Cap 61 Enlace mental

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POV de Dimitri

—¿Qué pasa, amor?— pregunté en cuanto cerré la puerta tras nosotros.
La llevé de vuelta a nuestro despacho. Sabía que aquí nadie nos molestaría.
Le acaricié las mejillas y le besé la frente. No tenía calor. No tenía temperatura.
—Es el enlace mental—, murmuró. —Todavía lo estoy controlando
Enarqué un poco las cejas. ¿El enlace mental le hacía doler la cabeza?
—¿Qué quieres decir, princesa? pregunté mientras le acariciaba la mejilla. —La vinculación mental no debería doler—. Suspiró y sacudió un poco la cabeza.

—En realidad no duele—, dijo. —Es un poco agotador oírlos hablar conmigo todo el tiempo. Incluso puedo distinguir quién es quién y ni siquiera puedo responder. Aunque me gustaría responder. No quiero que piensen que les ignoro-.
Me quedé confuso. ¿De qué demonios estaba hablando?
—Contigo es fácil—, añadió. —Supongo que es porque eres mi pareja—.
Estaba realmente confundido.
Tal vez ella también lo estaba. Tal vez estaba cansada. Han pasado muchas cosas en las últimas 24 horas. Toda su vida al revés. Probablemente estaba muy confundida y cansada.
La cogí de la mano y me acerqué al sofá. Me senté y la subí a mi regazo. Se sentó a horcajadas sobre mí y apoyó la cabeza en mi hombro. Empecé a jugar con su coleta y a frotarle suavemente la espalda. Suspiró contenta.
-Gracias—, murmuró en voz baja. —Tu tacto la ha silenciado un poco. No tenía ni idea de que los enlaces mentales fueran tan intensos一.
Volví a fruncir las cejas. Los enlaces mentales no eran intensos.
Eran como hablar. No tenías nada que callar. Si no querías establecer un vínculo mental con alguien, simplemente. lo bloqueabas.

Giré la cabeza y le besé la mejilla. Ella sonrió un poco y mi corazón dio un vuelco. Empecé a frotarle suavemente las sienes y se relajó aún más. Respiró hondo y soltó el aire lentamente.
—¿Qué tal, princesa?— le pregunté en voz baja.
—Lo mejor—, murmuró. —Muchísimas gracias—.
—No tienes que agradecérmelo—, le dije. —Eres mi compañera y siempre cuidaré de ti. Nunca sufrirás cuando yo esté cerca—.
Odiaba verla herida. Cuando le corté la palma, me invadió una oleada de dolor. Me moría de ganas de terminar la ceremonia para poder curarla.
Levantó un poco la cabeza y me dedicó una pequeña sonrisa.
—¿Cómo lo llevas?—, preguntó. —¿Me enseñarás a distinguir las voces y a responder?—.
Volví a fruncir las cejas. Me incliné hacia ella y le besé la punta de la nariz. Sus palabras me confundieron y me asustaron. No entendía de qué hablaba. No entendía cómo no podía distinguir los enlaces y responder.
—¿Puedes explicarme qué oyes exactamente, princesa?—.
pregunté en voz baja.
Necesitaba más información antes de hablar con ella. No quería asustarla.
—Bueno, las voces—, dijo, suspirando cansada. —Hay muchas en mi cabeza. No consigo averiguar a quién pertenecen exactamente.
La única que logré descifrar fue la tuya. Eso fue fácil.
Enarcó las cejas y se mordió el labio inferior.
—El resto son una maraña—, continuó. —Quise responderles, pero no supe quién intentaba conectarme mentalmente—.
Sacudió la cabeza y volvió a suspirar.
—Es un poco abrumador—, añadió. —No estoy acostumbrada a vincularme mentalmente y a sentir las emociones de tanta gente
-
Me quedé helado.
¿De qué demonios estaba hablando?
¿Sentir las emociones de tanta gente?
Se me aceleró el corazón y me invadió una oleada de miedo.
No está hablando de enlaces mentales, Dimitri -dijo Skol con calma. Apreté la mandíbula y tragué saliva.

¿Qué sabes tú? le pregunté, pero me ignoró.
Skol—. grité al ver que no respondía.
Sentí que se echaba hacia atrás y la rabia que llevaba dentro estalló. ¿Sabía algo de mi compañera, pero se negaba a decírmelo?
Iba a meterle sus propias garras por el culo.
El suspiro de satisfacción de Maddie me hizo volver a centrarme en ella. Cerró los ojos y se acomodó en mis brazos. La abracé con más fuerza y volví a besarle la mejilla.
—¿Las emociones de quién puedes sentir, princesa?—. pregunté, intentando que no me temblara la voz.
Maddie abrió sus hermosos ojos y me miró. Enarcó un poco las cejas y estudió mi rostro durante un segundo.
—Bueno, la de todos—, dijo, haciendo que mi corazón se detuviera. —Aunque nunca me habían dicho que eso también formaba parte de la vinculación mental.
Tragué saliva y le acaricié la mejilla. Respiré hondo y me incliné para besarle la punta de la nariz.
—No lo es, Maddie—, dije suavemente. —No puedo sentir las emociones de los demás. No puedo oírlas en mi cabeza todo el tiempo—.

Sus ojos se abrieron un poco. Levantó la cabeza y se sentó en mi regazo. Mantuve las manos en sus caderas, asegurándome de que no pudiera levantarse. No podía soltarla.
—¿De qué estás hablando?—, preguntó en voz baja.
Volví a respirar hondo y la sujeté con más fuerza.
—No sé lo que está pasando, Maddie, pero lo que puedes oír y sentir no es un enlace mental -dije-.
Esto es vinculación mental. Terminé mi frase a través de nuestro enlace mental. ¿Oyes la diferencia entre mi voz y la de los demás?
Sus ojos se abrieron aún más. Vi que el miedo se reflejaba en sus ojos y la acerqué a mi pecho de inmediato.
—No tengas miedo, princesa—, le dije en voz baja. —Lo resolveremos. Te lo prometo. Lo arreglaremos. Yo lo arreglaré—.
Maddie me abrazó con fuerza. Apretó su cuerpo contra el mío y pude sentir cómo temblaba. Se me partió el corazón. Odiaba verla asustada o herida. Lo odiaba, joder.
—Estoy aquí, mi amor—, le dije, rodeándola con mis brazos. —
Estoy aquí y nunca me iré. Lo solucionaremos—.
Giré la cabeza para besarle la sien justo cuando oí a Will acercarse a mi despacho. Entró sin llamar.

—Dimitri, los invitados son..., habló pero se detuvo en cuanto nos vio.
Sus cejas se fruncieron y vi preocupación en su rostro.
—¿Qué ha pasado?—, preguntó preocupado. —¿Estás bien, Mads?
-
—Entra y cierra la puerta—, le dije y me hizo caso.
Tenía que contarle lo que había pasado. Él podría ayudarnos a resolver esto.

Mi hermanastro es mi mate Donde viven las historias. Descúbrelo ahora