Chapter 16.

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Eran las cinco de la mañana, Toby y yo estábamos solos en el salón, viendo la tele. Decidí quedarme despierta para acostumbrarme al horario de la casa. No quería estar sola durante toda la mañana, mientras los demás dormían.

Las cinco y media, se me escapó un bostezo y me estiré perezosa. Toby seguía tirado en el sofá de al lado, mirando con gesto aburrido el televisor. Me levanté, sentía mi cuerpo terriblemente pesado. El sonido de la puerta abriéndose me despertó, me levanté y me asomé. Acababan de llegar Eyeless y Jeff. Volví al salón y recogí mis zapatillas, Toby se levantó y fue al recibidor.

    —¿Qué tal nenita? ¿Me lavaste los calzones Toby?

Fui hasta el recibidor para subir a la planta de arriba. Toby escuchó el comentario y lo ignoró, sonrió levemente y cuando pasé por su lado me agarró por la cintura, me atrajo hacia él y junto sus labios con los míos.

No sabía qué hacer, intenté separarme, pero me apretó más fuerte contra él. Sus labios eran cálidos y me besaban con ternura, aunque dejaba entrever algo de pasión. Con una sola mano acarició mi espalda con ternura, se separó un poco de mí y me colocó un mechón de pelo al mismo tiempo que sonreía.

    —Buenas noches. —Subió las escaleras y desapareció.

Jeff tenía los ojos a punto de salir de sus cuencas, más de lo normal, con una expresión de incredulidad y rabia. Me miró con desprecio y fue hacia la cocina. Eyeless se rio por lo bajo, encogió los hombros y antes de subir las escaleras tocó mi barbilla para luego revolver mi pelo.

No sabía por qué Toby había hecho eso, supuse que para fastidiar a Jeff. Me acerqué a la cocina, Jeff estaba sentado en una de las sillas jugando con su cuchillo, preparé rápidamente la masa de los gofres de Sally y me giré para ver a Jeff. Seguía absorto, miraba al infinito con un deje aburrido. Su ropa estaba llena de sangre, tenía un pequeño corte en el pómulo, apenas un rasguño.

    —Te hiciste una herida. —Siguió sin mirarme. Parecía realmente molesto por lo de Toby. Se giró lentamente. Su mirada era fría y vacía de toda sensación.

    —Te gustó. ¿Verdad?

    —¿De qué hablas?

Se levantó bruscamente y me acorraló contra la encimera.

    —Jeff ¿qué más te da? ¿Tan mal te sienta que Toby te tome el pelo?  —Se quedó por un momento descolocado, como si no se hubiese esperado aquél comentario. Yo aproveché su desconcierto y escapé—. Tienes macarrones con queso en la nevera. Buenas noches. —Le di un rápido beso en la cicatriz que surcaba su mejilla intentando aplacar su ira, y me fui a mi habitación.

«¿Por qué Jeff es así? Siempre se mete con Toby, es normal que él luego le dé un poco de su propia medicina. También se mete mucho conmigo».

Los pensamientos se arremolinaban en mi cabeza, e imágenes de las veces que Jeff me había atrapado pasaban fugaces por mi mente.

«Quizás sea porque tiene un ego desmedido. Seguramente en su cabeza sea incapaz de comprender porqué no le rendimos pleitesía constante si es el más "hermoso". Qué si que está muy bien, sobre todo si verle el ojo en la conjuntivitis no te perturba, pero...».

Sus besos eran siempre agresivos y apasionados. Toby me había besado con tanta ternura que parecía mentira que fuera un asesino.

Sacudí mi cabeza intentando alejar esos pensamientos de mí. Al abrir la puerta una bola de pelo gris levantó la cabeza. Era Smile, estaba tumbado en mi cama, con el morro planchado debido al tiempo que llevaba durmiendo, aplastando su hocico contra mi almohada. Volvió a tumbarse y se quedó dormido de nuevo.

Me puse la camiseta de Jeff y me metí perezosa entra las sábanas frías, excepto en la parte en la que Smile estaba tumbado. Me hice una bolita y me quedé dormida pensando en el beso de Toby.


A la mañana siguiente un fuerte golpe en mi estómago me despertó. Abrí los ojos con fuerza y casi sin respiración. Encima de mí estaba Sally resplandeciente y con la palabra gofres escrita en su linda cara de niña muerta. A su lado estaba Toby tirado en el suelo mirándome con ojos aún legañosos y cara de haber sido despertado de una forma similar.

Miré el reloj y eran las tres de la tarde. Los eché de la habitación mientras me daba una ducha para desperezarme y me vestía con algo que tapase más que la camisa de Jeff.

Bajé a la cocina y estaban Sally aún en pijama y Toby dormido con la cabeza encima de la mesa. Saqué la masa de los gofres y calenté la máquina, porque sí, hasta los Creepypastas tienen una maldita máquina de gofres. El olor hacía que la boca se me hiciera agua. Toby se levantó y comenzó a preparar chocolate. Hice toda la masa para que cuando los demás se levantasen no me molestaran, y nos pusimos a comer. Toby parecía conforme con los gofres y se llegó a comer cinco, por suerte hice una cantidad capaz de alimentar a dos ejércitos. Nina bajó las escaleras y desayunó con nosotros, en ese momento una lucecita en mi cabeza se encendió.

    —¡Nina!

    —¡Lara! —Me imitó. Sally y Toby se rieron por lo bajo y empezaron a cotillear nuestra conversación.

    —Necesito ir de compras, se me olvidaron cosas en mi casa y no puedo ir por ellas.

    —A mí no me pidas préstamos —dijo al tiempo que sonrió.

    —No tonta, Slender me dio dinero. Además tengo que comprar algunas cosas para la habitación. Y comida.

    —Oh bueno, entonces te acompañaré.

    —Bien. —Una parte del plan estaba completa, ahora faltaba la más complicada.

Miré de lado a Toby y éste cambió la cara bruscamente.

    —No, no pienso ir.

    —Venga vamos Toby, necesitamos chicos fuertes. —Nina me encantaba, había pensado lo mismo que yo.

    —Te compensaré —dije inocente.

    —Eso, ella te compensará.

Durante unos segundos nos miró pensativo.

    —Vale, pero quiero añadir algunas cosas a la lista de la compra.

No me pareció mal. Nina y yo subimos a la habitación de Jeff. Estaba sentado delante de su escritorio, con un lápiz en su mano. Dibujaba con sumo cuidado un torso de mujer sin cabeza todavía. Al oírnos entrar se sobresaltó y tapó el dibujo con unas hojas en blanco que tenía al lado.

    —¿Qué hacen aquí zorritas? —Sonaba molesto. Nina sonrió pícaramente y se acercó a él.

    —Vamos a ir de compras, necesitamos que cargues cosas.

    —No gracias. —En un momento Nina se acercó a su oído, susurró algo y éste, por increíble que parezca, se sonrojó levemente. Volvió a acercarse y susurrarle algo más, sonrió.

    —De acuerdo, iré. Pero quiero una compensación. —Su sonrisa se volvió de pronto más macabra de lo normal y temblé pensando en el más que probable lío en el que me acababan de meter.

Slave of Creepypastas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora