Chapter 29.

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    —¿Qué fue eso?

El grito volvió a escucharse de nuevo, venía de la habitación de Jeff. Toby se despegó a regañadientes de mí para dejarme salir.

    —Anda ve a ver que le sucede al majadero ese.

Ajusté mis vendas y bajé la camiseta que hasta ese momento tenía subida. Me asomé a la habitación de Jeff, pero no estaba en su cama. Fui hasta el baño y ahí estaba, apoyado sobre el inodoro, escupiendo sangre por la herida nuevamente abierta de su boca. Me acerqué a él y le recogí el pelo para que no le molestara. Fui hasta la habitación y le pedí a Toby que me ayudara a cargarlo, cogí el botiquín y fui con ellos.

Toby intentó ayudar a Jeff a levantarse, pero éste no hacía más que revolverse y empujarle. Me acerqué y abracé a Jeff, que se dejó caer sobre mí. Le arrastré como pude hasta la cama, con Toby a la zaga ayudándome en lo que podía.

    —Jeff ¿Cómo te encuentras? —Jeff consiguió incorporarse para mirar a Toby.

    —Fuera. —Toby me miró, yo asentí y el cerró la puerta tras de sí. Escuchamos sus pasos por el pasillo y cómo entraba en mi habitación y cerraba la puerta también. Finalmente Jeff se volvió a tumbar.

    —Jeff. - Ladeó ligeramente la cabeza y me miró serio—. ¿Cómo te encuentras? —Por toda respuesta se señaló la boca. Con una gasa conseguí que la herida dejase de sangrar. Cogí algo de alcohol y empecé a limpiar la herida. Con cada toque de la gasa empapada en alcohol Jeff gruñía y medio gritaba. Sabía que era doloroso, pero si seguía moviéndose se abriría la herida de nuevo.

    —Jeff estate quieto. —Intentó hablar, pero posé un dedo en su boca. —Si hablas volverás a hacer que sangre. Mira, hacemos un trato, yo lo hago con más cuidado, ¿de acuerdo? Y por cada vez que gruñas me tendrás que dar algo que yo te pida. Si al final de la cura no has gruñido más de cuatro veces te daré algo que quieras. —Por un momento me miró dubitativo, pero fueron unas milésimas de segundo y entonces asintió.

Con más cuidado fui limpiando la herida, conteniendo la risa al ver a Jeff contener gruñidos para ganar.

«Qué competitivo», me reí por dentro.

    —¡Ah!

    —Jajajajaaja, ya va uno. —Sonreí mientras seguía limpiándole la herida. Alzó una mano y me acarició las  comisuras de la boca, mirándolas fijamente. Otro gruñido—. Vas a perder la apuesta. —Medio canturreé. Faltaba una pequeña parte de la comisura izquierda, cuando Jeff pasó su mano por debajo de mi mandíbula hasta mi cuello. Me empecé a poner nerviosa, ¿sería capaz de estrangularme? Acarició mi nuca con cariño.

    —Terminé —dije—. No te enfades —Me miró extrañado—. Pero a veces puedes ser muy dulce.

Medio sonrió, y presionó mi nuca para acercarme a él. Nuestros labios se tocaron.

    —No Jeff. —Me soltó molesto—. Se te va a volver a abrir la herida.

Volvió a coger mi nuca e intentar acercarme a él. Le paré con todo el peso de mi cuerpo.

    —Hagamos una cosa, te debo un beso y lo que quieras por no haberte quejado, pero espera a que se te cierre la herida de la boca.

Me observó durante unos minutos con gesto serio y molesto, finalmente me soltó entre bufidos. Con una mano dio palmaditas sobre la cama, indicándome que me tumbase con él en la cama.

    —Jajajajajajaja, no Jeff. Si me vengo a dormir contigo seguro que no lo cumples. —Miró la puerta con lo que suponía quería representar sarcasmo—. Dormiré sola. Si quieres le digo a Toby que se venga a dormir contigo así ninguno de los dos tendrá dudas al respecto. —Negó con energía.

Me acerqué a el y le di un ligero toque en la cicatriz con mis labios, apenas un roce. Me despedí y fui hasta la habitación. Ahí estaba Toby, con un cojín entre las manos, tirado en la cama.

    —No quiere que me queda a dormir, eh?

    —¿Tú qué crees?

Se levantó de la cama rápidamente, tan rápidamente como su pierna magullada se lo permitían.

    —Entonces será mejor que me vaya. —Se acercó hasta la puerta para despedirse. Fui a darle un beso en la mejilla, pero entonces me agarró por la espalda y me atrajo hacia él. Me besó, pero esta vez no había ternura, me mordió los labios con ansia. Como queriéndome demostrar que él también era capaz de besar así. Se separó unos pocos centímetros de mí, acercando sus labios a mi oído—. Recuerda, que si a uno le das algo, los demás también querrán algo. Y yo juego al mismo juego que Jeff.

Volvió a empujarme por la espalda hasta que nuestros labios se fundieron por completo. El beso pasó rápidamente a ser una búsqueda completa de recovecos nuevos por explorar. Bajó sus manos hasta el culo y me levantó, haciendo que mi cuerpo quedara sujeto, en parte por el suyo, y en parte por la pared.

Se distanció, y mientras abría la puerta con cuidado me acarició el dorso de la mano y por  fin, se fue.

Me desplomé en la cama, hundiendo la cara con fuerza en la almohada.

«¿Por qué? ¿Por qué me pasan a mí estas cosas?».

«Es simple, eres idiota. No debería gustarte estar entre ellos».

«Pero es que no entiendo por que me gusta estar entre ellos».

«Oh, si que lo entiendes, te gusta por que te sientes débil. Por que toda tu vida te has sentido débil, y en verdad lo eres. Te gustan por que crees que te protegerán».

«...».

«Eres una tonta si en verdad crees que te protegerán».

«Hasta ahora lo han hecho».

«Mentira, si te hubiesen querido proteger te hubiesen alejado de ellos».

«Si no fuese por ellos ahora estaría sola».

«Ellos hacen que estés sola».

«No, yo ya estaba sola de antes».

«Fíjate que sientes amor, por personas que han olvidado lo que es sentir. Eres tú tu propia verdugo. Tu problema es que no te dejas ser feliz y es por eso que eres débil».

Unos golpes en la puerta me distrajeron de mi monólogo interno. Una silueta delicada entró en la habitación.

Slave of Creepypastas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora