42 ¡Ella no es tuya!

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DIMITRI
Me estaba volviendo loco.
En cuanto corrí hacia el bosque siguiendo su olor, pude darme cuenta de que había una fiesta.
¡¿Estaban locos?! Muchos de esos chicos estaban en mi patrulla y sabían lo de los pícaros. Todos en la manada sabían que algo estaba pasando y que debían tener cuidado. ¡¿En qué coño estaban pensando?! Si los pícaros cruzaban la frontera, correrían mucho peligro. Mi Maddie estaría en peligro.
Pensar en eso me hizo correr aún más rápido. Sólo podía pensar en llegar allí, encontrarla y llevarla a casa, donde sabía que estaría
a salvo.
Me estaba acercando a la fiesta y ya intentaba ver lo que ocurría a través de las gruesas ramas cuando mis ojos captaron algo que me
quebró por completo.
Seth sostenía a mi compañera en sus brazos. Seth la estaba besando.

Vi sus labios contra los de ellà y no pude controlar el gruñido que se me escapó.
Mi corazón se rompió dentro de mi pecho. Podía sentir los pequeños pedazos destrozándome por dentro. No podía respirar y una roca llena de dolor y tristeza se formó en mi garganta.
A duras penas conseguí mantener a Skol dentro. Se estaba volviendo loco dentro de mí. No sabía si gemía o gruñía.
Probablemente ambas cosas.
Seth levantó la cabeza bruscamente. Sus ojos se abrieron de par en par al verme. Miré a Maddie y vi que miraba a Seth con una mezcla de sorpresa y confusión en la cara. ¿Por qué? Quizá no esperaba que la besara. Tal vez no lo quería.
Su brazo seguía alrededor de su cintura y me estaba volviendo loco.
—Suéltala y muévete—, gruñí, intentando con todas mis fuerzas mantener la calma.
Seth miró a Maddie y tragó saliva. ¿Por qué coño no se movía?
"Aléjalo de ella antes de que lo mate." gritó Skol, haciendo que me moviera por instinto.
Agarré a Seth por el brazo y tiré de él para alejarlo de ella. Me puse delante de Maddie, sin dejar de mirar a Seth en ningún momento.

Alcancé mi espalda y coloqué mi mano en la cintura de Maddie, dejando que el cosquilleo me calmara un poco.
—alfa, yo...—, habló, pero le interrumpi.
—No quiero oírlo, Seth—, gruñí. —Ella no es tuya para besarla.
Sus ojos se abrieron de par en par y trató de mirar a Maddie. Me moví para que no pudiera verla.
— ¡¿Qué coño estás haciendo aquí?!— Grité. - ¡Sabes lo de los pícaros! ¡Sabes que es peligroso y la trajiste aquí!
Estaba tan jodidamente enfadado que ni siquiera tocar a Maddie ayudaba. Quería arrancarle la cabeza a Seth.
Seth abrió la boca para hablar, pero Maddie le interrumpió.
—No es culpa suya—, murmuró. —Quería correrme.
Sonaba rara. ¿Estaba...?
Me di la vuelta bruscamente y le cogí las mejillas. La miré a los ojos y gruñí.
- i¿Estás borracha?!— exclamé. - ¡¿Quién coño te ha dejado beber?!
No podía creer que no lo hubiera olido antes. Estaba tan enfadado y tan jodidamente dolido cuando vi a Seth besándola que no presté atención a nada más.
—Estoy bien—, murmuró Maddie. —No estoy borracha.
Podía oler el alcohol y el acónito en su aliento. Tenía los párpados entrecerrados. Arrastraba un poco las palabras.
—No me mientas, Madeline —dije, intentando contener un gruñido.
Miré a Seth por encima del hombro. Miraba a Maddie con expresión preocupada. Deseé poder arrancarle los ojos para que no volviera a mirarla. Deseé poder besarla ahora mismo para borrar el rastro de sus labios de los de ella. Deseé haber llegado a casa un poco antes y evitar que saliera.
La fiesta terminó. Conecté mentalmente a todos los lobos que había en el bosque y todo el ruido cesó de repente. Te prohíbo que organices otra hasta que se resuelva la situación con los pícaros.
Seth respiró hondo y tragó saliva.
—Vete a casa, Seth—, le dije.
Tenía que sacarlo de aquí antes de que se me fuera la olla.
—Maddie...—, habló Seth, pero lo interrumpí.
—Ella es mía para cuidarla—, dije, haciendo que sus cejas se fruncieran. —Vete a casa.
—Estaré bien, Seth—, dijo Maddie en voz baja. —Puedes irte a casa.
Seth apretó los puños y me miró. Me di cuenta de que estaba pensando mucho en algo. Quizá sospechaba que era mi compañera.
A estas alturas ya no me importaba. Tenía que mantenerlo en secreto sólo dos semanas más.
—Bien—, murmuró Seth finalmente. —Te veré mañana, Mads.
Lo vi alejarse. No dejaba de mirar a Maddie y una oleada de ira me golpeaba cada vez que sus ojos se posaban en ella. ¡Ella no era suya!
Esperé hasta que ya no pude verlo antes de volver a mirar a mi princesa. Aún sostenía su hermoso rostro entre mis manos.
— ¿Te incomodó cuando te besó?— Le pregunté suavemente.
Lo mataría si la besaba en contra de su voluntad.
—No—, dijo negando con la cabeza. —Me dijo que cree que soy su pareja.
Mi corazón dejó de latir. Skol gimió con fuerza.

¿Le había dicho eso? ¿Quería que fuera su pareja? ¿Lo quería?
Maddie se rió y sacudió la cabeza.
—De todos modos, no importa—, murmuró e intentó moverse. -
No es mi pareja.
Se me abrieron los ojos. ¿Cómo lo sabía?
—Quiero dormir—, murmuró Maddie e intentó moverse de nuevo.
No podía moverse mucho porque yo la apretaba contra el árbol y le acariciaba las mejillas.
Asentí y la solté. Pensó que la dejaría andar sola, pero me di cuenta de que estaba un poco inestable, así que la cogí en brazos al estilo nupcial. Me moría de ganas de llevarla así después de casarme con ella.
Maddie jadeó y me rodeó el cuello con los brazos.
— ¿Qué haces, Alfa?—, preguntó, mirándome con los ojos muy abiertos.
Odiaba que no dejara de llamarme Alfa. Le dije que me llamara
Dimitri, pero me ignoró. Mi terca compañerita.
—No voy a dejar que te hagas daño—, le dije.

—Pero puedo...—, dijo, pero la interrumpi.
—No quiero oírlo, Maddie—, dije con severidad. —Ya estoy enfadado contigo. No lo empeores.
No quería sermonearla ahora. Ni siquiera podía procesar todo lo que había pasado. Sólo necesitaba llevarla a casa y asegurarme de que estaba bien. Me ocuparía de mis emociones abrumadoras mañana.

Mi hermanastro es mi mate Donde viven las historias. Descúbrelo ahora