Chapter 5

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Las hojas de un árbol cercano comenzaron a moverse. El aliento de Eyeless estaba cada vez más próximo.

De pronto una sombra blanca bajó del árbol..

    —¡Jeff!! —Ambos rodaron por el suelo en un forcejeo que acabó con Jeff encima de Eyeless.

    —¿Qué habíamos hablado de comer cosas del suelo? ¿Te apetecía un plato de carrilleras?

    —¿Y a ti nadie te dijo... Bah, no se me ocurre nada brillante. ¡Bájate de encima de mí maldito imbécil!

Empezaron a empujarse y pelear entre ellos mientras se insultaban. Cansada de esperar a que parasen de pelear decidí aprovechar la oportunidad y huir por mi vida. Me puse a caminar, esta zona del bosque me resultaba más conocida, el sendero no debía estar lejos. 

Sorteé unos cuantos árboles y me subí a una roca alta, iba a bajarme de la roca cuando algo me tomó por los brazos. Perdí el equilibrio, pero justo cuando iba a caerme de la roca tiraron de mis brazos y me atrajeron hacia el abismo. Cerré los ojos y cuando los abrí al ver que no me pasaba nada estaba incrustada en la sudadera blanca con manchitas de sangre perpetuas de Jeff.

    —¿Qué haces aquí?

    —Slender quiere hablar contigo —lo dijo sin mirarme, tenía los ojos perdidos en el horizonte.

    —Pues resulta que yo no quiero hablar con él.

    —Creo que no me entiendes. —Bajó la mirada y esta vez sí me miro a la cara, directamente a los ojos. —No es una petición. Vamos.

    —No quiero ir contigo. Me quiero ir a mi casa.

    —¿Qué parte no has entendido de que no te lo estoy pidiendo? Vámonos. —En su rostro se podía percibir como su humor cambiaba radicalmente.

    —No quiero ir —dije desafiante, encarándole.

    —Muy bien —se rio de una forma de la que no se podía esperar nada bueno.

Di un paso atrás con cuidado para no caerme de la roca. Él en un movimiento rápido me rodeó y se puso detrás de mí. Intenté correr, me lanzó algunos golpes que yo pude esquivar a duras penas. Corrí más rápido y solo paré cuando dejé de escuchar sus pasos, me giré y escuché su risa. Pero...  ¿Dónde coño estaba?

Un dolor sordo e intenso me atravesó la espalda. Caí sin respiración, con los ojos muy abiertos. Jeff me sujetó por los hombros dejándome ver su cara. Su sonrisa tallada a cuchillo, sus ojos sin párpados, estaba tan cerca que podía sentir su aliento con regusto a sangre. Me empezaba a marear.

    —Go to sleep. —¿Qué? ¿En serio? ¿Ahora me iba a decir una frase mítica de su personaje? No pude hacerme más preguntas, todo se volvió negro y no puedo recordar más.


Me despertó un sonido extraño. 

(PUM PUM, PUM PUM).

Parecido al de un corazón latiendo.

(PUM PUM, PUM PUM). 

Otra vez, ¿es mi corazón? ¿Estoy muerta y puedo escuchar mi propio corazón? No digas idioteces Lara. Otra vez ese sonido

(PUM PUM PUM PUM). 

Empecé a sentir calor a mi alrededor, y entonces desperté.

Me estaba moviendo, levanté la vista y encontré la cara de Jeff con expresión cansada.

(PUM PUM PUM PUM). 

Volví a escuchar el latido. Así que era el corazón de Jeff, me apoyé sobre él y presté atención. (PUMPUM PUM PUM). 

Era un sonido tan cálido y dulce que parecía mentira que viniese del ser macabro del que venía. No quería que ese momento acabara jamás, era muy relajante, no quería que acabase, porque además tenía miedo de morir según este paseíto en brazos terminase. Así que permanecí con los ojos cerrados, disfrutando del momento.

    —¿Detectas alguna arritmia o está todo en orden? —Levanté la cabeza y le miré directamente a los ojos. —Creo que mis tripas también hacen ruido, ¿quieres escucharlas? - dijo con una sonrisa burlona.

Me revolví en sus brazos. Me daba pena abandonarlos, pero me molestaba mucho que fuese tan idiota.

Me puse en pie y lo seguí. Daba igual cuánto intentase huir o resistirme, tendría que ir a aquella casa. Caminamos durante un buen rato en un silencio incómodo y pesado, miré por el rabillo del ojo a Jeff. Por su aspecto despreocupado parecía no importarle en lo más mínimo ese silencio, es más, parecía disfrutarlos. Se giró y me miró de arriba a abajo con su ya más que habitual mirada evaluadora. Aceleré el paso.

    —No te quería golpear tan fuerte. ¿Estas bien? —Su voz sonaba preocupada e inocente pero en realidad su cara no dejaba traslucir ni un solo sentimiento, menudo psicópata. Le miré con cara de asombro.

    —Oh, ¿el gran Jeff the Killer siendo amable?¿Quién eres tú y que has hecho con Jeff?

    —Vete a la mierda maldita zorra. —Empezó a acelerar el paso hasta el punto de que para alcanzarle tuve que correr. Hubiese huido de no ser porque sabía que estaba pendiente de mi, y a la menor insinuación de escapar temía que me volviesen a dar un golpe en la cabeza.

Llegamos a la casa, abrió la puerta con rabia y subió las escaleras corriendo. Me  quedé mirándole como una auténtica idiota. ¿ En verdad le había sentado tan mal el comentario? Luego me disculparía... suponía.

En el recibidor estaban Ben y Sally. Ambos me miraron como quitándole importancia a lo que había hecho Jeff.

    —Tranquila, es muy habitual en él. —Sally se acercó y me jaló de la camisa. —Sígueme, Slendy te espera.

Con una sonrisa Sally me guio por el pasillo dando pequeños botecitos. Era algo bastante raro pasear cogida de la mano una niña muerta. Llegamos a la puerta del despacho de Slender, tragué saliva  y golpeé la puerta con mis nudillos. 

La puerta se abrió sola y Sally se despidió de mí con una sonrisa. Entré.

    —¿Estas bien? —Slender se levantó de su enorme sillón y se acercó a grandes zancadas. Asentí. —Sé que hemos empezado con mal pie. —Me invitó a sentarme y yo accedí. —Pero por favor, escúchame.

     —¿Y bien? Me queréis para limpiar vuestras cosas, ¿acaso hay algo más en el apasionante mundo de fregar suelos y pasar el polvo? —Slender parecía desesperado, lanzó un suspiro al aire y me miró fijamente.

    —No serás una sirviente. Déjanos convencerte de venirte a vivir aquí. Te necesitamos.

«¿Me necesitaban? ¿Para qué? ¿Para rajarme el cuello? ¿O para darme un golpe en la cabeza la próxima vez que intente huir?».

    —¿Por qué? —Slender encaró hacia la ventana, y se quedó un rato observando el vuelo de dos gorriones que iban de una rama a otra. 

    —Conócenos sólo un poco y lo entenderás. Piénsatelo al menos.

    —De acuerdo, me lo pensaré —él asintió.

«Tampoco es que me quede otra. U os doy una oportunidad, o a lo mejor se te pasa el ser buen gigante sin cara y me mandas a una dimensión desconocida».

    —De acuerdo, dos semanas. En dos semanas volverás aquí y nos dirás que has decidido.

    —Bien, ¿puedo volver a mi casa?

    —Con una condición.  —Su rostro tenía un aura pícara, me miró de lado y sonrió. —Uno de nosotros te cuidará.

    —¿Qué? —¿Quién sería? Otra vez volví a temer lo peor, una parte de mí pensó que iba a hacer realidad el sueño de tantísimas fans... Pero por otro lado estaba espantada, si está a solas conmigo, me matará, seguro.

Slender se movió en su sitio, se acercó al escritorio y apoyó sus largas manos sobre éste.


Slave of Creepypastas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora