Chapter 21

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En mi interior las dudas seguían atenazando mi estomago, como si de pinzas candentes se tratasen.

Terminamos las compras y fuimos hasta casa. Durante todo el trayecto mis pensamientos estuvieron luchando dentro de mi cabeza. Una parte de mí no dejaba de pensar en lo que me había dicho Nina y en qué significaría aquella sonrisa burlona. La otra parte no dejaba de pensar en Sarah y me hacía sentir culpable por no volcarme completamente en buscar una solución para salvarla.

No sabía que había hecho Hoody con ella, ni siquiera sabía si estaba viva o muerta. Llegamos por fin a la casa, todo estaba tranquilo, sin apenas ruido. Algunas ventanas brillaban tenuemente por la luz del interior. En el recibidor estaba Toby el cual me miró con tristeza. Intentó acercarse a mí, pero yo lo esquivé y seguí subiendo las escaleras lo que hizo que Toby se molestara y Jeff soltara una gran risotada.

Subí hasta el segundo piso, con paso rápido, y fui hasta la puerta del despacho de Slender. Llamé y la puerta se abrió sola, como de costumbre. Entré, dubitativa y temblando, temiendo que Slender decidiera castigarme o no quisiera escucharme.

Se veía molesto, incluso algo decepcionado, me acerqué un poco hasta el escritorio. Slender se levantó del gran sillón, caminó unos pocos pasos y dio lo que a mí me pareció un suspiro.

    —¿Me contarás la verdad? —Me miró de lado, mientras esperaba la respuesta.

    —¿Me creerás si te la digo? —Se volvió hacia mí y se apoyó sobre el escritorio. Parecía sorprendido por mi respuesta, permaneció en silencio por unos momentos.

    —Bien, cuéntame qué pasó.

Di un gran suspiro, y tomé el valor necesario para explicarle lo sucedido sin echarme a llorar. Le conté la conversación que tuve con Nina, omitiendo el pequeño dato de mis sentimientos hacia Jeff. Le conté como me sentí al darme cuenta de que nunca podría tener vida propia, de que nunca sería amada. Le conté como me encontré con Sarah, y le pedí que se olvidara de mí, que no me siguiera.

A pesar del esfuerzo que hacía por contener las lágrimas unas pocas escaparon. Conseguí contarle cómo Hoody entró, y cómo la dejé inconsciente. Cuando terminé estaba temblando, con los ojos vidriosos y grandes velas de mocos colgando de mi nariz. Me limpié los mocos con la manga de la chaqueta, mirando al suelo, esperando la respuesta de Slender.

Permaneció callado por una eternidad, sopesando si mis palabras eran ciertas, buscando en mi rostro algún gesto que me delatara.

    —Por favor... —rápidamente levantó la cabeza, parecía cansado—. Por favor, no la matéis.

Se enderezó y parecía observarme.

    —¿Sabes que podrías ser castigada? —Asentí—. ¿Y sabes que deberíamos matarte? —Asentí otra vez—. No prefieres suplicar por tu vida?

El silencio reinó por completo en la habitación. Mis piernas temblaban ligeramente. Me arrepentí de no haberle hecho caso a Toby al llegar, por lo menos si moría en ese instante moriría con el cuerpo calentito. Lentamente Slender se acercó a mí y con una de sus grandes manos me acarició la mejilla.

    —No entiendo por qué te creo, pero te ceo. Lamentablemente tu amiga no puede permanecer en libertad. —Mis ojos se llenaron de lágrimas que comenzaron a caer pesadas y silenciosas dibujando el contorno de mi cara.

    —Por favor... —fue un susurro, casi inaudible, pero suficiente para que Slender se girase.

    —¿La prefieres a ella antes que a nosotros?

La pregunta me sobresaltó, ¿acaso estaba celoso?

    —No. Pero al igual que no quiero que muráis vosotros, no quiero que ella muera. No le conté nada de vosotros, nada, por que sé que debo protegeros. Pero ella no merece acabar de este modo.

    —Esta bien, pero no te aseguro que sea menos doloroso que la muerte. No la mataremos, pero será vigilada constantemente. En el momento que haga algo inadecuado ni siquiera tus súplicas podrán salvarla. A partir de ahora tu también estarás acompañada en todo momento.

Nos quedamos callados durante un rato, las manos de Slender temblaban ligeramente por la rabia mientras miraba a un punto fijo en el horizonte. Parecía a punto de explotar, a punto de agarrarme por el cuello y estrangularme. Mi mente me pedía a gritos que huyera, pero no hice caso. Me acerqué con pasos tímidos, y le abracé por la espalda. Pegué mi cara en su espalda. Sentía el calor que emanaba de su cuerpo, por unos momentos me reconfortó. Slender dejó de temblar, se giró y me abrazó, acercando mi cabeza hacia su pecho. Sus manos me agarraban demasiado fuerte, aun que ya no temblaba, seguía nervioso.

    —Slender, deberías salir un rato y relajarte.

Bajó la cabeza y me miró directamente a los ojos mientras me agarraba por los hombros.

    —Tienes razón, busca a uno de los chicos y diles que te he ordenado que te quedes con ellos hasta que vuelva. —Asentí. Me despegó y salió por la puerta con paso firme. Me quedé pensando por unos momentos, ¿en verdad era necesario que estuviese acompañada en todo momento? ¿Qué culpa tenía yo de que Sarah estuviera en el centro comercial? Comencé a caminar, sumida en mis pensamientos y mis pasos me llevaron hasta mi habitación. Me giré y delante estaba la habitación de Jeff, me sentí tentada a llamar y quedarme con él. En realidad lo que más quería era estar con Jeff, pero me paré inmediatamente.

«No seas estúpida, tienes que alejarte de él».

«Pero es que quiero estar con él, me siento mejor».

«Tienes que olvidarte de él, burra. ¿No ves que si sigues pensando que se podría fijar en ti solo te vas a hacer más daño?».

«Sí... Pero...». 

«Pero no. Vete con Nina o con Laughing Jack, pero no vayas con Jeff. Es más yo te recomendaría que le evitaras en todo lo posible».

«Pero se dará cuenta».

«¿Qué se va a dar cuenta si ni se fija en ti».

«¿Y si me habla?».

«Pues respondes y te vas. Tienes que olvidarte de él lo antes posible».

«Tienes.. Tienes razón».

Tras mi pequeño monologo interno fui hasta la habitación de Laughing Jack, pero nadie respondió, igual en la habitación de Nina. No sabía a donde ir, así que fui al salón. En el salón para mi desgracia estaba Jeff mirando una revista con la tele encendida, me fijé y era una revista porno, reculé con cuidado y me fui lo más rápido que pude, lo cual no fue muy útil ya que a mis espaldas escuché un:

—¡¡EH!! Espera.

Corrí como una loca, pasé mi habitación y me encerré en una habitación desconocida. Al girarme pude observar que la habitación estaba vacía. Estaba pobremente decorada, solo había una cama, el escritorio y un armarito, nada más. Escuché pasos por el pasillo e instintivamente me escondí debajo de la cama. La puerta del pasillo se abrió a la vez que la del baño.

    —¿Qué coño haces aquí Jeff?

    —Joder tápate.

    —Estoy en mi cuarto y hago lo que me da la gana. ¿Qué coño haces aquí?

    —Nada, pensé que la nueva estaba aquí.

    —Fuera de aquí marica, como te vuelva a ver en mi cuarto espiando te saco los putos ojos.

    —Eyeless, no puedes ocultar que mi culo te pone, el único marica aquí eres tú.

Jeff cerró de un portazo y Eyeless desapareció de mi campo de visión. Algo me agarró de la muñeca y tiró de mí al mismo tiempo que me tapaba la boca.

    —Lo bueno de Jeff. —Me susurró al oído—. Es que nunca se equivoca cuando dice que alguien se ha escondido en algún lugar.

Slave of Creepypastas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora