Slave of Creepypastas.

Chapter 7.

De la ventana bajó Jeff, con un papelito en la mano y la sudadera llena de sangre. Me miró durante unos segundos y agitó la notita en el aire. No puede ser... ¿está loco? ¡ESTÁ REMATADAMENTE LOCO!

Por un momento Laughing Jack nos miró a ambos, y una risa sorda salió de su garganta. Se rio tanto y por tanto rato que por momentos se iba poniendo rojo, y cada vez que su risa iba disminuyendo él me miraba y volvía a reírse como un auténtico psicópata. Mi cara debía ser un cuadro.

Los ruidos de mi habitación llamaron la atención de mi madre que tocó mi puerta.

    —Hija, ¿estás bien? Voy a entrar.

NO, si entraba encontraría a Jeff. Laughing no me preocupaba, él me aseguró que no le vería nadie que él no quisiera. Agarré a Jeff de la mano, alce la manta y lo oculté con las sábanas. Escuché la puerta abrirse y me dejé caer encima de él como si fuera mi almohada.

    —¿Sí, mamá?

    —¿Estás bien? Escuché ruidos en tu habitación.

    —¿Ruidos? ¿Qué ruidos? Mamá, ¿por qué no te echas un rato en la cama y descansas tu también?—Me miró extrañada, miró el bulto sobre el que estaba sentada y yo empecé a sudar.

    —¿Qué haces con las almohadas? Retíralas antes de dormir o te vas a cocinar dentro de la cama.

    —Sí, tranquila, las quito ahora.

    —¿Quieres que te ayude? —Se acercó a mi cama y cogió lo que yo creí era el pie de Jeff tapado por las sábanas y la manta. Cogí sus manos haciendo que soltase el pie de Jeff y la abracé.

    —Yo lo hago mamá, no te preocupes. Te eché muchísimo de menos. —Nos separamos. A mi madre se le empezaron a poner los ojos vidriosos, se los frotó y me dio un beso en la frente.

    —Descansa cariño —dijo mientras se acercaba a la puerta.

    —Tú también. —Sonreí, y mantuve la sonrisa hasta que mi madre se fue, cerró la puerta y la escuché alejarse.

Lancé un suspiro al aire y las sábanas empezaron a moverse. De ellas salió Jeff con la cara ardiendo por haber estado tanto tiempo bajo las sábanas intentando recuperar la respiración.

Laughing Jack reapareció y nos miró a ambos con una sonrisa entre pícara y divertida. Volvió a reírse como un loco.

    —Jeff me toca a mi cuidarla. ¿Qué haces aquí?

Jeff se giró hacia mi, me zarandeó la nota en la cara e hizo un amago de sonrisa, como su sonrisa es eterna simplemente sus ojos se achinaron un poco. Era extraño verlo así. Él era alto, me sacaba como una cabeza y media. Su sudadera manchada de sangre le daba un aspecto macabro y seductor al mismo tiempo. Espera, la sangre, miré mi cama. Las sábanas tenían manchas rosadas por haber metido a Jeff en la cama con la sudadera llena de sangre.

    —!Ay dios! —Jeff miró la cama y se empezó a reír por lo bajo.—Ni puta gracia... —dije molesta lanzándoles a ambos una mirada asesina.

    —Si que la tiene —dijo Jeff.

    —¿Qué quieres?

    —Leí tu nota. —Se apoyó en mi escritorio y empezó a ojear mis apuntes y dibujos. Cuando se dio por satisfecho comenzó a ojear mis libros, cogió uno de mis libros favoritos "El Hobbit" De J.R.R Tolkien.

    —¿Y? —Me acerqué y le quité el libro de las manos. —Ni se te ocurra tocar mis libros con esas manos llenas de sangre.

    —Tocare los que yo quiera —me desafió y alargó la mano para coger otro libro, esta vez "La ciudad de las bestias" de Isabel Allende.