Capítulo XIII

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Con aquél beso, mi corazón comenzó a latir con fuerza, haciéndolo de una manera tan fuerte que pensé que sería capaz de salir y atravesar mi esternón. Mis mejillas se encendieron y cuando finalmente separó sus labios de mi piel y me dirigió una mirada cómplice, un recuerdo fugaz, recorrió mi mente. Aunque, quizás no fuese un recuerdo. Quizás sólo fuese un deseo, una elucubración de mi mente. Pero era tan nítido, tan claro, hacía falta tan poca voluntad para continuarlo que por un momento creí recuperar parte de mis recuerdos.

La imagen de esas manos recorriendo mi cuerpo, intentando dejar sobre mi piel sus dedos grabados. La sensación de sus labios por mi cuello y los susurros de palabras hermosas que me hacían sentir más humana conforme  todo avanzaba.

Volví a la realidad a regañadientes, siendo consciente de mi sonrojo y el temblor de mis rodillas.

Poco más charlamos, apenas unos minutos. Tim pagó las bebidas y me acompañó hasta mi casa en un viaje increíblemente tranquilo. Libre de miradas desde la oscuridad y sombras perseguidoras. Ya en el  portal de mi casa se despidió, deslizando en mi mano un papelito con su número de teléfono y en mi mejilla el suave roce de sus labios.



                                                                                 ***



Desde hacía unas horas la oscuridad de la noche lo bañaba todo. Dentro de la casa se podía escuchar casi a la perfección el ruido de las alimañas, el ulular de los búhos y el suave rumor del viento.

La casa estaba en calma, casi todos habían salido a matar y los pocos que se habían quedado esperaban tranquilos en el salón, viendo la televisión o dedicando su tiempo libre a sus actividades favoritas. En el comedor Sally intentaba volver loco a Toby, mientras la mente de este volaba por la ventana, buscando un poco de consuelo en el recuerdo de su última amiga, ahora apartada de nosotros. Y en la cocina estaba Eyeless, decidido a acabar con todas nuestras reservas de riñones para su consumo. En el sótano, consumido por sus ya más que conocidos pensamientos macabros, estaba Jeff.

Pero mis pensamientos no estaban dedicados esta vez a él, algo más amenazante y perturbador rondaba mi mente, incesante y sin descanso. No me molesté en agitar la cabeza, intentando hacer volar aquellas preocupaciones, sabía que no valdría la pena. Decidí levantarme, mientras de tanto en cuando sondeaba los alrededores. Mis sentidos no detectaban nada extraño cerca de la casa, pero algo, una diminuta voz en el fondo de mi cabeza gritaba con todas sus fuerzas, intentando moverme hasta una parcela oscura del bosque.

Salí por la puerta, sin mediar palabra, sin dirigir mi rostro sin rasgos a un incauto Eyeless que masticaba riñones por el pasillo aún con ambas manos ocupadas.

Era capaz de sentir la fría brisa de aquella noche, hacía escasas horas había lloviznado por esta parte del bosque y el aire así traía un pequeño deje de humedad.

Olía a mi preciado bosque, a madera mojada. Y olía también a noche, un olor indescriptible que activaba cada fibra de mi cuerpo.

Me dirigí con pasos largos y decididos a lo más profundo del bosque, extendiendo mis sentidos para así poder ver más allá de lo que cualquier par de ojos podrían haber visto jamás. En una rama a unos cinco metros de mí una pequeña lechuza observaba atentamente el suelo, buscando alguna presa. El bosque, ahora lleno de actividad tras la caída del ocaso, no dejaba de mandarme señales. Podía sentir miles de pasos a mi alrededor, cada uno diferente del otro, pero unos pasos en particular me llamaban la atención. Seguí la dirección que mis sentidos marcaban y otra vez esa pequeña, pero molesta voz no hacía más que gritar, una y otra vez. Alertándome de que algo andaba cerca, algo horrible, incluso para mi.

Pocas cosas son las que escapan a mi alcance. Pocas cosas escapan a mi mirada carente de ojos, y pocas cosas escapan a mi poder. Pero pronto me di cuenta del porqué de esa voz de alarma. Comencé a experimentar un olor nauseabundo, un olor que a cualquier persona habría hecho vomitar. Pero a mi no me afectaba, a mi ninguna sensación tenía el poder de causarme el menor perjuicio.

Giré mi rostro aún más blanquecino bajo la intensa luz de la luna, que ahora brillaba libre de la barrera que cualquier nube pudiera ofrecer. Y lo vi. Su esencia pronto se hizo familiar a mis tentáculos que lo sondeaban todo, pero por muy familiar que se volviese, jamás podría olvidar lo siniestro y mórbido de ésta.

Tan sólo dos palabras, dos palabras resonaban en mi cabeza, haciendo que me olvidase por completo de mis problemas más recientes. Algo, mucho más grande y horrible se cernía sobre nosotros.

Seed Eater.

Slave of Creepypastas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora