Chapter 13.

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Y... Nada. Abrí los ojos y una mano había parado el hacha, era Nina. Suspiré con alivio y rápidamente me abalancé a por Ticci Toby. Le di la vuelta y lo puse sobre su espalda. Nina se acercó y me trajo la caja del botiquín. La herida sangraba mucho, mis nervios se desquiciaban y empecé a actuar sin pensar, cogí el paño y empecé a presionar la herida de Toby.

    —¡Agua! —Nina se levantó y trajo agua en un cuenco, le eché toda el agua encima de la herida, cogí las pinzas y empecé a buscar pedazos de cristal que estuvieran todavía dentro de la herida. Mientras tanto Nina me traía más agua. 

«Coño, qué colaborativa para ser una asesina sanguinaria .»

No encontré demasiados fragmentos de cristal, pero la herida no dejaba de sangrar. Nina empezó a apretar la herida para cortar la hemorragia mientras yo preparaba hilo y aguja. Mientras Nina presionaba, yo limpié el corte poco a poco y con mucho cuidado de no volverlo a hacer sangrar. Empapé el alcohol diluido en agua y desinfecté la herida. Nina me ayudó a coserle la herida, mientras ella mantenía juntos los bordes de la herida yo iba cosiendo. No sé coser, así que los puntos quedaron raros y desiguales, pero, cerraban la herida y eso era lo importante.

    —¿Toby estas mareado? —La voz de Nina sonaba más dulce de lo que yo me imaginaba.

    —Un poco. —Toby sonrió y se quitó las gafas y el fuzoku. Tenía cara de niño bueno.

Le tapé los puntos con gasa y esparadrapo, cogí el botiquín y me senté a su lado.

    —Hola, yo soy Lara, soy nueva aquí. —Intenté sonreírle, pero la sonrisa no conseguía salir con naturalidad.

    —Encantado soy Toby.

    —¿Qué tal te quedaron mis pantalones? —Nina me miró y sonrió, y al igual que Jeff, como ambos tienen la sonrisa eterna solo achinó un poco los ojos.

    —Bien, muchas gracias por prestármelos. —desvié la mirada hacia el chico —Toby, ¿me dejas ver tu mano?

Toby seguía tumbado en el suelo sobre un charco de su propia sangre y agua. Levantó la mano como si pesase treinta kilos y me la dio. Nunca pensé que su mano fuera tan suave, la tomé y comencé a curarle los cortes mientras nos contaba como se había hecho la herida.

    —¿En serio te caíste? ¡Inútil!

    —Me resbalé con la sangre. ¿Qué le iba a hacer?

    —No resbalarte hubiese sido una buena opción.

Terminé de curarle los numerosos cortes de las manos y se las vendé.

    —Bueno, esto ya está. —Solté un suspiro de alivio y apoyé mi espalda contra la pared. La cocina estaba hecha un desastre, todo lleno de sangre y con las cosas del botiquín tiradas por el suelo. —A Slender le va a encantar como dejé la cocina.

Nina y Toby se rieron por la bajo. Me levanté y me puse a recoger las cosas del botiquín. Toby consiguió levantarse y los dos me ayudaron a recoger un poco. Cuando por fin terminamos ya estaba amaneciendo, notaba el cansancio acumulado en mi cuerpo y como los ojos me picaban por la horas de sueño que le debía.

La puerta se abrió y entraron Jeff, Eyeless y Ben. Nos miraron de arriba a abajo y sonrieron con complicidad.

    —¿Orgías tan de mañana? —No entendí el comentario, hasta que bajé la vista estaba en bragas y con la camiseta que me había dado Jeff empapada. Mis piernas estaban cubiertas de sangre semiseca de Toby, así como mis manos. Me sonrojé y me escondí detrás de Toby, ya que Nina era más delgada que yo y no me iba a tapar nada.

Los tres rieron y se fueron burlándose de nosotros, Nina cogió su cuchillo y se despidió. Cuando todo el mundo se fue, salí de detrás de Toby. Miré por la ventana. El Sol salía grande y rojo y se asomaba por detrás de los grandes pinos que rodeaban la casa. El cielo se empezó a teñir de rosa y naranja. Unas pocas nubes se teñían con esos colores. La Luna aún no se había escondido por completo y todavía se la podía ver como un tenue reflejo en el cielo de colores. Noté como una mirada se clavaba en mi espalda, me giré y ahí seguía Toby. Se veía bien cubierto de sangre, aunque fuera la suya. De vez en cuando tenía algún que otro espasmo, de los que no me había dado cuenta cuando le estaba curando, esta vez sí, le sonreí.

    —Gracias —dijo él.

    —No hay por que darlas. —Se levantó de la silla y se acercó un poco a mí. La luz roja y anaranjada del Sol se reflejó en su rostro y cabello. Se veía realmente hermoso. Se agachó y recogió sus hachas.

    —Siento casi haberte matado.

    —Ah no pasa nada, no eres el primero.

Se encogió de hombros e hizo lo que yo creí era una media sonrisa.

    —Hasta mañana, Lara. —Se marchó y me dejó sola en la cocina.

La forma en que había dicho mi nombre me hizo estremecer, por unos momentos me quedé mirando la escalera desde la puerta de la cocina. Volví a mirar por la ventana, aún el Sol no había salido del todo. Fui hasta mi habitación. La ventana tenía por fuera una especie de apoyo algo más grande de lo normal. Salí y me senté con cuidado en el apoyo.

El aire de la mañana era frío, mi aliento se condensaba con cada respiración. Lo recibí con gusto, cada brisa que tocaba mi cuerpo despertaba todas las células de mi piel. El Sol había salido un poco más y ahora se dejaba ver casi por la mitad sobre los árboles. La parte superior del cielo estaba ahora de un preciosos azul claro que se entremezclaba con los naranjas y rosados de la línea del horizonte. Poco a poco el Sol fue cambiando de un color rojo carmesí a un naranja espléndido. Sentí a alguien detrás de mí. Era una presencia conocida y no me hizo falta girarme para saber quién era.

    —¿Y qué hiciste con Toby? —La voz de detrás mío tenía un deje burlesco que intentaba cubrir la rabia de la pregunta.

    —Le curé. Tenía un cristal clavado.

    —¿Y sales a recibir a la gente así? —Me reí. 

    —No sabía que él estuviera en casa. Pero de todos modos ¿Tanto te importa como reciba a la gente?

Como respuesta recibí un gruñido. Apoyé mis manos en el marco de la ventana y miré por largo tiempo el cielo, fijándome como cambiaban los colores en el cielo.

    —Siento haberte dicho que me besaste para conseguir criada. —No se merecía que se lo dijese, pero prefería estar en paz con un loco homicida y que no me apuñalase una noche por rencor. Y además soy una blanda, qué le vamos a hacer.

No recibí respuesta. Me giré, pensando que se había marchado y estaba hablando sola, y lo encontré cerca de mi espalda. Tenía la sudadera llena de sangre y el cuchillo sobresalía de uno de los bolsillos. Levanté la vista y le miré a la cara. Tenía toda la cara y parte del pelo lleno de sangre ya seca. Sus ojos miraban al horizonte y en sus labios se podía adivinar una mueca de rabia. ¿Pero por qué está rabiosos ahora? Me volví a girar y seguí mirando el paisaje. Sentí como sus manos se posaban en mis hombros y los apretaba con fuerza, con demasiada fuerza quizás.

    —Sería fácil tirarte por la ventana y matarte.

Me puse nerviosa, y un sudor frío empezó a bajar por mi espalda, pero intenté hacerme la indiferente.

    —Sí, lo sería.

Estuvimos así por unos segundos, luego soltó mis hombros. Me descolgué de la ventana y entré en el cuarto. Jeff me daba la espalda, cerré la ventana y al girarme  Jeff estaba muy cerca, me agarró por la muñeca y me atrajo hacia él.

Slave of Creepypastas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora