Levanté la vista, delante de mí encontré un gato, pero no un gato normal. Era un gato negro, muy esbelto, con grandes parcelas de piel rosada donde no nacía el pelo. Esas manchas rosas parecía cicatrices de golpes y cortes. Sus ojos eran de intenso color rojo sangre, tremendamente grandes y con las pupilas negras convertidas en una fina línea. Parte de una oreja estaba rota, faltándole así un cacho. Sus colmillos sobresalían en una perturbadora sonrisa, parecida a la de Jeff.
Con una de sus peludas patita comenzó a dar golpecitos en mi cabeza. El animal no emitía ni un sonido, nada sonaba en el bosque. Me incorporé y para mi sorpresa el gato no salió huyendo, se quedó quieto, observándome, mientras que por momentos parecía que su sonrisa se ensanchaba. Alargué una mano y el animal la olisqueó levemente, rozando por unos segundos su naricilla húmeda. Con fuerza comenzó a rozar su cabeza contra mi mano, buscando caricias.
El labio me goteaba sangre sobre la ropa, y hacía que el sabor metálico fuese persistente. Las lágrimas seguían cayendo por mis mejillas, dejando ocasionales senderos libres de sangre por mi barbilla.
Me senté, apoyando la espalda en un tronco, mientras intentaba recuperar la respiración. Observé por unos segundos al gato.
—¿Grinny cat?
Grinny me miró y movió la cola, rota por dos partes, aceptando esa identidad. Se recostó en mis piernas, ocultando su rostro entre mi ropa para facilitarme así la tarea de rascarle.
Pasé un buen rato acariciando su pelaje, que era increíblemente suave. Pasar los dedos por su precioso pelo negro hizo que me tranquilizase. Por unos segundos creí escuchar una especie de ronroneo, más parecido al sondo de un motor estropeado. De una forma inesperada Grinny levantó la cabeza, ladeando una de sus esponjosas orejas y de un salto salió corriendo, internándose en el bosque.
Triste, y con las lágrimas volviendo a salir a borbotones de mis maltratados ojos miré la dirección en la que se había marchado Grinny cat.
A mi espalda escuché pasos. Me levanté del suelo, buscando con la mirada un sitio donde esconderme, pero fue inútil.
—No vale la pena que te escondas de mí. Sé buena y ayúdame.
Miré en la dirección de la que provenía la voz. Una mujer con un precioso vestido negro ajustado. La cara completamente tapada por una máscara, la cual sólo tenía dos aberturas para los ojos y la forma de los labios completamente delineada. En la cabeza, el pelo negro caía ensortijado, la luz arrancaba destellos azulados de él. Una peluca. Jane. En una de sus manos llevaba un cuchillo que apuntaba amenazadoramente hacia mí.
—Con que tú eres la nueva putita de esa panda de cretinos. —Se acercó a mí, consiguiendo agarrarme del brazo con fuerza y atraerme hacia ella—. Dime dónde está Jeff.
Las piernas me temblaban y el estómago se me encogió. Multitud de pensamientos se agolparon en mi mente, incapaz de decidir qué hacer.
«Díselo».
«No, lo matará».
«Por el amor de Dios, es un asesino, sabrá arreglárselas solo».
«Prometí a Slender que no le diría a nadie dónde estaba la casa».
Slender, como un torbellino vinieron a mi cabeza las imágense de la fiesta, cuando Slender y Masky me habían dado mis regalos. El móvil estaba en casa, probablemente sobre la mesilla de Masky. El colgante, bajé la mirada y ahí estaba, colgando de mi cuello, reflejando en bellos destellos la luz del Sol. Debía hacerlo sonar, así Slender me podría encontrar.
—Dímelo, no tengo todo el día —dijo al mismo tiempo que me zarandeaba y me apretaba contra el tronco de un árbol.
—si quieres matar, hazlo. no te voy a decir nada. Slenderman me da mucho más miedo que tú.
Su mano fue subiendo hasta mi cuello, y comenzó a apretarlo, clavando sus afilados dedos en él. No podía respirar, y por momentos me iba sintiendo más y más mareada. En un movimiento rápido me tiró al suelo, haciendo que gritara de dolor cuando mi espalda choco con un ruido alarmante. El dolor me recorrió como una latigazo de fuego por toda la columna, llenando mis ojos de lágrimas. En lo que Jane tardó en llegar a mí llevé una mano a mi pecho y agarré el colgante que Slenderman me había regalado. El cascabel sonó levemente, justo antes de que Jane lo arrancara de mi cuello con un golpe seco. Lo lanzó lejos, mientras que con sus tacones comenzaba a darme patadas en el estómago y en el pecho, haciendo que la sangre saliera por mi boca a borbotones.
Se agachó y cogiéndome del pelo levantó mi cabeza, haciendo que mi cuello crujiera de forma extraña.
—Vamos, sólo lo mataré a él.
Fue un acto involuntario, pero fatal. Con la fuerza que me quedaba escupí algo de saliva, completamente teñida de rojo por la sangre, que justo acertó a uno de los huecos que su máscara tenía para los ojos.
«Toma, para ti, zorra », sonreí.
Noté como su mano se crispaba en mi pelo, tirando con más fuerza para luego dejar caer mi cabeza en el suelo, reventándome así el labio por completo. Cogió mi brazo y con su cuchillo comenzó a hacer ligeras heridas todas superficiales, pero todas ellas recreando el recorrido que en realidad tenían las venas en mi brazo, tras la piel.
—¿Por qué lo proteges? ¿En verdad crees que el no desearía hacerte esto? —Paró unos segundos y me miró, divertida—. En serio ¿Qué le veis? No os importa que sea un asesino y que lo único que realmente le importa es ser el único que os haga sufrir. —Diciendo esto comenzó a hacer el recorrido que anteriormente había hecho con el cuchillo, pero esta vez clavándolo con más fuerza—. ¿O acaso no es sólo él? —Paró y comenzó a reírse—. Oh, lo que pasa es que crees que TODOS ellos en el fondo son buenos. No me hagas reír, convives con asesinos. Con seres dementes que sólo saben propagar la locura a personas inocentes. Personas que únicamente tuvieron la mala suerte de encontrarse cerca de ellos. ¿Sabes una cosa? —Me preguntó mientras comenzaba a profundizar más los cortes—. En algún momento te matarían, y tras tu muerte nadie andaría con la cabeza gacha, porque tú para ellos no significas nada.
Tenía razón, probablemente yo no significase nada para ellos. O por lo menos no significaría nada más que la chica que les hace la comida y les cura las heridas. La chica que es más débil que ellos y por lo tanto pueden dominar. Pero, aún así, no quería traicionarles. Además me daba pánico pensar en lo que me haría Slenderman si los delataba. Viva, ¿pero a qué precio y por cuánto tiempo?
—Tú eres peor que ellos.
—¿Cómo? —La rabia, el odio, perforaron mi piel a través de sus ojos.
—Por lo menos ellos no se esconden tras una doble fachada. Ellos admiten ser asesinos, y admiten que les gusta. En cambio tú, te escondes detrás de algo que tu llamas justicia. Eres peor que ellos.
Según terminé de decirlo mi cara se encontró con su pie, arrastrándome unos centímetros por el impulso. Agachada, en cuclillas, puso su cara muy cerca de la mía, mientras empuñaba con fuerza el cuchillo y lo iba acercando hasta mi rostro.
—Me bañaré en tu sangre, estúpida.
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Slave of Creepypastas.
Fanfiction¿Crees que los Creepypastas no son tan malos? Entra y lee la historia de Lara, la cual fue obligada a servir a algunos de ellos. Ven y descubre que los asesinos, siempre serán asesinos. ¿Crees que sobrevivirás? 25/06/2023 #9 #LAUGHINGJACK 19/06/202...