Capítulo XX.

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Permanecimos en silencio,  mirándonos a los ojos. No me atrevía a moverme. Pensaba que si veía el más ligero temblor en mi cuerpo, se abalanzaría sobre mí y me mataría.

Intenté mantener mi respiración serena, no demostrar el temor que me provocaba. Pero en realidad la persona que ocultaba su rostro tras la máscara sabía muy bien que en parte estaba paralizada por el miedo.

Comenzó a moverse y con la espalda ligeramente encorvada dio un par de pasos hacia mi, bajando su cuchillo hasta finalmente guardarlo en el bolsillo de su chaqueta azul.

    —No debes temerme —su voz lo delataba. Se estaba divirtiendo, quizás al verme a mi paralizada por el pánico, o quizás le divertía lo que su retorcida mente imaginaba. Continué en silencio, temerosa de responder y dar una contestación poco adecuada. Mientras mi mente se preguntaba a gritos el porqué de que todos los locos del mundo estuviesen concentrados en este pueblo de mierda.

    —Pareces un cachorrillo asustado —continuó hablando, acercándose a mí hasta que, en una de sus vueltas alrededor de mí, su brazo rozó mi espalda. Lo cual me puso en alerta al instante y di un pequeño salto, sintiendo todos mis músculos en tensión y el corazón latirme a mil por hora—. Te he dicho que no debes temerme.

Alzó sus manos, las cuales estaban protegidas por unos guantes de piel negra. Las posó sobre mi cara, y llevando los pulgares a la comisura de mis labios me obligó a sonreír. Inmediatamente fruncí el ceño, ¿qué cojones estaba pasando? Ligeramente amortiguada por la máscara escuché una risa seguida de una voz, que se mostraba feliz.

    —Vendrás conmigo. —Negué, mientras mis ojos le miraban con pánico. ¿A dónde quería llevarme? Y los más importante, ¿para qué? Si de verdad pensaba que me iba a comportar como los corderos que llevan al matadero, estaba muy equivocado. Con ambas manos le di un fuerte golpe en el pecho, echándolo para atrás mientras me alejaba de él con pasos algo indecisos, ya que no quería darle la espalda y, así, una oportunidad para acabar conmigo.

Pero simplemente reposó las manos a ambos lados de su cuerpo y me observó. Por un momento creí que no sólo él estaba sonriendo tras la máscara, si no que la propia máscara comenzaba a sonreír de una forma macabra.

Haciendo por fin caso a mi cerebro y mis piernas, eché a correr, sorteando los árboles y las rocas que se iban interponiendo en mi camino. Cualquier cosa me parecía ruidosa, todo a mi alrededor en aquél momento me parecía peligroso y amenazante. Pero no podía dejar de correr.

Constantemente escuchaba a mis espaldas los pasos tranquilos de quien me perseguía. Pero llegó un momento en el que mi cuerpo me obligó a parar. Me costaba respirar, fruto del cansancio, y me encontraba bastante mareada. Apoyé mi espalda contra el tronco de un árbol e intenté recuperar el ritmo normal de mi respiración.

Una mano fría, con un tacto extraño se cernió sobre mi cuello y comenzó a apretarlo. Lo hacía con tanta fuerza que incluso pudo levantarme unos centímetros del suelo. El cielo permanecía oscuro, y las nubes tapaban el Sol que ahora apenas era una línea en el horizonte. Mientras corría había caído la noche y ahora no había luz en el bosque que pudiese iluminar la cara de mi agresor.

Con una mano intenté aflojar su agarre, mientras que con la otra buscaba algo, cualquier cosa con la que pudiese golpearlo y así poder huir. Pero nada había alrededor. Las ramas que era capaz de alcanzar estaban fuertemente ancladas a sus árboles y no hacía más que pincharme las manos con las agujas de los pinos. 

La Luna salió, dejando caer un pequeño rayo de luz, lo necesario para poder ver con mayor claridad. Sin embargo mi vista comenzaba a nublarse y escuchaba un fuerte pitido en los oídos. Desesperada intenté abrir la boca para poder respirar, pero era inútil. Su agarre se hacía cada vez más fuerte y mis fuerzas iban disminuyendo.

Pero mis oídos, a parte del horrible pitido, consiguieron diferenciar otro sonido. Un grito.

Pero no un grito cualquiera, un grito de dolor. Abrí los ojos como buenamente pude y en menos de un segundo tuve que volver a cerrarlos. Mi cuerpo cayó a plomo al suelo, y pronto me encontré dando grandes bocanadas de aire. Con la espalda contra el suelo, incapaz de levantarme. Mi corazón latía furioso contra mi pecho y era capaz de sentir cómo la sangre se bombeaba con fuerza hasta mi cabeza. Quería incorporarme, levantarme y ver qué pasaba a mi alrededor. Los gritos no paraban de escucharse y conforme yo iba recuperando el aliento los escuchaba más y más fuertes.

Finalmente pude levantarme y observar lo que ocurría a escasos metros de mi.

La chaqueta azul de mi atacante era ahora completamente roja y no paraba de imprimir en el suelo un fino camino de gotas de sangre. Su máscara estaba rota y dejaba al descubierto sus labios, que ahora no sonreían y por un momento creí ver a sus espaldas otra persona. Bueno, más que una persona, parecía el reflejo de una. Era completamente gris y sus ojos amarillos brillaban con fuerza. Pero tan fugazmente como lo vi, desapareció.

Giré ligeramente la cabeza, para averiguar qué era aquello que había destrozado en tan poco tiempo al chico de la máscara. Pero justo cuando lo vi un escalofrió recorrió mi espalda e instintivamente me escondí tras uno de los árboles cercanos.

Encorvado, con la ropa llena de sangre, tanto suya como de su adversario se encontraba un hombre. O por lo menos eso parecía. Uno de sus ojos brillaba rojo, como si en él existiese una gran hoguera. La Luna lo enfocaba parcialmente y dejaba que se viese ligeramente su boca, una gran sonrisa que era incapaz de no mirar, pero conforme más la observabas más siniestra me parecía. Era estúpido, pero, se me hacía familiar, había algo en sus movimientos que me recordaba a alguien, peor no sabía quién. Seguí temblando, escondida tras los árboles y sintiendo mis piernas débiles.

No recuerdo qué más ocurrió con esos dos sujetos. Lo último que recuerdo es que la cabeza comenzó a dolerme y que al día siguiente me despertó la luz y la humedad del bosque.

Slave of Creepypastas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora