Capítulo II

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    —De acuerdo...

Instantáneamente me relajé y en los labios de Ben afloró una sonrisa de satisfacción. Habíamos estado realmente nerviosos por la respuesta de Lost Silver pero, al final, tanto trabajo investigándole había dado sus frutos.

    —Bien, podrás instalarte en cualquier momento.

    —¿Qué tal ya? —dijo Ben mientras empujaba a los Unowns para ponerse al lado de Lost, éste simplemente asintió. Ambos desaparecieron, dado que son fantasmas, y me volvieron a dejar solo.

Me senté en mi sofá, aliviado porque todo hubiera salido bien. Volví a extender mis sentidos por toda la casa y parte del bosque. Todo parecía en calma, salvo por aquellos que estaban a punto de salir a matar y Jeff, que seguía encerrado en esa oscura habitación.

Nada más encontrar a Lara, Jane escapó. Pero para su desgracia Jeff era más rápido y estaba muy molesto. La atrapó y desde entonces se convirtió en el juguete de Jeff. La torturaba sin descanso, cada vez que se aburría. Cada vez que algo le sale mal, o que simplemente discute conmigo por no querer decirle dónde está Lara; baja y comienza su juego peculiar. Él no es el único, a veces también bajan Nina y Masky, incluso Toby. El clima en la casa no es bueno, todos quieren que vuelva y todos están muy enfadados con Jane y conmigo.

He de confesar que a veces yo también me he sentido tentado a bajar y hacerle una visita a Jane. 

Centré mis sentidos en Jeff y Jane, no podía saber las palabras o acciones exactas que utilizaban, pero sí que podía intuirlo. Permanecí unos segundos en espera, la habitación no albergaba ninguna emoción o sentimiento, por el momento. Pero pronto el dolor y la diversión comenzaron a llenarla. Jeff cambió rápidamente la sensación de diversión por la de enfado y otra vez por la de diversión. Eso era algo muy común en él, él era muy voluble. Capaz de estar completamente sereno y en calma, y al momento siguiente clavarte su cuchillo en la espalda o reír a carcajadas. Su actitud completamente neurótica y desequilibrada en numerosas ocasiones había causados grandes problemas, no sólo de convivencia, si no también en el desempeño de las misiones de sus compañeros. Pero nadie vive en esta casa sin ser de utilidad. Para ser un simple humano, Jeff era excepcional. Su fortaleza física era increíble, y superaba con un éxito absoluto cualquier misión que se le impusiera. Matar era su afición, aunque él lo trataba como si fuese su trabajo. Se consideraba a sí mismo un artista y cada crimen para él era una obra de arte, siendo él mismo la obra suprema de su colección.

A veces venía a mi despacho, deprimido, quejándose de que no sería capaz de reproducir una obra tan hermosa como él mismo. Eso, unido a su mente desquiciada, hacía que tuviera multitud de brotes psicóticos en los que ignoraba por completo mis órdenes e incluso era capaz de herir a sus propios compañeros. Jeff era un arma peligrosa, potencialmente mortífera, fue creado para matar y sembrar pánico. Eso es lo que le hace tan increíblemente apto para mis misiones, pero también lo hace increíblemente difícil de dirigir y controlar.

Siguió torturando a Jane por unos cuantos minutos más mientras el enfado comenzaba a vencer a la diversión. Tan repentinamente como empezó, paró y abandonó la habitación mientras mi nombre comenzaba a llenar sus pensamientos. No tardé demasiado en escuchar los pasos fuertes y furiosos de Jeff. Con un suspiro me preparé para la más que obvia discusión en la que ese chico me iba a involucrar. No se molestó en tocar la puerta, de una patada la abrió mientras que yo con mis tentáculos intentaba evitar que se desencajara de su sitio.

    —Jeff, ya lo hemos hablado mil veces. No te voy a decir donde está.

    —Dímelo pedazo de mierda.

    —Ten un poco de respeto hacia tus superiores. —Extendí uno de mis tentáculos hacía él al mismo tiempo que intentaba abalanzarse sobre mí. Sus ataques de cólera eran todos iguales, siempre intentaba agredir a alguien, la mayoría de las veces a mí, ya que yo era el que sabía donde estaba Lara y no quería decirlo. En algunas ocasiones había maltratado a Nina, ya que ella es su pupila, o había intentando pelearse con Masky o Toby, dos personas que también tuvieron una relación muy estrecha con ella.

Comenzó a dar patadas y mandobles en el aire, con una sola mano alcanzó el cuchillo que llevaba en el bolsillo de su sudadera y lo intentó clavar en uno de mis tentáculos. No acertó, pero aún así siguió probando suerte hasta que consiguiera herirme. Cansado de discutir con él, y andar esquivando sus ataques e insultos, introduce uno de mis tentáculos en su cabeza, dejándolo inconsciente.

Cagué con él hasta la habitación de Lara. Desde que la oculté Jeff iba a su cuarto y se acostaba en su cama, para no olvidar el olor de su bien robado, como un dragón guardando un tesoro. Cuidaba que sus cosas siguieran en su sitio e incluso dejaba pequeños regalos en su escritorio. Jeff no quería reconocerlo, pero yo bien sabía por qué lo hacía. Desde la noche que pasaron Masky y ella juntos Jeff había tenido miedo de que se la quitaran por completo. A su modo de ver las cosas, ella ya le pertenecía, era de su propiedad desde el primer momento en que la vio. Pero, ¿y si al final ella decidía que no quería estar con él? Sabía que no podría secuestrarla o robarla, yo mismo me encargaría de que si en algún momento regresaba, no se separaría de mí y yo aseguraría su bienestar. Por eso Jeff había comenzado a actuar como una persona normal. No era que él realmente sintiera que quería hacer aquellos gestos, pero si a Masky le habían funcionado, no encontraba ninguna razón para que con él no funcionasen.

También Masky y Toby visitaban su habitación, pero eran rápidamente echados, entre gritos y golpes por Jeff y éste rara vez permitía que se quedasen dormidos en la cama. Nina, en ocasiones esporádicas había tomado prestada alguna ropa de Lara, con el consiguiente enfado de Jeff.

Lo deposité con cuidado en la cama mientras que con los tentáculos quitaba sus zapatos y  tapé sus ojos sin párpados con las sábanas que aún conservaban el olor de ella. Su respiración se volvió pesada mientras que le daban pequeños espasmos en las piernas, señal de que estaba completamente dormido. Me retiré de la cama y lo observé por unos momentos mientras me apoyaba en el marco de la puerta.

Él no era el único que la echaba de menos.

Slave of Creepypastas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora