Una vez salimos de la cafetería Jay tuvo que irse corriendo a casa. Su dolor de cabeza fue en aumento, hasta el punto en que de un pequeño mareo casi se rompe la crisma contra el suelo.
Desandé el camino hasta mi casa, intentando no fijarme en la oscuridad que me rodeaba y en lo pronto que la noche había caído sobre nosotros. Una sensación extraña me perseguía a cada paso que daba. Sentía decenas de ojos clavados en mi y miles de pasos que me seguían. Cada sombra, cada murmullo, todo me parecía amenazante. Aceleré el paso, intentando escapar de la presión que ya casi me parecía inaguantable. Por el rabillo del ojos pude ver un abrigo azul moverse tras una farola, lo que hizo que mi cuerpo temblase y empezase a correr. Pero todo fue en vano.
El nerviosismo pudo conmigo, e hizo que mis piernas en un movimiento torpe, se enredasen y yo cayera contra el suelo. Cerré los ojos temiendo lo peor. Temiendo que el dueño del abrigo azul viniera a por mi e intentase hacerme daño. Pero nada ocurrió. Un ligero carraspeo delante de mi hizo que alzase el rostro. Me encontraba a los pies de un chico, que con gesto preocupado me observaba y tendía una mano hacia mí con la intención de ayudarme.
—¿Estás bien? —Reconocí ese rostro al instante. Era el chico de la cafetería. Agarré su mano y me levanté mientras echaba un vistazo atrás, preguntándome dónde estaría mi perseguidor. Sin embargo no vi nada. Mi respiración se relajó un poco y devolví mi atención al chico de chaqueta marrón. Éste miraba la esquina también, como si supiera que algo extraño rondaba cerca. Dando una pequeña sacudida de cabeza, me dedicó una suave sonrisa mientras acariciaba el borde de mi mano con dedos largos y hábiles—. ¿Estás bien? —Volvió a repetir con voz aterciopelada.
Asentí algo cortada. No me había dado cuenta del vergonzoso espectáculo que estaba dando. Con la ropa húmeda y llena de porquería, y la cara algo rasguñada por la caída.
Intentó ayudarme y limpiar un poco mis pantalones llenos de barro y ramitas. Me ofreció su brazo, y con una cálida sonrisa en sus labios me indicó que le siguiera. Todavía no sé por qué le seguí ni por qué acepté confiar en él. Sin embargo me agarré a su brazo y caminé a su lado, dejando que el calor que su cuerpo desprendía y su olor, que me resultaba increíblemente atractivo y tranquilizador, me arropasen como en un sueño. Me acercó hasta una pequeña cafetería, en la que insistió en que tomase algo ya que, según él, tenía muy mala cara. Acepté, y viendo que si tomaba más café era probable que pasase toda la noche en vela, pedí un zumo. Se sentó a mi lado, cruzando los brazos sobre su pecho y dirigiéndome una mirada peculiar. Sus ojos me devoraban, parecían ansiosos por inmortalizar en cada recoveco de su mente cada una de mis facciones. Era como si ya nos conociéramos, sin embargo, aunque dentro de mi permanecía la sensación de saber sus más oscuros secretos, realmente no sabía absolutamente nada sobre él. Lo observé de forma tímida, intentando ocultar mis miradas entre sorbo y sorbo de zumo.
Finalmente el silencio se rompió.
—Me llamo Tim. —Dejó la taza sobre la mesa y apoyó la cabeza sobre unas de sus manos—. ¿Tú?
Dentro de mi pecho mi corazón dio un vuelco, y como si de un montaña rusa se tratase mi estómago intentó subir hasta mi cuello. Aquél nombre, aquella voz, todo en él me resultaba terriblemente familiar. Y lejos de reconfortarme, eso me ponía más y más nerviosa. Tenía la sensación de que me había olvidado de algo muy importante, ago que me dijeron que no olvidase. ¿Pero qué coño era? Sentía cómo con cada movimiento suyo el color iba a mis mejillas, y yo no llegaba a entender porqué. Sus palabras, y el modo de pronunciar su nombre hacía que mi cabeza diera vueltas e instintos ocultos salieran a la luz.
Entre sílabas torpes y con las manos temblorosas intenté responder.
—Mi nombre es Lara —dije intentando controlarme. Debía recordar algo, pero no sabía exactamente el qué o tan siquiera porqué debía recordar nada. Mis sentidos, cada músculo de mi cuerpo estaba en alerta, en tensión. ¿Qué tenía ese chico, para hacer que mi cuerpo reaccionara de esa manera?—. Gracias por todo, Tim.
Al escuchar su nombre de mi, una pequeña y ligerísima sonrisa se asentó sobre sus labios. Como si de música se tratase, y estuviese paladeando cada una de las letras.
—¿Qué hacías por ahí? Parecías muy alterada. ¿Te perseguía alguien?
—Bu-bueno... —Sus preguntas me devolvieron la preocupación. Yo había asumido que habían sido paranoias mías. Que en realidad no había existido aquél perseguidor de abrigo azul. Pero... ¿y si no era una paranoia? Últimamente habían ocurrido demasiadas cosas extrañas, quizás no fuesen imaginaciones mías. Agité mi cabeza levemente, intentando liberarme de todas las preguntas que atoraban mi cabeza haciendo que me pusiera más nerviosa. —Yo iba de vuelta a casa y sentí que algo me perseguía...
Conforme mis palabras iban saliendo de mi boca me iban sonando menos convincentes, como si al decirlas yo, perdieran su fuerza. Miré la mesa, centrándome en las vetas de la madera, que brillaban anaranjadas por el barniz que llevaba encima. Entrelacé mis manos, apoyándolas sobre la mesa y luego intentando desprenderme del nerviosismo mientras jugueteaba con mis dedos. Pronto mi juego cesó, ya que mis dedos encontraron otros extraños, pero de una calidez ya conocida y un tacto electrificante.
—No tienes porqué tener miedo. Sólo quiero ayudarte. —Formuló una rápida y confiada sonrisa, que intentaba tranquilizarme y darme ánimos—. ¿Viste algo?
Tragué saliva, sintiendo como si en vez de su estado normal, fuese mucho más espesa, con una textura parecida a la de la miel, pero mucho más densa. Reuní, como pude, todos mis ánimos para poder responder y dejando que meciera mis manos entra las suyas, me obligué a hablar.
—Vi un abrigo azul. Pero no estoy muy segura. Últimamente han ocurrido muchas cosas extrañas y creo que estoy empezando a sacar las cosas de quicio.
—¿Un abrigo azul? —asentí. Bajé la mirada. Estaba cansada de no poder recordar las cosas. Estaba cansada de sentirme siempre perseguida. De no ser capaz de confiar en mi propia mente. El movimiento de mis manos hizo que saliera de mis pensamientos y alzara de nuevo el rostro para ver que, aquél movimiento era Tim, llevando mis mano hasta sus labios, para depositar en ellas un suave beso.

ESTÁS LEYENDO
Slave of Creepypastas.
Fanfiction¿Crees que los Creepypastas no son tan malos? Entra y lee la historia de Lara, la cual fue obligada a servir a algunos de ellos. Ven y descubre que los asesinos, siempre serán asesinos. ¿Crees que sobrevivirás? 25/06/2023 #9 #LAUGHINGJACK 19/06/202...