Cap 38 ¡No vuelvas a hacer eso!

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DIMITRI
Pensé que iba a perder la cabeza cuando vi su habitación vacía.
Pensé que iba a perder los nervios y a montar en cólera. Ya estaba de los nervios y entrar en su habitación vacía me hizo hervir de rabia.
Pero eso no fue nada comparado con irrumpir en la cabina de patrulla y verla allí con Seth. Eso no fue nada comparado con ver cómo se ocupaba de su labio partido.
Mi corazón dejó de latir y casi me desmayo.
Estaba herida. Mi princesa estaba herida.
La miraba con los ojos muy abiertos, incapaz de moverme. No podía apartar la mirada de la herida de sus labios. No era grande, pero a mí me parecía enorme. Era un símbolo de mi fracaso como compañero. No la protegí. Ella estaba herida y yo no estaba allí para evitarlo.
— ¡¿Qué coño ha pasado?!— Me obligué a hablar.

Miré a Seth y lo vi rojo. Una de sus manos estaba en la rodilla de ella. La estaba tocando. ¡Estaba tocando lo que me pertenecía! Podía sentir los latidos de mi corazón en mis ojos. La ira corría por mis venas, haciéndome imposible sentir otra cosa.
Skol gritaba y se agitaba dentro de mí. Intenté ignorarlo, pero era jodidamente difícil.
-Ella...—, habló Seth, pero Maddie le interrumpió.
—Se cayó—, dijo, haciéndome estremecer. —Salí a dar un paseo y me caí. Seth me está ayudando.
Apreté los dientes e intenté respirar hondo. Pero era imposible. El pánico se había apoderado de mí. Obligué a mi cuerpo a moverse y cerré la puerta de un portazo. Me acerqué a ella y cogí la gasa de la mano de Seth.
Ambos me miraban con los ojos muy abiertos.
—Muévete—, le gruñí a Seth, haciendo que entrecerrara ligeramente los ojos.
—No pasa nada, Alfa—, dijo. —Puedo cuidar de ella. No tienes que...
—Muévete—, gruñí de nuevo, interrumpiendo lo que fuera a decir a continuación.

Estaba furioso y celoso de cojones. Quería arrancarle la cabeza, pero no podía hacerle eso a Maddie.
Seth volvió a mirarla e hizo lo que le dije. Me senté junto a mi princesa y le levanté la cabeza para poder mirarle el labio.
- ¿Cómo diablos te las arreglaste para lastimarte así el labio? - pregunte, intentando contener un gruñido.
Levanté la gasa y le di unas palmaditas suaves en el labio. Se estremeció un poco, lo que me hizo agarrarla con fuerza por la cintura. Se relajó bajo mis caricias y me invadió una oleada de alivio. Su cuerpo sabía quién era yo.
—Me caí y me lo mordí-, murmuró Maddie, mirando a Seth.
Fruncí el ceño y recordé lo que había dicho antes. No me di cuenta antes porque estaba tan jodidamente enfadada y asustada que no
escuché bien.
Se fue a dar un paseo.
Tuvimos un problema y se fue a pasear por el bosque.
El miedo explotó dentro de mí y casi vomito. Si le hubiera pasado algo... Si de alguna manera hubieran entrado en mi territorio y le hubieran hecho daño...
Se me nubló la vista y gruñí con fuerza. Ella se estremeció y yo la agarré con más fuerza.
— ¿Dijiste que habías salido a dar un paseo? —pregunté, parpadeando con fuerza para recuperar la visión.
Ella asintió y yo casi grité de terror. Tiré la gasa sobre la mesita y le ahuecé las mejillas. Respiraba con dificultad y estaba segura de que el corazón se me iba a salir del pecho. Ella me miraba con los ojos muy abiertos.
— ¡No vuelvas a hacer eso!— exclamé, intentando controlar el miedo que sentía.
Respiré hondo y apreté la mandíbula.
-Escúchame, Madeline—, dije con severidad. —Te prohíbo que salgas a pasear sin mi presencia. Te prohíbo salir de casa a menos que sea para ir a trabajar. Si quieres ir a algún sitio, voy contigo.
¿Está claro?
El corazón me latía tan deprisa que empezaban a dolerme las costillas. El pánico de Skol no ayudaba ni un poco. Estaba aún más asustado que yo.
Los ojos de Maddie se abrieron aún más. Sus cejas se fruncieron.
—Eso no es justo, Alfa—, habló Seth, haciendo que la ira dentro de mí aumentara. —Ella no es una prisionera. Puede ir donde quiera.

Gruñí con fuerza y miré a Seth. Acababa de empezar mi patrulla, así que aún no sabía lo de los pícaros. Pero eso no le daba derecho a cuestionar mis decisiones. Yo era su Alfa y Maddie era mi compañera. ¡Mía!
—Tenemos un problema de pícaros—, dije, manteniendo mis ojos en Seth. —Podrían haber traspasado nuestras fronteras. Podrían haberla atacado. Podrían haberla herido. No le prohíbo salir de casa porque quiera hacerla prisionera, se lo prohíbo porque quiero mantenerla con vida.
Los ojos de Seth se abrieron de par en par. Miró a Maddie y vi puro terror en su cara.
Lo ignoré y volví a mirar a mi princesa. Todavía tenía su cara entre mis brazos. Le acaricié las mejillas con los pulgares y le miré el labio. Mi corazón se apretó dolorosamente. Quería curarlo. Quería besarlo y hacerlo desaparecer.
—Siento haberte asustado, Maddie—, le dije, volviendo a mirar sus preciosos ojos verdes. —No puedo dejar que te pase nada. Por favor, haz lo que te digo, ¿vale? No puedo dejar que te hagan daño.
—Ella lo hará, Alfa—, habló Seth en lugar de ella. —Me aseguraré de que obedezca las reglas.
La miraba con expresión severa. Tenía los brazos cruzados sobre el pecho y la mandíbula crispada.

—Estaba pensando que podría venir a vivir conmigo—, dijo Seth, haciendo que me quedara helada. —Yo la vigilaría y me aseguraría de que nunca volviera a ocurrir algo así.
Joder, no. Por encima de mi puto cadáver.
—No—, le gruñí. —Puedo mantenerla a salvo.
Me iba a mudar a casa de mi madre. Ya era suficiente. No podía dejar que le hicieran daño y no podía dejar que Seth me la arrebatara.
Volví a mirar a mi princesa y le dediqué una pequeña sonrisa.
—Vamos, Maddie—, dije suavemente mientras apartaba mis manos de su hermoso rostro y tomaba su mano entre las mías. -
Te llevaré a casa.
Me levanté y tiré de Maddie detrás de mí.
—Gracias por ayudarla—, le dije a Seth. —Yo me encargo a partir de ahora.
No estaba contento, pero no había nada que pudiera haber hecho.
Yo era su alfa y mi palabra era definitiva. Seth me hizo un pequeño gesto con la cabeza y miró a Maddie.
—Te veré mañana en el trabajo, ¿vale?—, dijo y Maddie le hizo un pequeño gesto con la cabeza.

Seth se acercó a la puerta y se agachó para coger una mochila del suelo. Se dio la vuelta y se la entregó a Maddie.
—¿Te vas a quedar aquí?— preguntó Maddie, haciéndole asentir.
—Esta noche estoy de patrulla—, confirmó Seth.
—Ten cuidado—, dijo Maddie con un deje de preocupación en la voz.
Seth le dedicó una pequeña sonrisa y la abrazó. Le agarré la mano con más fuerza, deseando poder separarla de él.
—Lo haré, Mads—, dijo Seth en voz baja.
Por fin la soltó y yo tiré de ella para sacarla de la cabaña. Tenía que llevarla lo más lejos posible del bosque. Tenía que llevarla lo más lejos posible de Seth.
Sólo cinco meses más y no tendría que volver a pasar por algo así.

Mi hermanastro es mi mate Donde viven las historias. Descúbrelo ahora