Cap 86 El chico que le gustaba

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POV de Dimitri

Mi ritmo cardíaco por fin disminuyó un poco. Levanté la cabeza y miré a mi hermosa compañera.
Le sonreí y ella suspiró contenta. Me pasó los dedos por el pelo y una abrumadora oleada de amor me inundó. Reconocí sus emociones y el corazón me dio un vuelco.
—Puedo sentir tu amor por mí—, murmuré mientras me inclinaba hacia ella y la besaba suavemente en la mejilla. —Yo también te quiero, Maddie. Te quiero con todo mi corazón—.
—Lo sé—, dijo mientras enredaba los dedos en mi pelo y me besaba suavemente en los labios.
Le devolví el beso y salí de ella. Sentía que la base de mi polla empezaba a hincharse y no quería hacerle un nudo. Todavía no.
Ella gimió quedamente y cerró los ojos. Aún estaba sensible.

Me tumbé a su lado y la atraje hacia mí inmediatamente. Apoyó la barbilla en mi pecho y me miró. Le pasé la mano por la espalda desnuda y le sonreí.
—Te quiero—, volví a decirle.
No podía dejar de decirlo. Me sentía increíble y lá chispa que veía en sus ojos cada vez que decía esas palabras me hacía palpitar el corazón.
—Yo también te quiero—, dijo suavemente mientras me daba un beso en el pecho.
Enredé los dedos en su pelo y levanté un poco la cabeza para poder besarle la frente.
—¿Estas bien, princesa?— le pregunté. —¿Te ha dolido mucho?—
Negó inmediatamente con la cabeza.
—No—, dijo, dedicándome una pequeña sonrisa. - Ha sido increíble. Gracias por ser tan paciente y amable conmigo—
Le acaricié la mejilla y me incliné para besarla.
—Siempre—, le dije. —Siempre seré paciente y amable, princesa.
Bueno, la parte delicada iba a tener que ser discutida un poco más tarde. Le haría el amor, pero también me la follaría, y no pensaba ser delicado entonces.
Sonrió y apoyó la cabeza en mi pecho.
Le pasé los dedos por el pelo y respiré hondo. Lo solté lentamente y sonreí. Esto era todo lo que siempre había deseado.
—No puedo creer que por fin seas mía—, murmuré, haciendo que volviera a mirarme.
—Siempre fui tuya—, dijo. -Incluso antes de saberlo-.
Sonreí y asentí. Un pensamiento vino a mi mente e instintivamente fruncí el ceño.
—¿Qué pasa?—, preguntó preocupada.
Tragué saliva y le acaricié la mejilla. Quería preguntarle algo, pero no estaba seguro de querer saber la respuesta.
—¿Dimitri?—, me llamó preocupada.
Me incliné hacia ella y le besé la frente. Respiré hondo y la abracé con fuerza.
—¿Hubo alguien antes que yo?— le pregunté. —¿Te gustaba alguien antes que yo? Quiero decir, sé que nunca te acostaste con nadie antes de mí, pero ¿hiciste algo con alguien más?—.

Los celos eran claros en mi voz y sabía lo hipócrita que era eso por mi parte. Me acosté con otra persona. Ella lo sabía. Tuvo que escuchar mentiras sobre que su hijo era mío.
—Oh—, dijo, riendose un poco. —No. No había nadie más antes de ti. Crecí casi sola porque Mike nos abandonó a mi madre y a mí.
Cuando me hice un poco mayor tuve que cuidar de mi madre. Los chicos ni se me pasaban por la cabeza—.
Sonrió y solté un suspiro de alivio.
—Pero una vez me enamoré tontamente de un chico—, dijo riéndose de nuevo. —Ni siquiera sabía su nombre, pero me salvó y me cayó bien—.
Genial. Ahora estaba celoso de alguien a quien ni ella ni yo conociamos.
—¿Te salvó de quién, princesa?—. pregunté, tratando de ocultar los celos en mi voz.
Maddie suspiró y enarcó un poco las cejas.
—Los niños a veces eran malos conmigo en el colegio—, dijo, haciendo que mis instintos protectores se encendieran. —Se burlaban de mí porque no tenía padre. Un día salía del colegio cuando uno de mis compañeros me puso la zancadilla, me tiró del pelo y empezó a burlarse de mí—. Suspiró y sonrió un poco.
—Un chico alto de ojos azules y pelo oscuro vino a rescatarme, continuó. —Ahuyentó a los matones, me secó las lágrimas de las mejillas y me dijo que todo iría bien.
Mì corazón dejó de latir.
—Nunca volvi a verle—, añadió con un suspiro. —Nunca llegué a decirle lo agradecida que estaba-.
Yo la miraba con los ojos muy abiertos y ni siquiera respiraba. Dejó de sonreír cuando vio la expresión de sorpresa en mi cara.
—¿Qué pasa?--, preguntó, un poco asustada.
En realidad siempre fue mía.
Era mía antes de saber que era mi compañera. Era mía antes de que yo supiera que era mi pareja.
Era mía desde que tenía doce años.
Una sonrisa empezó a dibujarse en mi cara. La confusión de Maddie no hizo más que crecer.
—¿Ojos azules y pelo oscuro?— pregunté con voz tranquila. - Ella asintió y empezó a estudiar mi cara detenidamente. Sus cejas se fruncieron un poco y vi el momento exacto en que se dio cuenta de por qué le había hecho esa pregunta.
—Estaba en un viaje de trabajo con mi padre porque pronto me iba a hacer cargo de la manada—, empecé a contarle la historia de cómo siempre se habia sido mía. —Estábamos visitando la manada de la Luna Roja y justo pasábamos por delante de un colegio cuando vi a un niño muy malo tropezar con una niña con unas trenzas monísimas. Me enfadé mucho con él e inmediatamente corrí a ayudarla—.
Tragué saliva y vi caer una lágrima en la mejilla de Maddie.
—Ahuyenté al chico y ayudé a la niña—, continué, con la voz temblorosa. —Parecía tan triste e indefensa y se me partió el corazón por ella. Le dije que todo iría bien. Le dije que se convertiría en una mujer fuerte y que nadie volvería a intimidarla.Maddie sollozó en silencio.
—Fuiste tú—, murmuró. —Siempre fuiste tú—.
La atraje hacia mí y la besé con fuerza.
—Siempre fui yo y siempre seré yo—, murmuré contra sus labios.
Me rodeó el cuello con los brazos y me besó con fuerza. La estreché contra mí y me permití disfrutar de la sensación de su cuerpo completamente envuelto en el mío.
Siempre fui suyo. Yo era el chico que le gustaba.

Mi hermanastro es mi mate Donde viven las historias. Descúbrelo ahora