POV de Madeline
Estaba nerviosa.
Bueno, no. Estaba más que nerviosa. Estaba hecha polvo y no sabía qué hacer. Seguía pensando en Janet y en su reacción cuando el alfa Dimitri le dijo que yo era su pareja. Me preguntaba qué haría. Me preguntaba cómo me castigaría por esto. Me preguntaba cómo me echaría.
Sus pensamientos me consumían por completo y apenas me di cuenta de la presencia de Beta Will.
—Luna—, dijo cortésmente, inclinando la cabeza. —Bienvenida a tu casa de paquetes. Es maravilloso tenerte aquí por fin—.
Tragué saliva y me obligué a concentrarme en Beta Will.
—Gracias, Beta—, dije en voz baja. —Llámame Maddie, por favor.Levantó la cabeza y me sonrió.—Sólo si me llamas Will—, dijo, haciéndome sonreír un poco.
Sería tan difícil llamarle así. Sentía que no pertenecía a este lugar.
Sentía que no era lo suficientemente bueno para estar aquí y llamarlo a él y al Alfa Dimitri sólo por sus nombres.
—Lo intentaré—, dije y Beta Will me guiñó un ojo.
Alfa Dimitri me acercó más a él y me besó en la coronilla. Me estaba acostumbrando a tenerlo cerca. Me estaba acostumbrando a sentir sus labios en mi cuerpo. De hecho, empecé a desearlo.
Quería que me besara. Quería sus labios en todo mi cuerpo y esa idea me asustaba.
Ni siquiera estaba segura de querer quedarme. Janet no me dejaría quedarme.
Basta, Maddie, dijo Skye con severidad. Si vuelves a pensar en irte, se lo diré a Skol. También le hablaré de Janet. Deja de pensar en irte, porque no lo harás—.
La ignoré y volví a concentrarme en Dimitri Alfa y Will Beta.
Ahora estábamos caminando y los oía hablar de algo.
—¿Está listo?— preguntó Alfa Dimitri.
—Sí—, dijo Beta Will, haciéndole un pequeño gesto con la cabeza.
—Todo está listo. ¿Quieres que envíe a Pete a buscar sus cosas?¿Las cosas de quién? ¿Quién era Pete?
—No—, dijo Alfa Dimitri. —Yo iré. No quiero el olor de otro hombre en sus cosas. Me volverá loco—.
Oh, estaban hablando de mí.
—Puedo ir a buscar mis cosas—, dije, mirando a Dimitri Alfa.
No quería molestarlo. Podía volver y coger las cosas que necesitaba.
Alfa Dimitri me sonrió y negó con la cabeza.
—No, princesa—, dijo. —No quiero que mi madre te vea y diga algo más que te pueda molestar. Yo iré. No te preocupes—.
—¿Qué ha dicho tu madre?— preguntó Will antes de que pudiera protestar.
—Te lo diré más tarde—, suspiró Alfa Dimitri y pude oír fastidio en su voz.
Beta Will abrió la puerta y Alfa Dimitri me jaló hacia la oficina más grande que jamás había visto. La oficina de mi antiguo Alfa era sólo la mitad de grande que ésta. Había un enorme escritorio en el centro de la habitación. Estaba completamente cubierto de papeles y carpetas. A un lado había otro escritorio, pero parecía nuevo y no había papeles ni carpetas a la vista. Me encantaron las enormes ventanas y la luz natural de la habitación. Podía ver el bosque detrás del almacén y me hizo sonreír un poco.
—¿Te gusta, princesa?— preguntó el alfa Dimitri.
Le miré y asentí con la cabeza. Sonrió y se inclinó para besarme la frente.
—Me alegro—, dijo. —Este es tu escritorio—.
Señaló el escritorio vacío de la habitación y mis ojos se abrieron un poco. ¿Mi escritorio?
Bueno, eso tenía sentido, ¿no? Yo era una Luna, ¿no?
—Sé que es común que una Luna tenga su propia oficina, pero quiero que estés aquí conmigo en todo momento—, continuó Alfa Dimitri. —No puedo imaginar pasar un día entero sin ti. Te necesito a mi lado en todo momento y necesito verte siempre—.
No pude decir nada. Me quedé mirando el escritorio, intentando con todas mis fuerzas calmar mi acelerado corazón.
Era real. Yo era Luna. Era su compañera. Tendría que liderar la manada y tendría que tomar decisiones. Ese escritorio sería mío.
Tendría que sentarme ahí, mirar papeles y ser una Luna.¡Oh, Diosa, no fui hecha para ser una Luna! ¡No estaba hecha para ser su compañera! ¡No podía hacer eso! No podía...
—¿Maddie?— El Alfa Dimitri gritó mi nombre con un dejo de preocupación en su voz.
No pude responderle. Ni siquiera podía respirar.
—¿Princesa?— Alfa Dimitri me llamó mientras me daba la vuelta y me acariciaba las mejillas. —¿Qué pasa, mi amor?—
Me dolía ver la preocupación en sus ojos. No quería que se preocupara.
—Les daré un minuto—, dijo Beta Will en voz baja.
Le vi salir de la habitación mientras intentaba forzar mis pulmones para que entrara el aire.
—¿Madeline?— Alfa Dimitri me llamó por mi nombre y esta vez pude oír claramente el pánico en su voz.
Le devolví la mirada e instintivamente hundí la nariz en su pecho.
Su olor me tranquilizó de inmediato.
—Maddie, amor, por favor, dime qué pasa—. gritó el alfa Dimitri mientras me ponía la mano en la cabeza y me estrechaba contra él.Sentí sus labios en la parte superior de mi cabeza y me relajé aún más. Tenía que decirle algo. No podía dejar que se preocupara.
—Todo va muy rápido—, murmuré en voz baja. —Estoy un poco abrumada—.
Alfa Dimitri me abrazó con más fuerza. Me dio otro beso en la cabeza y me pasó la mano por la espalda.
—Lo siento, princesa—, dijo en voz baja. —Debería haber sido un poco más considerado. Llevo en esta relación nueve meses más que tú-.
Se rió y lo miré. Diosa, era hermoso cuando sonreía.
—Lo siento mucho, Maddie—, dijo mientras me acariciaba la mejilla. —Me he adelantado un poco. Estoy tan emocionada de poder compartirlo todo contigo por fin—.
Levanté la mano y le acaricié la mejilla. No podía contenerme.
Tenía que tocarle. Tenía que asegurarle que todo iba bien. Se inclinó hacia mí y casi me derrito.
—No pasa nada—, le dije. —Me llevará algún tiempo darme cuenta de que esto es real—.
Sonrió y puso su mano sobre la mía.
—Es real, mi amor—, dijo suavemente. —Eres mi compañera. Eres Reina y la Luna de este Reino y de esta manada-.
Mi corazón se aceleró y el miedo que sentía antes volvió a mi cuerpo.
—Estaré aquí en cada paso del camino, Maddie—, continuó suavemente el Alfa Dimitri. —Nunca estarás sola. Te lo prometo—.
Me abrazó y dejé que su presencia me tranquilizara.
Esperaba que tuviera razón. Esperaba que todo fuera bien de verdad.
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Mi hermanastro es mi mate
Werewolf-Yo, Madeline Clark, rechazo...-, empecé a hablar, pero Alfa Dimitri me detuvo tapándome la boca con la mano. Me acercó más a él y gruñó. - ¿Qué demonios estás haciendo? -, gritó. -No voy a dejar que hagas esto, Maddie. Te he esperado durante meses...