Cap 65 Disculpa

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Punto de vista de Dimitri

Me moría de ganas de volver a mi despacho.
Mis brazos ardían por la necesidad de abrazarla. Me dolía saber que ella estaba sufriendo. No veía la hora de llegar y abrazarla. La echaba tanto de menos. Llevaba nueve meses necesitándola y deseando que me compensara. Estar lejos de ella aunque fuera unos minutos era una completa pérdida de tiempo.
Por fin llegué a mi despacho y abrí la puerta. Su olor me llenó los pulmones y mi cuerpo se relajó por completo.
Me miró y sonrió.
-Princesa—, murmuré mientras cerraba la puerta y corría hacia ella.
Se me derritió el corazón cuando me tendió la mano. Gemí-en voz baja cuando por fin la toqué. La atraje hacia mí y la abracé con fuerza. Le puse una mano en la cabeza y le besé la sien.
—¿Te duele? pregunté y ella negó con la cabeza.
—Ya no—, dijo y sonreí.
Miré a Will y vi que me sonreía. Puse los ojos en blanco.
—¿Puedes bajar y asegurarte de que todo va bien?—. pregunté mientras pasaba mis dedos por el pelo de Maddie.
—Por supuesto—, dijo Will. —¿Necesitas algo más?—
—No—, dije, sacudiendo la cabeza. —Nos vemos mañana—.
Will asintió y miró a Maddie. Sonrió un poco.
—Adiós, Mads—, dijo y ella levantó la vista hacia él.
—Adiós, Will—, dijo ella devolviéndole la sonrisa.
No pude evitar acariciarle la mejilla. Era tan jodidamente hermosa que necesitaba tocarla para asegurarme de que era real.
Todavía no podía creer que fuera mía.
Oí a Will alejarse, pero no aparté los ojos de Maddie. No podía dejar de mirarla. Simplemente no podía tener suficiente de ella.
Oi cerrarse la puerta y Maddie me miró. Levantó la mano y me acarició la mejilla. Mi corazón se aceleró y me incliné más hacia su tacto. Me temblaba todo el cuerpo y sentía que el corazón se me iba a salir del pecho. Estudió mi cara unos instantes antes de inclinarse y besarme.
Mi corazón dejó de latir.
Gemí y enredé los dedos en su pelo. La apreté más y profundicé el beso.
Era la primera vez que ella lo iniciaba y estaba seguro de que iba a explotar de felicidad.
Dejó de besarme, pero no se apartó. Apoyó la frente en la mía y respiró hondo.
—Lo siento, Dimitri—, dijo en voz baja y se me cortó la respiración.
¿Por qué lo sentía? ¿Me besó así porque iba a dejarme?
No, no, no, no.
La agarré con más fuerza. Extendió la mano y me pasó los dedos por el pelo.
—Siento haber intentado rechazarte cuando me enteré—, dijo en voz baja. —Siento haber actuado así. Es que...-
Dejó de hablar y respiró hondo.

Me relajé un poco. No me iba a dejar. No es que yo se lo permitiera, pero era bueno saber que ella también me quería.
—Estoy enfadada con Mike—, continuó. —No quería quedarme aquí. No quería estar cerca de él. Quise dejar esta manada desde el momento en que me dijeron que viviría aquí—.
Levantó un poco la cabeza y me acarició la mejilla.
-Intenté rechazarte porque quería huir de Mike y lo siento mucho-, añadió. —No te lo merecías y pasaré el resto de mi vida
compensandolo一.
Suspiré aliviado y la besé suavemente.
—Te quiero, Madeline—, murmuré contra sus labios. —No tienes nada que compensar. Lo compensaste en el momento en que te quedaste y me dejaste amarte-.
Me rodeó el cuello con los brazos y me besó con fuerza. La abracé con más fuerza y la subí a mi regazo. Se sentó a horcajadas sobre mí y mi corazón empezó a latir más deprisa.
—Yo también te quiero—, me dijo en voz baja cuando dejó de besarme.
Mis ojos se abrieron de par en par y estaba completamente, seguro de que me desmayaría de la excitación. Oírla decir eso fue como inyectarme la mejor droga del puto mundo. Era adictivo y quería más.
—Dilo otra vez—, murmuré mientras apoyaba la frente en la suya.
—Por favor, dilo otra vez—.
—Te quiero—, repitió y sonrió un poco.
Algo entre un gemido y un sollozo escapó de mis labios. Volví a besarla, enredé los dedos en su pelo y la apreté contra mí todo lo que pude. La sentí sonreír y no pude evitar hacer lo mismo. La felicidad que sentía era difícil de describir.
Dejamos de besarnos y la abracé con fuerza. Ella me devolvió el abrazo y respiró hondo.
—Siento mucho lo de Mike, princesa—, le dije en voz baja. -
Cometió un gran error al dejarte. Me enfadé mucho con él cuando me dijo que tenía una hija y una pareja y que las había abandonado. Las parejas y los hijos son un regalo de la Diosa y hay que apreciarlos—.
Maddie dejó de abrazarme. Me miró y asintió.
—Casi cometo el mismo error que mi padre—, murmuró en voz baja.
Le acaricié la mejilla y sonreí.
—Menos mal que soy cabezota—, dije riendo entre dientes. —No iba a dejar que lo hicieras. Nunca iba a dejar que me dejaras.
Maddie sonrió y me dio otro suave beso en los labios.
—Gracias por ser tan testarudo—, dijo, haciéndome soltar una risita.
Besé sus suaves labios y su mejilla. Volví a abrazarla y la estreché con fuerza.
—¿Estás cansada, princesa?— le pregunté. —¿Quieres ir a nuestra habitación?—.
Ella asintió y yo sonreí. No podía dejar de sonreír y me moría de ganas de tumbarme a su lado.
Intenté soltarla para que pudiéramos levantarnos y salir del despacho, pero ella me agarró con más fuerza y se puso cómoda.
—Cinco minutos más, murmuró en voz baja y yo me reí.
La abracé con más fuerza y le besé la sien.
—Vale, mi princesa—, dije riendo entre dientes. -Cinco minutos más一.
Era como si pensara que no la abrazaría así cuando llegáramos a nuestra habitación. Siempre la abrazaría así. Nunca la soltaría. Me era imposible hacerlo. Ella era parte de mi cuerpo y de mi alma y nunca la dejaría ir.

Mi hermanastro es mi mate Donde viven las historias. Descúbrelo ahora