Capítulo-01: Sevilla.

647 32 4
                                    

Yovana Montecarlo

Bufo debido al odioso ruido de mi despertador. Lo apago y vuelvo a refugiarme bajo las sábanas de mi cama, tan suaves y calentitas. El despertador suena de nuevo y lo estampo contra la pared.

Al instante me arrepiento y me levanto de la cama dando un salto, al mismo tiempo en el que mi padre entra a mi habitación y ve mi despertador estrellado en el suelo.

—¿Yovana, hija, otro despertador roto? –Sonrío y me encojo de hombros poniendo mi cara más inocente.

—Lo siento. Oye, papá ¿por qué tengo que madrugar? –Me quejo aún agarrada a las sábanas de mi suave cama.

—Porque tienes que terminar tus maletas. Recuerda que hoy partimos hacia Sevilla. –Llevo mi mano derecha a mi frente haciendo que choque y me río como boba.

—No lo puedo creer, por fin veré a Zaira y a mamá. –Lo miro feliz pero no del todo, papá no se quedará.

—Ya no vivirás en Barcelona, sino en Sevilla. –Sonrío algo triste y lo abrazo.

—Te voy a extrañar muchísimo, papá. Me vas a hacer mucha falta. –Besa mi mejilla.

—Y yo a ti princesa. Prometo ir a veros cada vez que pueda, es una promesa. –Asiento.

Papá sale de mi habitación y me levanto de la cama. Voy a extrañar mucho mi cuarto, es como mi refugio. Voy hacia el baño y tras tomar una ducha agarro una toalla y cubro mi cuerpo. Me visto con la ropa que dejé preparada la noche anterior y tras peinarme bajo a desayunar.

—Está delicioso. –Muerdo mi tostada de mantequilla con mermelada de fresa. —Voy a echar de menos estos desayunos.

—Estoy seguro de que tu madre te hará otros mucho más ricos, ya lo verás. –Coge su taza de café. 

—¿Estarás bien? –Suspira y sonríe.

—Claro que sí. –Se levanta y añade más café a su taza. –No te preocupes.

—Bueno, voy a empacar todas mis cosas. –Asiente.

Subo las escaleras, observo con detenimiento las fotografías que hay enmarcadas en las paredes del pasillo. En casi todas salgo con mi hermana, de bebés, y una en la que salimos los cuatro, mi familia. Suspiro y camino hasta llegar a mi habitación, saco mis maletas del altillo y comienzo a sacar toda mi ropa.

—Te he traído estas cajas. –Me giro y las agarrl para dejarlas en otro lado.

—Gracias, la verdad me van a hacer falta. –Río y observo mi cuarto.

—Estoy muy orgulloso de ti. –Me abraza.

—De verdad que va a ser difícil estar en Sevilla y no verte. –Me separo.

—Iré a veros cada vez que mi trabajo me lo permita, no pienso dejarte nunca. –Asiento y sonríe. —Voy a llevar estas maletas al coche.

—De acuerdo, yo aquí termino y listo.

Un par de horas más tarde me encuentro cerrando la puerta de casa. Reviso mi bolso y me aseguro de llevar todo lo necesario para el viaje. Antes de subir al auto me giro y miro por última vez la casa en donde he vivido estos últimos años. Subo al auto y papá conduce, cada vez más lejos de casa, de mi hogar. Adiós Barcelona.

—Yovana. –Froto mis ojos y me acomodo en el asiento. —Hija, despierta

—¿Ya hemos llegado? –Niega y llevo las manos a mi estómago, el cuál suena. —Tengo hambre.

—Creo que hay una gasolinera muy cerca. Pararemos para descansar y así comer algo ¿esta bien? –Asiento.

—¿Qué pasará si no consigo hacer amigos? –El me mira y ríe.

—Cariño, tienes a tus amigas esperándote en Sevilla, a tu hermana y a tu madre, no tendrás problemas en hacer nuevos amigos. –Sonríe.

—Lo que más miedo me da es el Instituto, no se con que me voy a encontrar cuando llegue. –Suspiro y detiene el coche.

—Vamos a comer algo. –Asiento y bajo.

—Voy al baño, ya vengo. –Asiente.

Ya dentro del establecimiento, papá se detiene junto a unas máquinas de café. Camino hasta los aseos y veo el cartel "mujeres" entro en el cubículo y cuando acabo salgo y me lavo las manos.

Mi teléfono suena, es una notificación de Instagram. Mi hermana acaba de subir una foto nuestra de pequeñas.

Sonrío, le doy like y comento "En nada nos vemos hermanita 👭❤" salgo de los aseos y me siento con papá en una de las mesas.

—¿Has hablado con mamá? -El asiente.

—Sí, le dije que llegaríamos para la hora de la cena. –Agarro mi refresco.

—¿Te quedarás a cenar? –Niega y junto las cejas. —¿Y eso por qué?

—Cariño, tu madre y yo estamos divorciados. –Pongo los ojos en blanco.

—Eso no es excusa, además Zaira te extraña, eres su papá. –Asiente.

—Esta bien, pero antes se lo preguntaré a tu madre. –Aplaudo.

Volvemos al auto. Conecto mis auriculares al teléfono y presiono sobre "reproducir todo" dejando paso a miles de sentimientos y recuerdos que producen esas maravillosa pero tristes melodías.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Dos Almas Y Un ¡Te Odio! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora