaré más tarde, Dimitri-, dijo Savannah.
Will cerró la puerta de su despacho antes de que pudiera responder.
- ¿Podemos exiliarla?— murmuró Will en voz baja, haciéndome soltar una risita.
—Oh, cómo me gustaría que pudiéramos—, dije mientras me sentaba en el sofá de su despacho.
Vi cómo se dirigía a su escritorio y se sentaba.
—He encontrado a mi pareja—, dije, haciendo que Will moviera la cabeza en mi dirección.
— i¿Qué?!—, exclamó mientras se levantaba bruscamente.
Suspiré y me pasé los dedos por el pelo. El dolor se encendió en mi interior.
—Es la hija de Mike, Madeline—, dije, haciendo que los ojos de Will se abrieran aún más.
— i¿Tu hermanastra es tu pareja?|—, exclamó.
—No es mi hermanastra—, suspiré y puse los ojos en blanco.
—Es mi compañera.
Hermanastra sonaba jodidamente mal. Ella era mi pareja. Era el amor de mi vida. Era mi Luna.
Will jadeó en silencio. - ¿No tiene solo diecisiete años?
Apreté la mandíbula y asentí.
—Joder—, murmuró Will mientras se acercaba a mí y se sentaba a mi lado. — ¿Cómo lo llevas?
—No muy bien, tío—, mascullé. -Quiero agarrarla y decirle que es mía, pero no puedo hacerlo.
Will suspiró y sacudió la cabeza. —Esto está muy jodido.
—No tengo ni puta idea de cómo voy a sobrevivir los próximos nueve meses—, murmuré.
Realmente no tenía ni idea. Me volvería loco. Tenía que encontrar una manera de estar cerca de ella. Tenía que convertirme en su amigo. Me volvería loco si intentara mantener las distancias.
Necesitaba tenerla al menos como amiga por ahora. La necesitaba para calmar mi corazón y mi alma. La necesitaba para sobrevivir.

Mi hermanastro es mi mate Donde viven las historias. Descúbrelo ahora