Capítulo XXX.

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Llevaba demasiado tiempo sin ser yo mismo. Durante todo este tiempo había vuelto a ser Tim, cosa que no me molestaba en lo absoluto. De vez en cuando mi mente se veía asaltada por recuerdos extraños, y rostro desconocidos para Tim. A veces el rostro de Lara aparecía dentro de mi cabeza, riendo o jadeando. Y a veces cuando veía a una chica con un color de pelo similar al de ella sentía el impulso de ir a darle la vuelta a la chica, para comprobar si era ella. Pero Tim no entendía ésos instintos, y los guardaba bajo llave en un silencio sepulcral.

Crují mis dedos, esperando que Slenderman nos contase la misión a segur, y guardando la esperanza en mi interior de que me tocase cuidar a Lara.

    —Tenemos problemas. —La voz de Slenderman no sonaba para nada alterada, quizás sí un poco decepcionada.

    —¿Qué ocurre Slender? —Hoody se atrevió a hablar.

    —Lara ha desaparecido. —Un escalofrío recorrió mi espalda al escuchar ésas palabras. ¿Cómo que había desaparecido?—. Alex la encontró, y se la ha llevado a algún sitio dentro del bosque.

    —¿Pero cómo es posible? Sólo nosotros sabíamos dónde estaba. —Quizás mis palabras sonaron más fuerte de lo habitual. Pero en aquél momento la frustración me desesperaba. Cuando por fin había conseguido alejarla de la influencia de Jeff. Cuando por fin había conseguido alejarla de Jay y poder acercarme a ella sin que me reconociesen. Cuando por fin sabía perfectamente dónde y cómo estaba y tenía la seguridad de que Hoody no permitiría que Toby se acercase, todo se desmoronaba.

Fruncí los labios tras mi máscara y apreté los puños.

    —No lo sé aún. Alex a veces es muy imprevisible. Yo no puedo cubrir cada punto desprotegido que dejéis. Ahora es vuestro deber recuperarla. —Se giró y Slenderman nos miró a ambos—. Por el bien de la misión. —Y esta vez me miró a mi, directamente. Aunque no tuviese ojos podía sentir perfectamente como unos imaginarios se clavaban en mi—. Y por su propia seguridad. No dudo de que Alex sea capaz de mucho más con tal de conseguir lo que quiere.

Tanto Hoody como yo asentimos, y nos dirigimos a la ventana para escapar. Pero un rostro apareció tras el cristal. Esas gafas teñidas de naranja y los constantes tics. Toby tomó la cámara y la guardó, asegurándose de que nadie nos la arrebatase.

    —Encárgate de que le llegue a Jay. Y avísale. —Tras esas palabras Slenderman desapareció a un lugar oculto para nosotros. Pero todavía podíamos sentir su presencia, y podíamos escuchar su mente dentro de las nuestras, intentando guiarnos.

Toby desapareció con la cámara y la grabación, mientras que nosotros nos introducimos en el bosque en busca de Alex y Lara.

La noche estaba intranquila, los grillos sonaban fuertes por la sensación de bochorno general. Un bochorno extraño para la época del año en la que estábamos. A lo lejos podíamos ver un cúmulo de nubes púrpuras, que resplandecían con la poca luz que emanaba la luna. Pequeños y lejanos destellos de luz se podían ver con claridad dentro de la masa nubosa. Se avecinaba una tormenta eléctrica. Debíamos darnos prisa.

Quizás, para alguien que no había pasado tanto tiempo como nosotros dentro de éste bosque, resultaba difícil buscar a unas personas. Pero para nosotros no era muy complicado. A parte de conocer perfectamente el bosque, conocíamos también a Alex. Habían sido muchos años observándole, conociéndole a fondo. Caminamos fuera de los senderos, mezclándonos con la maleza y las ramas de los árboles. Algunas aún con hojas, otras ya sin ellas.

Seguimos caminando, buscando sin cesar mientras yo sentía cómo en mi estómago se formaba un nudo. ¿Y si no los encontrábamos? ¿Qué haríamos si no conseguíamos encontrarlos y él la mataba? Sin duda mi venganza sería terrible. Si al encontrarla no encontrábamos más que un cuerpo sin vida o ni siquiera éramos capaces de encontrarla, jamás obtendría suficiente venganza.

Sacudí mi cabeza, intentando apartar de mi mente ésos pensamientos y centrarme en buscar alguna pista de dónde podían estar. A nuestras espaldas comenzamos a escuchar ruidos. Alguien caminaba tras nosotros y gritaba algo. Ambos nos miramos, y con un gesto de cabeza Hoody me indicó que subiésemos a los árboles. Asentí y comenzamos a subir a un árbol esperando que esa persona pasase de largo. Conforme se acercaba sus gritos se iban haciendo más y más claros.

    —¡Tim! —¿Me llamaba a mi? Pero, ¿por qué? ¿Quién era? Agudicé mis ojos intentando enfocar a la persona que gritaba mi nombre. No podía ser Lara, esa voz no era la suya. Permanecí atento, tanto a la voz como al rostro de aquella persona. La luna derramó un poco de luz sobre esa persona y pronto pude descubrir quién era. Jay—. ¡Tim!

Fue tan sólo un segundo en el que Hoody y yo nos miramos. Ya no podíamos hacer nada. No con él rondando por la zona. ¿Y si Alex veía a Jay y los planes se torcían ya del todo? ¿Y si la mataba por verlo? ¿Y si al final a quien mataba era a Jay? Sintiendo una rabia asesina colonizar todo mi cuerpo hice que mis dientes rechinasen.

    —Masky... Relájate. Hagamos que Jay se aparte y podremos ir a buscar de nuevo a Lara y Alex.

Las palabras de mi amigo me consolaron en cierto grado, aunque en realidad lo que quería era reventar la cara de Jay y Alex por no ser capaces de quedarse quietos.

Bajamos del árbol, y yo caminé por el sendero haciendo que mis pisadas fueran sonoras, mientras que Hoody se escondió entre los matorrales, siguiéndonos de cerca y esperando el momento oportuno para actuar.

Slave of Creepypastas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora