Chapter 37.

767 55 9
                                    

El tiempo pasaba y Slenderman y Laughing no volvían. Habían vuelto Nina y Eyeless, diciendo que Slender les había dicho que Nina no podía estar fuera de la casa y Eyeless tenía que ayudar a frenar a Jeff, lo cual fue buena idea, ya que estaba completamente descontrolado.

Lo habíamos atado entre todos, con las manos atadas en una silla, al igual que los pies. Alejado de cualquier objeto cortante. En ese momento estaba yo sola con Jeff, que me miraba con ojos asesinos por no liberarle. Todos estaban afilando armas o intentando prepararse para cualquier evento.

No comprendía, no llegaba a entender por qué había ocurrido eso. Mi cabeza estaba llena de dudas y preocupación. ¿Por qué tardaban tanto? ¿Qué le había ocurrido?

    —Libérame.

La voz de Jeff me sobresaltó. Su gesto era serio, a pesar de su sonrisa eterna.

    —Jeff... ¿Tú la quieres?

Me miró, con los ojos muy abiertos, más si cabe, ya que él no tiene párpados. Una risa escapó de su garganta y unos diminutos escalofríos comenzaron a recorrer mi espalda.

    —No.

Fue toda su respuesta, pero la dijo en un tono tan frío y serio que me estremecí.

    —¿Entonces por qué haces eso?

Lo pensó por unos segundos, mirando al infinito, para después hablar, con voz grave.

    —¿En verdad crees que yo puedo amar? —Nuestras miradas se cruzaron—. Si crees eso es que eres una necia. Soy un asesino, maldita sea. Mato por placer, porque me gusta arrebatarle la vida a la gente, por que es lo único que me alivia. Ver morir a mis víctima, para eso es para lo único que vivo. Vivo para hacerles sufrir y eso es lo único que amo. Ella simplemente me pertenece. Me pertenece tanto como mi cuchillo, y yo no le dejo a nadie que toque mi cuchillo, a menos que sea para morir. Me pertenece tanto como mi ropa, es mía, y sólo yo puedo tocarla, hacerla daño o darle placer. Sólo yo.

Me descubrí temblando, con las manos sudorosas y el miedo metido debajo de la piel. Era horrible, pensaba en ella como un mero objeto. ¿En verdad sólo podría sentir eso?

Las cálidas manos de Hoody me levantaron del sofá, alejándome de Jeff, que quedó en silencio.

    —¿Estás bien?

    —Yo.. yo...

    —Tranquila.

    —¿Tú también piensas eso?

No llevaba la cara cubierta y pude ver sus preciosos ojos verdes.

    —Jeff no está bien de la cabeza. Se volvió loco. —Alzó una de sus mano y rozó mi mejilla—. Yo no creo que seas un objeto. Yo trabajo para Slenderman, al igual que Masky. Matar no es un placer para mí, para tampoco es una desgracia. Haré todo lo que Slenderman me ordene y si matar es lo que me ordena lo haré sin dudarlo, aunque seas tú a la que tenga que matar. Masky y yo no estamos locos como Jeff, ni somos bipolares como Toby, somos proxys. Eso es lo que nos hace diferentes.

Pronto las lágrimas salieron disparadas. ¿Por qué eran tan crueles? Hoody me atrajo hacia él, abrazándome con gesto tierno, dejando que reposase mi cara sobre su hombro. Besó mi pelo y bajó sus labios a mi oído.

    —Pero yo sí que te quiero.

Mi corazón saltó, y mis brazos rápidamente rodearon su cuello. Con ojos aún llorosos le miré, tenía la cara ligeramente sonrojada, y sus ojos brillaban con fuerza y determinación.

    —¿De verdad? —asintió.

Llevó su mano hasta mi mentón, alzándolo al mismo tiempo que acariciaba mi piel. Con otra mano jugaba con las puntas de mi pelo, enredándolo en sus dedos. Fue acercando mi rostro al suyo, y conforme las distancia se hacía más pequeña su sonrojo iba aumentando. Finalmente nuestros labios se rozaron. Eran cálidos y dulces. Jugosos, y besaban con mucho cariño, con cuidado, como si tuviera miedo de que de un momento a otro me fuese a romper. Correspondí a su beso, abrazándome más fuerte a él, haciendo que nuestros cuerpos se pegaran más.

    —Ejem.

Nos separamos, como si una corriente eléctrica nos hubiese atravesado. En el marco de la puerta estaba Nina y nos observaba con un gesto a medio camino entre desaprobador y divertido. Fue hasta el salón, donde estaba Jeff atado y pronto escuchamos los gritos de Jeff ordenando a Nina que lo desatase.

    —Suéltame, soy tu maestro.

    —Jeff, me da mucho más miedo Slender. Además, eso es lo que quiere Jane, quiere que vayas a por ella para que luchéis.

    —Sabes que puedo vencerla fácilmente.

    —Sí, pero también sé que estás demasiado alterado para hacerlo bien. Si te soltamos ahora te herirá demasiado y Lara no está aquí para curarte.

    —He sobrevivido durante seis años sin tener a nadie que cure mis heridas, no me pasará nada.

    —No Jeff. Me prometiste que no me dejarías sola. —Nina agachó la cabeza, intentado evadir la mirada de Jeff. —Me prometiste que no me abandonarías como lo hiciste con Jane. Por eso ella te persigue.

Jeff calló, y dejó de forcejear con las cuerdas, dejando a Nina marchar.


                                                                                                     ***


El hombre ando por varios minutos por el bosque conmigo en brazos. Llevaba la cara tapada por una gruesa bufanda negra y blanca. En mi regazo seguía Grinny cat, dejándose acariciar el lomo.

Estaba muy mareada, había perdido bastante sangre, y tenía miedo de que Jane nos encontrase.

No sabía si ese hombre era un amigo o un enemigo, por el momento parecía que no tenía nada en contra mía.

Siguió caminando conmigo en brazos durante otros veinte minutos hasta que llegamos a una cabaña. Estaba hecha de madera, medio desvencijada. Por fuera tenía las paredes llenas de musgo y humedades. Abrió la puerta de una patada y me depositó en una silla. Grinny cat bajó de mis piernas y comenzó a seguir al hombre que me había cargado. Se apoyó en una silla cercana y se sentó enfrente de mí.

    —¿Cómo te llamas?

Su voz era profunda, grave y algo ronca. Fue quitando su bufanda, dejando así su rostro al descubierto. Tenía unos profundos ojos verdes, que mostraban la tristeza que lo consumía por dentro. Su pelo castaño tapaba en gran medida su cara, ocultando así las múltiples cicatrices que tenía. Una de ellas, la más visible, era un corte, intentando continuar la sonrisa en ambas comisuras. Pero esa herida había sido cerrada, dejando ahora una delicada línea de color rosado.

    —Me llamo Lara.

Asintió, y levantándose hacia mí me cogió por la manos y enrollo una cuerda en ellas.

    —Yo soy Liu, el hermano de Jeff.

    —Lo sé. —Paró por unos momentos y me miró atentamente.

    —Tienes la oportunidad de decirme dónde se encuentra Jeff y no sufrirás ningún daño.

    —Lo siento, pero no puedo decirle a nadie donde está Jeff.

Liu se encogió de hombros, se sobó el puño y segundos después me atizó en la boca.

    —Entonces habrá que hacerlo a mi manera.

Slave of Creepypastas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora