DIMITRI
Mi corazón iba a mil por hora.
¿Qué demonios te pasa? Mi madre me vinculó mentalmente.
No pude responder.
Estaba demasiado sorprendido y demasiado concentrado en mi perfecto amiguito como para pensar siquiera en una respuesta.
Casi se me rompe el corazón cuando me di cuenta de que no me reconocía como su compañero. No podía. Todavía no tenía un lobo.
Skol gimió con fuerza. Tuve que evitar que un gruñido escapara de mis labios.
Tendría que esperar nueve putos meses hasta que ella supiera quién era yo.
¡Joder!
Apreté los puños, intentando evitar golpear algo.
No podía dejar que mi madre lo supiera. No podía decirselo a nadie. Se lo dirían, y yo quería que lo descubriera ella misma. No quería robarle el momento de encontrar a su pareja.
El momento era perfecto. Todo era perfecto. El olor, las sensaciones, todo. Quería que ella lo experimentara. No podía dejar que lo supiera antes de que cumpliera 18.
¿Dimitri? Mi madre me conectó mentalmente de nuevo.
Estoy bien. Me obligué a responder.
Noté que mi princesa entrecerraba un poco los ojos mientras me estudiaba con una expresión de confusión en el rostro.
No supe por cuánto tiempo me quedé mirando sus hermosos ojos verdes.
—Hola, Madeline—, me obligué a hablar.
Me acerqué a ella, intentando que mi cuerpo dejara de temblar. Cuanto más me acercaba a ella, más difícil me resultaba no agarrarla y apretarla contra mí.
—Bienvenida a mi manada—, le dije mientras le daba la mano para que me la estrechara.
Todo mi cuerpo se tensó esperando el momento en que nuestras manos se tocaran. Me moría de ganas de sentir su piel sobre la mía.
Casi ronroneé cuando sucedió.
Su pequeña mano encajaba perfectamente en la mía. Era cálida y suave y me hizo saltar chispas por todo el cuerpo.Tuve que contenerme para no ronronear, y sólo era su mano.Me pregunté cómo reaccionaría cuando por fin la besara.
—Gracias—, dijo en voz baja mientras retiraba su mano de la mía.
Quería quejarme y protestar.
—Siento mucho tu pérdida, Madeline—, le dije mientras me sentaba en el taburete del bar junto a ella.Sus ojos se llenaron de lágrimas y se me rompió el corazón.Quería consolarla. Quería abrazarla. Quería decirle que estaba a su lado.
Skol se quejó.
Quiero abrazarla, murmuró.
Lo sé, suspiré. No podemos hacerlo, Skol. Todavía no.
Se le escapó otro gemido. Mi corazón también se rompió por él. Aún no podía sentir su lobo: Esto era más difícil para él que para mí.
—Gracias—, murmuró mi princesa mientras agachaba la cabeza y respiraba hondo.
Cerré los puños y apreté los brazos contra el cuerpo. Iba a tirar de ella hacia mí si no encontraba la forma de controlarme.
—Le estaba diciendo a Maddie que no tiene que trabajar—, dijo Mike mientras tomaba un sorbo de café.
Por supuesto que no trabajaría. Era mía para cuidarla.
—Es Madeline—, suspiró en voz baja.
—No hay necesidad de que trabajes, Madeline—, dije suavemente. —Tu padre y yo cuidaremos de ti. Necesito que te centres en terminar el instituto y ya está.
Me miró y casi me derretí.
¿Me sentiría así cada vez que me mirara?
—Ya he terminado el instituto—, me dijo. —Terminé pronto para poder trabajar y cuidar de mi madre.
Estaba tan jodidamente orgulloso de ella.
—Gracias por acogerme en tu manada, Alfa Dimitri continuó. —Tengo que trabajar para mantenerme. Tengo que trabajar para poder irme cuando cumpla 18 años. No me quedaré mucho tiempo en tu manada.
Mi corazón se detuvo. Ya no funcionaba.
¿Se iba a ir? ¿De verdad quería irse?
Recordé las palabras de mi madre y se me revolvió el estómago.
Dijo que se iría en cuanto cumpliera 18 años.
Joder, no.
Por encima de mi puto cadáver.
¡No!
No sabe que eres su pareja, se quejó Skol. No se irá cuando se dé cuenta.
Sus palabras me calmaron un poco.
Tenía razón. Tenía que tener razón.
—Espero que cambies de opinión, Madeline-, dije, tratando de evitar que mi voz temblara. -Esta es tu manada ahora. Eres bienvenida a quedarte.
¡¿Qué demonios estás haciendo?! Mi madre me enlazó mentalmente, enfadada. No la quiero aquí.
Tuve que contenerme para no gruñir y atacar a mi madre.
Esta es su manada ahora. Le devolví el enlace mental. Es la hija de Mike y puede quedarse, te guste o no.
Bloqueé a mi madre para que no me volviera a vincular. Podía sentir su ira, pero no me importaba una mierda. Maddie era su
Luna ahora y tenía que respetarla.
—Gracias, Alfa-, dijo Maddie, mirando de nuevo a su padre.
— ¿Está bien si me voy a mi habitación ahora?
Apreté la mandíbula. No quería que se fuera.
—Por supuesto, Madeline—, dijo Mike. —La cena estará lista en una hora.
Maddie asintió y se bajó del taburete de la barra.
—Encantada de conocerte, Alfa—, dijo.
—Por favor, Madeline, llámame Dimitri—, le dije. -Ahora somos familia.—Sí, Mads—, añadió Mike: —Es tu hermanastro.
Tuve que evitar fruncir el ceño. Hermanastro sonaba jodidamente mal. Yo no era su hermanastro, era su pareja.
Maddie miró a Mike y suspiró en silencio.
—Ve a deshacer la maleta—, le dijo Mike. - ¿Necesitas ayuda?
Quería que dijera que sí para poder ofrecerle ayuda. No quería que se fuera. No quería dejar de mirar su hermoso rostro.
—No, gracias—, dijo, haciéndome suspirar internamente.
Nos miró a mi madre y a mí. Inclinó un poco la cabeza y salió de la cocina.
Me entraron ganas de lloriquear y seguirla.
—Sé que es tu hija, Mike, pero no me gusta su actitud—, dijo mi madre en cuanto Maddie salió de la cocina.
La miré enfadado.
—Su actitud no tiene nada de malo—, defendí a mi compañera.
—Es respetuosa y amable.
Mi madre puso los ojos en blanco y se dirigió a la nevera. —Es fría—, dijo mi madre. —Y antes nos faltó al respeto a Mike y a mí. Te mostró respeto porque eres un licántropó Alfa.
Apreté los puños, intentando evitar gruñirle a mi madre.
—Acaba de perder a su madre, Janet,— Mike suspiró. —Ten un poco de compasión.
Mi madre tenía que empezar a tener compasión y comprensión por Maddie cuanto antes, joder. No iba a dejar que nadie tratara mal a mi compañera. Ni siquiera mi madre.
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Mi hermanastro es mi mate
Werewolf-Yo, Madeline Clark, rechazo...-, empecé a hablar, pero Alfa Dimitri me detuvo tapándome la boca con la mano. Me acercó más a él y gruñó. - ¿Qué demonios estás haciendo? -, gritó. -No voy a dejar que hagas esto, Maddie. Te he esperado durante meses...