Chapter 40.

811 57 20
                                    

Sentía el peso de las piernas de Jane sobre mi maltratado cuerpo. Era incapaz de respirar con naturalidad, a bocanadas conseguía aire, que según entraba, quemaba mis pulmones. 

Sentí la punta de su cuchillo mientras éste reflejaba los matices plateados de la Luna. La presión del cuchillo desapareció, y pude ver como Jane alzaba los brazos por encima de su cabeza, mientras sus ojos brillaban con un aura asesina, deseando probar mi sangre y saciar así su sed de muerte.

Cerré los ojos, entregándome a mi destino. Iba a morir, al fin. Después de tanto sufrimiento, mi mente y mi cuerpo al fin descansaría. Me preparé para mi último suspiro de dolor, pensando cuán doloroso podría llegar a ser. Pero mi muerte no llegó.

Escuché como de los labios de Jane se escapaba un grito de espanto y rabia, y como el peso de su cuerpo era quitado con rapidez. Volví a abrir los ojos, no llegándome a creer lo que estaba viendo. Jane era zarandeada en el aire, en su cintura un tentáculo negro que irradiaba maldad por todos lados. Unido a ese tentáculo estaba Slender, con su no rostro, que bullía odio y sed de sangre.

Aplastó poco a poco el estómago de Jane hasta que ésta comenzó a toser sangre.

Alguién tocó mi cabeza, y con las escasas fuerzas que me quedaban conseguí ver quien era. Con sonrisa malvada, mientras miraba la labor de Slender, estaba Laughing Jack. Me recogió en sus brazos. Sus ojos brillaban sin un ápice de piedad, mientras que su sonrisa se podía deducir que le encantaba lo que estaba viendo. Sin llegar a mirarme comenzó a acariciar mi rostro.

    —¿Cómo te encuentras?

    —No.. No sé... —Mire fugazmente a Jane—. ¿La matará?

Laughing rio, mientras comenzaba a alejarme del lugar.

    —Créeme que Slender estaría encantado. No, a ella le espera alguien peor.

No hizo falta que me lo dijera, Jeff se encargaría de ella. 

—Bien —era todo lo que necesitaba decir, y todo lo que necesitaba saber. Saber que igual que yo, ella desearía estar muerta.

Quería esperar a Slender, quería disculparme, abrazarme a él y jurarle que nunca jamás saldría de casa. Pero no era capaz de mantener mis ojos abiertos. Una extraña sensación de vacío se apoderó de mí, imposibilitándome mover mi cuerpo pero aún estaba consciente. Todavía podía sentir el dolor, el terrible dolor que hacía que me mareara con cada movimiento. Era capaz de escuchar y sentir todo lo que ocurría a mi alrededor.

Escuché las pisadas del que yo identifiqué como Slender.

    —¿Qué hacemos ahora?

Por unos momentos ambos permanecieron en silencio y Laughing se puso en marcha.

    —No Laughing.

    —¿Qué?

    —Ella no va a volver a casa.

¿Qué? ¿Por qué? Yo quería volver con ellos. Mejoraría, quería pedir perdón, pero mis labios no reaccionaron.

    —¿Y entonces?

    —Llévala a un hospital y quédate con ella. Protégela el tiempo necesario hasta saber que está bien. No te separes de ella.

    —¿Y cuando despierte?

Noté una mano alargada, la de Slender. Acarició mi rostro y apartó unos mechones de mi cara.

    —No recordará nada. Jamás sabrá que existimos. Incluso olvidará haber leído alguna vez nuestras historias.

    —No... Los chicos no te lo permitirán, lo sabes.

    —Los chicos no pueden impedirme nada. Si es necesario yo mismo los mataré.

No podía creer lo que estaba escuchando, no quería creerlo. No era posible. Todo. Todo lo que había vivido durante ese tiempo. Las personas que había conocido, las cosas que había hecho, a ellos, que los consideraba mis amigos y familia, los iba a olvidar a todos.

Si existe un destino peor que la muerte, no dudo ni por un momento, que es este. No llegué a entender muy bien por qué, pero sentí como unas cuantas lágrimas se deslizaban por mi mejilla. Mis propias lágrimas.

Volví a sentir que nos movíamos.

    —Laughing. —Éste paró—. Asegúrate de que está bien.

Noté como él asintió, y una sensación de vacío, todavía más fuerte que la anterior me sobrepasó. Dejé de sentir mi cuerpo, dejé de escuchar y sentir lo que había a mi alrededor, y todos esos estímulos fueron sustituidos por la nada. Tan solo silencio y oscuridad.


                                                                                            ***


Llegamos a un pequeño claro. El escaso césped del suelo estaba cubierto por completo de sangre y barro. En el claro estaban Slender y Laughing, pero Laughing rápidamente desapareció.

    —¿Dónde están? —Jeff estaba histérico, respiraba de forma entrecortada y la cicatriz de su boca se había abierto un poco por el esfuerzo, haciendo que comenzara a sangrar ligeramente.

    —Se ha ido con Laughing. Jane está bajo mi poder.

    —¿Cómo está Lara? —Me atreví a preguntar.

La cabeza de Slender se giró hacia mí.

    —Mal. Laughing la llevó a un hospital.

    —¿Cuál hospital? ¿Cuándo podrá volver?

    —No va a volver.

Mis tripas saltaron y mis piernas comenzaron a temblar. Por un momento creí que me iba a caer, pero Hoody rápidamente me sostuvo.

    —¿Cómo que o va a volver? ¿Qué quieres decir Slender? —Jeff iba perdiendo la poquísima paciencia que le quedaba, por momentos.

    —Lo que has oído. Ella no va a volver con nosotros. Casi la matan por nosotros.

    —¡No puedes hacer eso! —Con rabia Jeff se lanzó hacia Slender, cuchillo en mano, intentando acertarle en el cuerpo. Con gran velocidad Slender agarró a Jeff por la cabeza con un tentáculo y lo estampó contra el suelo, dejándolo inconsciente en el acto.

    —No va a volver, idos haciendo a la idea. El que se acerque a ella recibirá un castigo ejemplar. Más os vale tenerlo en cuenta. —Se giró hacia mí, mientras que con un tentáculo recogía el cuerpo desfallecido de Jeff—. Lo siento pequeña, pero ahora tú debes cuidar de ella.

Retrocedí unos pasos, chocando con el pecho de Hoody. Le miré a los ojos y entonces lo comprendí. 

«Yo me debo a Slender y cualquier orden que él me dé, la ejecutaré sin miramientos», esa era la realidad.

No había salida, yo ya estaba condenada. Giré mi cuerpo, para encarar a Hoody. Forzando una sonrisa tomé su rostros entre mis manos.

    —Te quiero —dije entre sollozos—. No me olvides.

Nuestros labios se rozaron levemente, haciendo que pequeñas descargas eléctricas me recorrieran. Sus labios eran tan suaves, tan tiernos. Poco a poco mi mente se fue nublando, haciéndome a cada momento más difícil pensar y concentrarme en seguir besando a Hoody. La presión en mi cabeza era insoportable y con un grito de dolor lo último que sentí fue un inmenso frío recorriendo mi cuerpo, y algo duro contra mi cabeza.


Slave of Creepypastas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora