Capítulo XXXVI.

157 21 0
                                    

 La tarde pasaba lenta y aburrida. Fuera, hacía un día espléndido, apenas unas pocas nubes se cruzaban por el cielo de un azul increíble que arrancaba del alma pequeños suspiros. Alex se había ido hacía unas horas. No sabía cuándo iba a volver, no sabía si quiera si iba a volver en ése día. Suponía que regresaría ya que yo estaba en la habitación, sola y sin posibilidad de salir fuera en busca de comida ya que me había encerrado.

Estaba loco, pensaba, pero no tan loco como para dejarme morir y que lo culpasen de homicidio.

Lancé un suave suspiro y seguí mirando por la ventana. Sentía mis párpados pesados, y la cabeza algo amodorrada. Últimamente lo único que hacía allí encerrada era dormir y mirar por la ventana. Y pensar. No podía parar de pensar en Jay, en Tim, en todos los que me habían acompañado hasta el momento. Tampoco podía dejar de pensar en Jack, ¿sabría él cuál era mi situación? No sabía por qué, pero algo dentro de mi me hacía dudarlo.

Creo que el sueño y la modorra vencieron y finalmente me dormí, porque recuerdo despertarme por los ruidos de alguien tocando la ventana. Al principio, antes de abrir los ojos pensé que sería Alex, que me veía desde fuera dormida. Casi podía imaginármelo, rojo de rabia y con los labios juntados en una fina línea de rabia. Pero, al abrirlos, no fue el rostro de Alex el que encontré. Un chico encapuchado tocaba el cristal con los nudillos. ¿Quién era? ¿Un ladrón? Le miré curiosa, quizás fuese Alex, que se había disfrazado para darme un susto.

El hombre encapuchado me indicó que me apartara mientras clavaba una palanca en la junta de la ventana. Me separé con rapidez. ¿Y si no sólo quería darme un susto? ¿Y si quería deshacerse de mi y que todo pareciese un atraco? Mi corazón comenzó a latir con fuerza y las piernas me temblaban. Me acerqué a la cómoda, buscando a ciegas, ya que no podía separar la vista del hombre que intentaba forzar la puerta, una arma. O algo contundente con lo que atizarle.

La ventana cedió con un clank, y el hombre entró en la habitación mientras que yo todavía no había encontrado nada para defenderme. Comencé a temblar, y con cada paso que él avanzaba, yo retrocedía dos.

    —Tranquila. —Su voz sonaba amortiguada. Alzó el rostro y vi que su cara no estaba al descubierto. Tras su sudadera amarilla, ocultando su rostro, tenía un pasamontañas con una cara cosida en rojo—.  Ven conmigo. —Simplemente negué. No es que mi situación con Alex fuese perfecta, pero no me iba a fiar de un desconocido que acababa de forzar mi ventana. Y menos si iba con su cara tapada. Era tonta, pero no idiota—. Por favor, no lo hagas más difícil de lo que ya es. Si no vienes conmigo Tim me matará —dijo en un susurro.

    —¿Tim? —Mi corazón volvió a acelerarse, pero esta vez de emoción por escuchar su nombre—. ¿Conoces a Tim?

El hombre enmascarado echó un vistazo atrás.

    —Debemos irnos. No debería estar aquí, contigo. Pero este plan flaquea. El jefe se está equivocando.

    —¿Qué?

    —Sígueme, por favor. Es ahora o nunca. —Alzó su manos, ofreciéndomela mientras se acercaba a la ventana—. Te prometo que te lo explicaré todo.

No tenía tiempo, se estaba yendo y si no me daba prisa me quedaría aquí. Sé que suena una locura. Sé que cualquier persona hubiese dado una reacción más cabal. Pero yo agarré la mano de aquél desconocido y salí de la habitación que tantos días me había tenido presa.



                                                                                       ***



Tim miró una de las manchas de hollín más grandes de toda la habitación. Parecía realmente triste, creo que nunca lo había visto así. Le dejé que se recuperase. Fuera lo que fuera lo que me tenía que contar, parecía que era realmente duro para él.

Slave of Creepypastas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora