Chapter 19.

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Íbamos repartidos en dos coches, en uno íbamos Masky, Hoody, Laughning Jack y yo. En el otro coche iban Jeff y Nina, que se habían puesto gafas de Sol y mascarillas para tapar sus cicatrices. Condujeron durante unas dos horas, intentando alejarse los máximo posible de las zonas a las que yo solía ir para evitar que me encontrase con conocidos.

Finalmente llegamos a un centro comercial enorme y donde Cristo perdió la chancla. Tenía un supermercado y varias tiendas de ropa, así como joyerías, tiendas de accesorios, de cosméticos, electrónica y hasta una tienda dedicada a artículos de caza. Al lado de este gran centro comercial había dos almacenes de muebles.

Primero fuimos todos a hacer la compra, comprábamos en cantidades exageradas, así que necesitamos varios carritos para llevar las cosas. Los chicos añadieron muchas cosas que yo dudaba fueran a utilizar en realidad, tales como preservativos, y otros que dudaba que llegaran enteros a casa, como cervezas, patatas fritas y algún que otro dulce.

    —¿Cuál es el sentido de que compren preservativos? No creo que mucha gente se animase con ellos.

    —Los muertos también transmiten enfermedades —me susurró Laughing Jack. Me giré, asqueada y no era capaz de decir si lo decía de verdad o de mentira. 

Fuimos a ver algunos muebles, compramos unas cuantas estanterías, alfombrillas para el baño y más toallas. Muchísimas toallas. También compramos algunos posters que me gustaban, uno era un poster de la película "Pesadilla antes de Navidad" en la que salía Jack Skeleton en una colina cantando. Con ese poster hubo bastante jaleo ya que Jeff, Masky y Hoody no paraban de decir que les recordaba Slender y que ellos no querrían dormir delante de algo que se pareciese tanto a Slender. También cogí una lámina en la que estaba dibujado un bosque bañado por la luz de la luna en el que Nina y yo coincidimos que era terriblemente hermoso y misterioso.

Llené medio carro de libros nuevos que quería leerme y estanterías para poder guardar esos libros, una mesilla de noche y una lámpara para el escritorio con forma de tortuga, simplemente porque hubiese sido la típica estupidez que no me hubiese comprado si hubiese ido con mi familia.

Cuando por fin terminamos de comprar muebles y decoración para mi habitación, Nina echó literalmente a los chicos, permitiendo solo quedarse a Hoody y Jeff para cargar las bolsas.

Recorrimos todas las tiendas, y Nina me hizo probar todas las prendas de cada tienda mientras espantaba a los chicos y los obligaba a quedarse fuera de la tienda para que pudiésemos hablar.

En el fondo me daba penita que estuvieran esperando por nosotras y Nina les obligase a alejarse. Por un momento miré a Jeff, no cabía ninguna duda que estaba harto y cansado y en sus ojos se podía leer: "No puedo mataros a vosotras, niñas molestas, pero pienso matar a otras niñas molestas en cuanto pueda y pensaré que sois vosotras". Me estremecí, Jeff se giró, dándose cuenta de que le estaba observando. Rápidamente bajé la mirada. Nina me cogió por el brazo y me arrastró hasta otra tienda.

    —¿Qué te pasa? Estás muy roja. —Me miró fijamente y sonrió de forma malévola. —¿Qué te pasa con Jeff? Te quedas mirándolo como una idiota, al final se va a dar cuenta.

    —¿Cuenta de qué? —Me sobresalté y mis mejillas se encendieron todavía más.

    —No te hagas la tonta conmigo. A ti te gusta Jeff, jaja, y si sigues mirándolo así se va a dar cuenta.

    —¿Así cómo? —Intenté hacerme la idiota. No me costaba mucho.

    —Pues como lo estas mirando ahora mismo, jajajaja, límpiate la baba.

    —No me gusta Jeff. Es un borde y un maleducado. —Le  miré por el rabillo del ojo, tenía las manos metidas en su sudadera, las movía como jugando con algo. Su cuchillo, supuse.

    —Ya sé que es un borde y un maleducado. También es bipolar, completamente inestable, cínico, egocéntrico, cabezota, retorcido... Pero aún así a todas les gusta. Es mi maestro al fin y al cabo, y es el más hermoso.

    —Bueno tampoco le conocen.

    —Oh, y que den gracias. No hay cosa que más odie que las fans.

    —¿Por qué? Si lo adoran.

    —Por eso mismo. Es un asesino, él no quiere que lo adoren, quiere que lo teman. No quiere ver adoración en los ojos de sus víctimas, quiere ver miedo y súplica. —Mirándolo así, tenía razón. Era normal que Jeff se enfadase, él era un asesino, y lo que los asesinos más aman es el terror que provocan en sus víctimas—. Lo único que Jeff odia más que las fans, son los relatos yaoi que hay sobre él.

Ambas reímos a carcajada limpia mientras que por unos segundos mirábamos a Jeff, mientras esté se colocaba un mechón de pelo para que le cayese sobre los ojos.

    —Pero ¿por qué le molesta tanto?

    —Bueno, digamos que Jeff se considera muy macho machote. Le gustan las chicas aun que muy pocas hayan estado con él. Por no decir que prácticamente ninguna. Pero supongo, que dentro de la relación que tiene con su mano derecha... pensará en alguna chica bonita mutilada sin piedad por él.

    —Dios, que perturbador... —Un escalofrío me recorrió la espalda. Desde luego era una visión terrible, pero la imagen permanecía en mi cabeza como témpera indeleble—. Bueno, supongo que tengo suerte de que no se vaya a fijar en mí nunca—. sonreí levemente. En mi interior sabía con total certeza que Jeff jamás sentiría amor hacia nadie, jamás. Pero en otra parte de mi interior algo se marchitaba pensando que en efecto jamás se fijaría en mí, ni él ni nadie, ya que viviendo rodeada de asesinos no podría tener vida propia. Condenada a vivir una vida que no era mía, en la que lo único que podría hacer sería ser la esclava de los Creepypastas. No podría terminar la carrera, no podría trabajar en ninguno de los trabajos que yo pensaba que me harían feliz. No podría tener pareja, ni siquiera volver a enamorarme. Y algo que me dolió profundamente, nunca tendría hijos. Siempre quise saber que se sentía al tener a tu propio hijo y verlo crecer y madurar, pero... ¿Cómo iba a tener un hijo entre todos esos asesinos? Un gran vacío llenó mi estomago, por un momento me sentí mareada y con nauseas. Nina se fue a por más ropa y yo aproveché y fui al baño de la tienda. Me miré en el espejo y estaba pálida. Las nauseas aún persistían. Eché agua sobre mi cuello, ya que me daba pánico estropear el gran trabajo de Nina, pero el malestar no se iba.

Los ojos me escocían y grandes lágrimas se escapaban de ellos, haciéndome imposible pararlas. Me encerré en una de las cabinas y lloré en silencio durante un momento.

Al poco rato conseguí tranquilizarme, sequé mis lágrimas y soné mi nariz. Alivié el calor de mis hinchados ojos con un poco de agua fría, limpié el maquillaje todo corrido y salí del baño. Busqué con la mirada a Nina, seguro que estaba preocupada, hasta que algo me llamó la atención.

    —¿Lara? —me giré, y mis tripas bajaron hasta mis pies y subieron a toda velocidad.

    —¿Sarah?

Slave of Creepypastas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora