Chapter 10.

1K 63 2
                                    

Pasaron tres días y mi madre no me reconocía. Me sentía como el puto culo, la persona a la que más quiero en el mundo. La única persona que ha estado conmigo siempre, no se acuerda de quien soy. Los doctores han intentado explicárselo, y nos han pedido que tengamos paciencia. Ella finge ser mi madre, pero realmente cuando me miraba, veía a una extraña.

Pasadas unas semanas mi madre a volvió a casa,  nos habían facilitado la dirección de un psicólogo que nos recomendaron especialista en casos de amnesia, tanto para mi madre como para nosotros.

Las cosas se habían complicado para mí, si antes del accidente mis posibilidades de saber algo sobre mi padre eran bajas, ahora que mi madre ni siquiera recordaba que yo era su hija, habían bajado drásticamente a cero.

Una noche después de cenar todos juntos, mi hermana se fue a dormir, y mi madre y mi padrastro estuvieron viendo la tele. Yo aproveché y me di una ducha. Cuando salí del baño y entré en mi habitación cuál fue mi sorpresa cuando me encontré a Laughing Jack en la habitación. Tenía su forma normal, estaba sentado en mi cama sosteniendo mi móvil en las manos, cotilleando.

    —No te sientas mal. Se acabará acordando de ti. —Dejó el móvil en la mesita de noche y me sonrió.

    —No. No se va a acordar. Lo sé. —Miré el móvil de forma instintiva, a ver dónde se había metido Jack. —Algo dentro de mi me dice que no se acordará de mi. —Laughing me miró con pena, nunca pensé que un asesino de otro plano astral pudiera mirar de esa forma, sintiendo pena por otro.

Fui a mi armario y saqué una gran mochila, la abrí y metí mi ropa, todos los libros que pude y mi ordenador. Cogí otro bolso y en él metí los ahorros de mi vida, que la verdad eran una mierda, y todas las fotografías que para mi eran importantes.

    —¿Vendrás con nosotros? Te ayudo entonces. —Laughing Jack sonrió súbitamente, se levantó de un brinco e intentó coger mi bolsa.

    —No, no iré con vosotros. —Su sonrisa se apagó y se sentó de nuevo en la cama de forma teatral.

    —¡Y a dónde irás? —fui hasta mi escritorio cogí papel y boli y empecé a escribir.

" Lo siento, no quiero ser una molestia. Mamá aunque no te acuerdes de mi quiero que sepas que te quiero muchísimo. Marta te quiero mucho y siempre cuidaré de ti, aunque no me veas. Estaré bien, no s preocupéis por mi. Os quiero mucho a todos.

Lara".

    —No sé a dónde voy a ir. Pero lejos, lo más lejos que pueda. —Me acerqué a él y le cogí una de sus largas manos. -—No es por vosotros.

    —No es que a mi realmente me importe. No soy yo quien quiere que te quedes en esa casa —dicho esto desapareció.

Esperé hasta que todos se habían dormido. Cogí mis cosas y me dirigí en silencio hasta la puerta. Cerré la puerta principal silenciosamente y empecé a correr todo lo que mis piernas daban. La mochila pesaba muchísimo y en seguida me cansé de correr. Recé por no encontrarme con nadie conocido. Me dirigía a la parada de autobús, iba a coger un autobús hasta la capital y ahí, ya vería que haría. Iba caminando, casi trotando, cuando noté que alguien me seguía. Me giré pero no encontré a nadie. Seguí andando y otra vez sentí como si alguien me siguiese. Apresuré el paso y entonces algo me empujó contra una pared y me arrastró a un callejón. 

Mis bolsas se cayeron, sentía el aliento cálido de una persona junto a mi cuello, era Jeff. Tenía sus manos en mis hombros, con su cuerpo me tapaba la salida y me miraba fijamente con esos ojos rojos irritados.

    —¿Qué haces?

Él sonrió, bajó una mano y me agarró de la muñeca, me acercó a él y me retuvo con un solo brazo mientras que con la otra mano levantaba mi barbilla.

    —¿Por qué te vas? Dijiste que nos darías una respuesta. —Acercó su rostro más, podía sentir su respiración. Sentí el calor que emanaba de su pecho y me sonrojé. Acercó su rostro aún más y tocó mi nariz con su nariz. su piel estaba áspera y rara, como la piel de una cicatriz. —Ven con nosotros, te lo pasarás bien. Tienes potencial —dijo con voz ronca. ¿A qué andaba jugando ahora? ¿Al asesino seductor? ¿Al mira que buenos somos porque todavía no te hemos matado?

    —Limpiando el suelo y lavando tus calzones, yupi. No gracias, estoy bien.—Jeff levantó la mano y la llevó suavemente hasta mi mejilla, la acarició y fue bajando por el cuello hasta la clavícula.

«Manipulador. ¿Piensas que te va a salvar el amor heterosexual?».

    —Quizás si te quedases te lo pasarías muy bien. —Mi corazón empezó a latir más rápido, sentí un gran calor en las mejillas.

«Sí, realmente cree que un poco de sexo me va a convencer de quedarme».

En realidad sí quería besarlo, quería estamparlo contra la pared y desnudarlo, pero me quedé quieta, mirándole fijamente. Jeff me devolvía la mirada, sonrió, sacó su cuchillo y lo puso en mi cuello, presionó levemente hasta que un hilillo de sangre se deslizó por mi garganta y lo lamió. Dibujó con su lengua el sendero que hacía la sangre en mi cuello, pasó la herida y siguió lamiendo hasta que llegó a mi oreja. Se e escapó un gemido a medio camino entre excitación y miedo, no quería demostrarle que lo que hacía me excitaba, pero tampoco es que me estuviese esforzando mucho por esconderlo. Me acercó más a él y pude sentir una dureza en su pantalón, resopló y su respiración empezó a agitarse. Comenzó a lamer con ansia mi cuello, mi herida casi no sangraba, tiró en cuchillo y me subió, situándome sobre su cadera y sujetándome con un solo brazo. Paró de golpe, me miró a los ojos y pude ver en ellos una llamas que en nadie antes había visto y el globo ocular totalmente rojo. Sus ojos relucían con pasión, con la mano que tenía libre me cogió por la nuca y me acercó a él.

    —¿No crees que nos lo pasaríamos muy bien? Matando gente, teniendo sexo en piscinas de sangre. —Dio un último impulso y acercó sus labios a los míos. Sus labios se sentían gruesos y tenían un sabor dulce. Poco a poco introdujo su lengua y empezó a juguetear con la mía. Pasaba su lengua por mis labios, por la comisura de mi boca. Rozaba mi lengua levemente haciendo que deseara más. Tenía mis manos libres, abracé su cuello y lo jalé hacia mi. Quería sentirlo lo más cerca posible, nos apretamos más y volví a sentir la dureza en su pantalón, solté un gemido que fue acallado por sus labios. Se rio mientras me besaba. Rocé los labios con la punta de mi lengua, mordí su labio suavemente, besé la cicatriz que formaba su sonrisa y llegué hasta su oreja. Soltó mi nuca y bajó la mano hasta el final de mi camisa. Subió la mano lentamente por mi piel y acarició mi espalda. Su mano estaba fría, y en cambio yo estaba ardiendo.  Se alejó un poco de mí y me miró, ambos jadeábamos como locos, tomó aire y dijo.

    —Ven con nosotros —En ese preciso instante mis ganas de desnudarlo fueron sustituidas por unas increíbles ganas de abofetearlo. ¿De verdad estaba intentando comprarme sexo y sangre? 

«Ven con nosotros, serás nuestra criada un putita. Qué delicia», pensé mientras lo alejaba de un empujón.

    —NO. —Sentía mi cara roja, pero esta vez de ira —Déjame en paz. 

Me miró extrañado, se acercó a mi, intenté escaparme pero el me bloqueó la salida.

    —¿Pero qué coño pasa? 

    —Has venido a comprarme con sexo para conseguir criada, eres —Jeff me dio un golpe en la tripa y no terminé la frase. Me encogí del dolor  y Jeff me recogió, me subió en su hombro y cogió mis cosas del suelo.

    —No pensaba que fueras tan estúpida. —gruño entre dientes.

«Yo tampoco pensaba que era tan estúpida», me dejé levar sin más. ¿Para qué seguir luchando si siempre que dijese que no ellos iban a utilizar la fuerza contra alguien sin fuerza. Apoyé todo el peso sobre el hombro de él lo que pareció desequilibrarlo un poco. Me miró de reojo, y sonrió, supongo que a todos los asesinos les gusta que la víctima asuma el rol.


Slave of Creepypastas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora