MADELINE
La cabeza me estaba matando.
Nunca había bebido tanto y juré que no volvería a hacerlo. El dolor punzante en mi cabeza definitivamente no valía la pena.
—Buenos días, dormilona—, oí decir a alguien y me quedé helada.
¿Quién demonios...?
Y entonces recordé.
Alfa Dimitri me llevó a casa anoche. Me metió en mi cama. ¿Por qué seguía aquí?
Abrí los ojos y miré a mi izquierda. Alfa Dimitri estaba sentado en mi escritorio, hojeando un montón de papeles. Me miró y sonrió.
—¿Cómo tienes la cabeza?—, me preguntó, haciéndome fruncir las cejas.
¿Por qué estaba aquí?—Bien—, menti mientras me sentaba en la cama.
Alfa Dimitri me miró y enarcó una ceja. Se levantó y se acercó a la cama. El
corazón me latía con fuerza. No tenía ni idea de por qué estaba tan nerviosa a su lado. Se sentó y me cogió la mano.
—Sé cuándo mientes, Maddie—, dijo en voz baja. —Te conozco.
Un escalofrío me recorrió la espalda. ¿Por qué sus palabras me hacian sentir tan bien? ¿Por qué quería que me conociera?
—¿Cómo tienes la cabeza?—, volvió a preguntar.
Decidí ser sincera esta vez.
—Me duele—, dije en voz baja, haciendo que Dimitri asintiera.
Extendió la mano y me la puso en la frente. El dolor disminuyó de inmediato.
¿Qué? ¿Cómo?
El único que podía quitarme el dolor era mi compañero. Era el Alfa Dimitri...
No.
No, no, no, no. No lo era. No podía serlo. Su toque no me quitó el dolor, sólo lo disminuyó. Su palma estaba fría y se sentía bien contra mi frente caliente. Por eso el dolor disminuyó.
No era mi compañero.
Agradecí que no pudiera leer mi mente. Me sentí avergonzada porque me vino ese pensamiento. Yo no era nada y él era un Rey.
No podía ser su pareja.
—¿Por qué te fuiste sin mí ayer, Maddie?— Preguntó el Alfa Dimitri, frunciendo las cejas. —¿Tienes idea de lo asustado que estaba?
¿Tienes idea de lo que pasaría si los pícaros entraran en nuestro territorio?
Tragué saliva. El miedo en su voz hizo que se me retorcieran las entrañas.
—Por no hablar de que te emborrachaste—, continuó, entrecerrando los ojos hacia mí. —¿Tienes idea de lo que podría haberte pasado? Alguien podría haberte utilizado. Seth podría haberte forzado y...
— ¡Él nunca haría eso!— le interrumpí.
Alfa Dimitri apartó la mano de mi frente. Su mandíbula se tensó.
—ÉI no es esa clase de persona—, continué defendiendo a Seth.
—Es mi amigo.Recordé que Seth había dicho que podría ser mi pareja. Yo no estaba tan segura de ello. No quería que fuera mi pareja. No porque no me gustara, sino porque no quería estar atada a esta manada de ninguna manera. No quería que nadie de esta manada fuera mi pareja.
—Te besó—, dijo el alfa Dimitri con un toque de ira en la voz.
Me miró a los labios y una extraña sensación se extendió por mi estómago.
¿Qué demonios me pasaba?
—No me ha forzado—, dije en voz baja.
Dimitri tragó saliva y apretó los puños. Me hizo un pequeño gesto con la cabeza y miró hacia su regazo.
-Lo siento—, dije.
Ni siquiera sabía por qué me estaba disculpando. Tenía la sensación de que tenía que decirle que lo sentía.
Me miró y enarcó un poco las cejas.
—Por ponerme en peligro—, dije lo primero que se me ocurrió. -
No era mi intención.
Alfa Dimitri volvió a asentir. —No vuelvas a hacerlo, Maddie. No salgas de casa sin mí.
Le hice un pequeño gesto con la cabeza. Me di cuenta de que mantenerme a salvo era importante para él. Me daba cuenta de lo estresado y preocupado que estaba por culpa de los granujas de su frontera. No quería aumentar su estrés. No quería que se preocupara por mí.
—Gracias, Maddie—, dijo suavemente y me abrazó.
Me relajé en sus brazos y respiré hondo. No pude evitar disfrutar de su aroma. Era relajante y hacía que el dolor de mi cabeza fuera más llevadero.
Llamaron a la puerta de mi habitación y alguien la abrió antes de que pudiera responder.
—Buenos días, Mads...—, oí la voz de Mike.
Dejó de hablar y soltó una risita. alfa Dimitri me soltó y miré a Mike.
Estaba sonriendo de oreja a oreja.
— ¿Qué coño está pasando aquí? -Oí la voz que más temía.
Mierda. Janet iba a matarme.
Entró en mi habitación y jadeó ruidosamente.
—¡¿Qué coño estás haciendo en su habitación, Dimitri?!— Gritó Janet, haciendo que el dolor dentro de mi cabeza empeorara.
alfa Dimitri abrió la boca para hablar, pero Mike se le adelantó.
—Oh, relájate, Janet—, dijo Mike alegremente. —Son hermanos.
Deberíamos alegrarnos de que se lleven bien.
Una sensación de incomodidad me invadía cada vez que Mike llamaba a Dimitri Alfa mi hermano. Me parecía mal y, por la expresión de la cara de Dimitri Alfa, me daba cuenta de que el sentía lo mismo.
Janet me miró asesina y mi estómago dio un vuelco. Me castigaría a la primera oportunidad que tuviera. Esta era una razón para otro castigo y ella no perdería la oportunidad.
Mierda.
—Basta, madre—, gruñó Dimitri Alfa. —Maddie no se sentía bien y yo la estaba ayudando.
Janet me miró de arriba abajo y apretó la mandíbula.
- ¿Estás bien, cariño?— preguntó Mike preocupado mientras se acercaba a mí y me acariciaba la mejilla. — ¿Deberíamos llevarte al médico de la manada?
—Estoy bien, Mike—, dije. —Gracias.Mike me puso la mano en la frente y me dedicó una pequeña sonrisa.
—No tienes fiebre—, dijo. — ¿Quizás comiste algo en mal estado?
Miré a Dimitri Alfa, que tenía una pequeña sonrisa en la cara.
Probablemente—, asentí, volviendo a mirar a Mike.
—Vale, cariño—, dijo Mike mientras volvía a acariciarme la mejilla.
—Hoy no irás a trabajar. Tienes que descansar y dejar que te cuidemos.
Negué con la cabeza inmediatamente.
—No, estoy bien—, dije, haciendo que Mike frunciera el ceño. -
Tengo que ir a trabajar.
—Escucha a Mike, Maddie—, dijo Dimitri Alfa con severidad. —Le haré saber a Seth que hoy te quedarás en casa.
Miré a Janet. No quería quedarme aquí con ella. Sabía que Mike se iría pronto y que Alfa Dimitri tenía que ir a trabajar. Estaría atrapada en esta casa con ella.
Janet sonrió satisfecha, dándose cuenta de que estaría a su merced todo el día.
—Puedo quedarme en casa contigo, cariño—, dijo Mike suavemente. -Estoy seguro de que Jack puede arreglárselas sin mí durante un día.
Mike era uno de los mejores luchadores que tenía la manada de Alfa Dimitri. Trabajaba como entrenador en el centro de entrenamiento. No lo supe hasta hace poco. Nunca pregunté porque no quería saber nada de él. No quería acercarme a él.
Esta fue la primera vez que me alegré de que se quedara aquí. Al menos no estaría solo con Janet.
—No, Mike, te necesitamos allí—, dijo Alfa Dimitri, apagando la pequeña chispa de esperanza que se había despertado en mi interior. —Me quedaré con ella.
Mis ojos se abrieron de par en par. Mike sonrió alegremente. Janet parecía a punto de estallar de ira.
Me daba igual. Estaba tan feliz de no estar a solas con ella.
Esperaba que no tuviera otra oportunidad de castigarme en las próximas dos semanas.
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Mi hermanastro es mi mate
Werewolf-Yo, Madeline Clark, rechazo...-, empecé a hablar, pero Alfa Dimitri me detuvo tapándome la boca con la mano. Me acercó más a él y gruñó. - ¿Qué demonios estás haciendo? -, gritó. -No voy a dejar que hagas esto, Maddie. Te he esperado durante meses...