Chapter 2

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    —¿Qué haces aquí tan solita? —repitió.

La Luna salió e iluminó tenuemente el bosque.

Pegué un salto increíble. Giré rápidamente la cabeza y me encontré con un rostro sin facciones. Carecía de ojos y labios, pero a la vez se adivinaba donde se encontrarían. Su piel era increíblemente blanca, casi translúcida. Tenía puesto un traje muy formal, negro. Sus brazos eran más largos de lo normal. Y aunque estaba encogido se deducía que era muy alto.

Frunció el ceño, o eso me pareció a mí. Levantó sus larguísimas manos y levantó mi cabeza apoyando uno solo de sus dedos en mi frente.

    —Tienes un corte muy feo. Deberías curarlo, o se infectará.

Seguía sin poder moverme, estaba paralizada. Sabía quien era, quién no iba a saber quién era él.

    —Slenderman... —dije en un susurro.

    —¿Nos conocemos?

    —T.. Tu no me conoces a mí, pe... pero yo sí se de ti —dije con un hilo de voz.

Levantó su blanquísima cabeza como si fuese a mirar a la Luna.

    —Quizás yo sí sepa algo de ti. —Bajó la cabeza y me miro. Yo juraría que me miraba directamente a los ojos, aunque sería difícil decirlo con seguridad.

Me tomó en bazos y se levantó.

    —¿¡ A dónde me llevas!? —empecé a forcejear para poder librarme de su abrazo, pero era imposible.

A pesar de su aspecto delicado tenía una fuerza sobrehumana, aunque tampoco se necesitase mucha fuerza para inmovilizarme.

    —Vamos a curar tus heridas. ¿O prefieres quedarte aquí y morir congelada?

Mire hacia los lados. Pensándolo bien tenía razón, estaba muy oscuro y no creía que fuese capaz de encontrar la salida yo sola. Y sí que era verdad que hacía mucho frío y yo no llevaba ropa de abrigo.

Aún así no me sentía tranquila, Slenderman era uno de mis personajes favoritos de Creepypastas. Había leído muchísimas historias suyas, e incluso algunas historias de "Slenderman vs. Jeff The Killer" o "Slenderman vs. The Rake". Pero tenía miedo. No lo conocía en verdad, ¿y si me engañaba? Vaya idiotez, pues claro que te engaña.  

¿Y si lo que planeaba era matarme? Estaba claro que su intención sería matarme, o peor convertirme en un proxy. Sentí otra vez el impulso de huir, pero simplemente fui incapaz de obedecer, me quedé quieta, arropada por los brazos extremadamente largos, finos y calentitos que me sujetaban. El vaivén de sus pasos me mecía, me estaba quedando dormida cuando otra voz me despertó.

    —¿Qué traes?¿Me lo puedo comer?

Entreabrí los ojos y pude ver como Slender giraba su cabeza y miraba de arriba a abajo a alguien, intenté imitarle, pero su hombro estaba demasiado alto y no me dejaba ver.

    —No. —Su voz sonó seca y autoritaria. —No puedes comértela.

«Ah bueno, mucho mejor. Por lo menos no moriré devorada».

Los árboles empezaron a estar más dispersos con cada paso, hasta que llegamos a un claro en el cual había una casita, bueno, más bien una casa enorme. De aspecto viejo y destartalado, parecía en desuso. En la fachada tenía varias zonas en las que la pintura se caída a trozos. El jardín estaba poco por no decir nada cuidado; lleno de malas hierbas de alturas colosales y basura. La casa parecía tenía tres plantas, la principal, y luego dos plantas en altura. Dada la cantidad de ventanas que había se podría decir que dentro de la casa había muchísimas habitaciones.

Llegamos a la puerta y la persona que nos acompañaba la abrió. Aproveché para ver quién era y mi corazón se frenó por el pánico, no podía ser; Eyeless Jack.

Él se giró, y por un momento nos miramos. Pero tenía la máscara puesta , así que no pude ver su cara. Pero lo que sí pude ver fue como clavó en mí sus cuencas sin ojos llenas de líquido negro, pero... ¿Cómo había hablado si no tenía cuerdas vocales? 

«Dios mío», pensé, «me estoy volviendo loca. Escucho voces de gente que se supone que debería estar muerta».

Entramos a la casa, el asesino enmascarado se fue y subió corriendo las escaleras. El interior estaba muy cuidado. Y si en el exterior se daba a entender que nadie habitaba la casa, el interior decía lo contrario. Dentro estaba todo limpio y ordenado, había un poco de polvo, y manchas de sangre reciente allí y allá, pero la sala era muy agradable.

«Espera, espera, ¿eso es sangre?». Los ojos casi se me salen de las cuencas al ver un pequeño charco de sangre en el rellano de la escalera. 

Slenderman me bajó al suelo y me indicó con un gesto para que tomase asiento en un sillón marrón, en lo que parecía la sala de estar. Había una TV enorme colgada de la pared, bajo ésta una mesa con todas las consolas del mercado, un reproductor de DVD y un equipo de música. Enfrente de mí había una mesita en la que se veían algunas carátulas de juegos.

Alrededor del sillón en el que estaba sentada estaban colocados cinco sillones de cuatro plazas cada uno. Increíble. ¿Cuánta gente vivía aquí? ¿Vivían aquí todos los Creepypastas?

    —Bien, espérame aquí. —Se alejó y quedé sola.

Mientras observaba cada detalle de la sala escuché gritos y golpes. Me asomé por el marco de la puerta y vi como caían por las escaleras dos chicos. Uno de ellos iba vestido como Link del juego Legend of Zelda. El otro llevaba una sudadera blanca y el pelo negro. Mi corazón dio un vuelco. Ante mi se encontraban Ben Drowned y Jeff the Killer, esto estaba empezando a ponerse peligroso por momentos. Había salido de casa llorando y sin ilusiones, y ahora me encontraba totalmente ilusionada y aterrorizada. Mis personajes favoritos de Creepypastas existían, aunque aun estaba a tiempo de volver llorando a casa o mucho peor, no poder volver nunca porque me matasen. Terminaron el trayecto de las escaleras y cayeron al suelo con un golpe. Jeff tenía su cuchillo lejos, ya que salió disparado en la caída. Y Ben había caído de boca al suelo. Jeff fue a por su cuchillo y yo me acerqué a Ben.

    —¿Estás bien? —Intenté levantarlo.

    —¿Jeff? Oh Jeff, te ves mucho mejor así. ¿Cómo hiciste para que te creciesen tetas? —dijo mientras alzaba las manos con intención de palpar.

    —¡¡¡Ah!!! —Lo empujé y se dio con la cabeza en el suelo. Rápidamente se levantó sobresaltado, y me miró confuso.

    —¿Qué dijiste? —dijo alternando su mirada entre ambos. —Si está plana. ¿Cómo pudiste distinguirle los pechos?

Mis orejas se pusieron de un vistoso color bermellón, y me tapé el torso con loss brazos. Jeff y Ben se pusieron espalda con espalda y se miraron con ojos cómplices.

    —Plana o no, ¿quién eres tu? —Jeff empuñó su cuchillo mientras Ben se ponía al otro lado impidiéndome así huir sus ojos rojos y resplandecientes. Fui retrocediendo hasta que mi espalda chocó contra la pared. Por un lado Jeff me amenazaba con un cuchillo y por otros Ben se acercaba con una contundente vibra mezquina.

«¿Qué cojones se les había ocurrido?»

Slave of Creepypastas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora